Por Lucas Distefano

“La homofobia es la razón de existir de Ciervos Pampas”, afirma Caio Varela, brasileño radicado en Buenos Aires y presidente de este club de rugby que surgió en 2012 gracias a la iniciativa de un grupo de amigos. Durante dos años sólo se juntaban a realizar actividad física y a pasarse la guinda en alguna plaza. En 2014 tuvieron su debut en un partido, aunque dieron el primer gran paso en 2016 cuando se anotaron en su primera competencia oficial, el torneo empresarial de la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA).

En ese momento, se plantearon discusiones internas sobre el rumbo a seguir: “Una parte del proceso fue entender la importancia política del lugar que ocupábamos. ¿Éramos un equipo de chicos gays o un equipo que tenía la bandera de la diversidad? Ahí fue cuando decidimos fundar nuestra propia asociación civil”. A partir de 2017, Ciervos Pampas pasó a ser el primer club de rugby de diversidad sexual de América Latina.

Para jugar en Ciervos Pampas sólo se debe cumplir el compromiso de entrenar y ser parte de la Escuela de Formación de Derechos Humanos. “Es un espacio de reflexión. Trabajamos con temas elegidos colectivamente para entender quiénes somos, dónde estamos parados y qué queremos hacer”, explica Varela. 

Gracias a su lucha y al trabajo diario, ya no pasan inadvertidos dentro del ambiente del rugby. Se comunican con jugadores de Los Pumas, especialmente con uno de sus emblemas, Agustín Creevy, quien, en una oportunidad, cuando estaba en Sudáfrica con Jaguares, le envió un mensaje a Varela para mostrarse en contra de los dichos discriminatorios de Israel Folau, estrella del seleccionado australiano: “No sólo nos manda un video diciendo que nos apoya, tiene un pensamiento transformador. Mantenemos una muy buena relación con él”, cuenta. En estos meses de pandemia, han tenido charlas en la cuenta de Instagram del club con Santiago Marotta, presidente de la URBA, y con Agustín Pichot, ex capitán de la selección y dirigente que ya ocupó la vicepresidencia de la World Rugby.

En cada respuesta y en cada concepto, Varela muestra sus pergaminos para ocupar un rol tan importante. A pesar de ser un factor relevante para el funcionamiento de la institución, nunca habla en primera persona. El nosotros por delante del yo. Sin dudas que es una de las claves por la que Ciervos Pampas avanzó y sigue avanzando a paso firme. 

En el último tiempo, el rugby ha quedado marcado para el común de la gente como un deporte clasista y discriminador. Ustedes que están insertos en ese ambiente, ¿coinciden con ese pensamiento?
—La sociedad es machista, elitista, racista y homofóbica. Se desarrolla a partir de esta lógica, que es heteronormada y patriarcal. Por ende, los espacios más hegemónicos y de poder dentro de la estructura del deporte son así. No nos interesa acusar al rugby de nada, nosotros ya sabemos que, si la sociedad se comporta de esta manera, el rugby va a ser igual. Nosotros proponemos otra cosa, disputar sentidos, competir en la cancha. 

Sin embargo, el deporte femenino acepta mucho más la diversidad y no hay tantas barreras como en el masculino.
—No creo que las mujeres estén tan avanzadas. Lo que sí pienso es que en los espacios en el que están, justamente porque ellas empezaron a organizarse a partir de la opresión, laburan esas temáticas y avanzan más en ese sentido. Aunque también hay mucha homofobia de las mujeres heterosexuales contra las homosexuales. La discriminación genera beneficios para quien discrimina. Para entrar en un plantel profesional, si hay un hetero y un gay con las mismas condiciones, como la homofobia está habilitada, la discriminación aparece. Ni siquiera es institucional, desde el chisme comienza el desgaste. Se genera todo un ambiente para que vos no estés. En el deporte nos falta mucho porque es uno de los grandes tótems del binarismo, desde el punto en que se establece la lógica de deporte masculino y femenino. Se defiende ese binarismo a tal punto que las personas trans empiezan mínimamente a querer participar y acercarse al deporte y se origina toda una polémica. Hay una lectura binaria, y al ser así, es homotransfóbica. Se establecen roles asignados donde siempre el varón heterosexual tiene más poder que todos los demás.

¿Cómo convive su pensamiento político tan marcado con el rugby?
—Entendemos que la política es todo. Jugar y poner la diversidad de los cuerpos en la cancha es hacer política. Creemos que ese empoderamiento de los jugadores a través de la Escuela de Formación de Derechos Humanos, tiene que ver con una perspectiva de entender quién es uno y que no hay ningún problema de estar adentro del campo de juego. Saber que cuando nos ponemos las medias del Orgullo, estamos construyendo algo que es colectivo, no individual. Hacemos dialogar los principios del rugby con nuestros valores y con las dinámicas del deporte.

En el contexto de pandemia, ese proceso se detuvo. ¿De qué forma siguen manteniendo la lucha activa?
—Seguimos con actividades virtuales, entrenamientos, la escuela de DD.HH. y charlas. Además, nos sumamos al Frente Orgullo y Lucha, en el que colaboramos haciendo colectas y distribución de bolsones de alimentos a personas del colectivo LGBT. Hoy mismo estuvimos en la ESMA con los compañeros subiendo productos a los camiones.

A la vez, desde su cuenta de Instagram, promocionaron un encuentro virtual en el que invitaron al público a ser parte de su misión. ¿Cuál es el objetivo que tienen en mente? 
—El 11 de noviembre hicimos la versión virtual de “Tackleando la homofobia”. Es un evento que realizamos hace 4 años. Este encuentro tiene como mensaje el enfrentamiento a la discriminación y la violencia en el rugby. Invitamos a equipos a participar para visibilizar nuestra lucha. Este año el objetivo fue la recaudación de fondos para el club en el marco del proyecto 2021. Queremos armar un plantel específico de jóvenes LGBT de sectores populares. El plan es poder tener un programa de becas para que puedan formar parte de la institución sin pagar un peso. Ya han pasado muchas personas que no han podido seguir porque ni siquiera pueden abonar 500 pesos de cuota mensual. Entendimos que ellos son las que más necesitan ese espacio. La gran mayoría recurren a Ciervos Pampas por contención.

Teniendo en cuenta que el actual es un gobierno con un contacto muy estrecho en temas referidos a Derechos Humanos y diversidad, ¿han solicitado algún tipo de ayuda al Ministerio de Turismo y Deportes? 
—Sí. Vamos a proponerles un proyecto a ellos. Hay una buena predisposición e interés. Ya hay un reconocimiento de nuestro trabajo, tanto es así que en el Día del Orgullo de este año el ministerio subió a sus redes una imagen de Ciervos Pampas.