Por Lucas Distefano

Pablo Distefano tiene la capacidad de responder las preguntas con una sobriedad y simpleza notables. Comenzó a trabajar como profesor de gimnasia cuando era un joven de 21, y 17 años más tarde conserva la misma pasión por lo que hace. En pandemia y con los gimnasios cerrados, charló con Publicable sobre los desafíos que presenta el confinamiento a la actividad física.

¿Cuáles son los pros y los contras de entrenar en casa?
—Tiene más contras que cosas a favor. En muchos casos, no hay un buen espacio físico y faltan elementos para el entrenamiento. Cuando pasan esas cosas, uno pierde la motivación y las ganas de ejercitarse. La falta de autoexigencia deriva en esta situación que le está sucediendo a la gran mayoría de las personas. Con respecto a los beneficios, más allá de un ahorro de dinero por no pagar un gimnasio, muy pocos le encontraron la vuelta al entrenamiento en casa.

¿Qué diferencias hay entre una persona que ya entrenaba antes de la cuarentena y una que comenzó ahora?
—La persona que nunca entrenó tiene la ventaja de poder comenzar a su nivel, sin tanta exigencia. La dificultad la tiene el que ya entrenaba antes de la cuarentena, porque está en un nivel superior que requiere de materiales, mayor imaginación en los ejercicios y más cantidad de tiempo. Una persona que recién empieza no tiene esos problemas.

A su vez, las personas que habitualmente no tenían tiempo para cocinarse, ahora pueden alimentarse de otro modo.
—El tipo de alimentación tiene que ser de calidad, es decir, lo que tenga más proteínas y menos carbohidratos. Lo positivo de estar en cuarentena es que mucha gente que trabaja en las oficinas y que no tiene ni el tiempo ni el dinero para comer de forma adecuada, ahora puede organizarse.  Al estar en casa, uno se puede diagramar un orden en la alimentación que va a ir de la mano con sus actividades diarias.

En las redes muchas personas siguen a “influencers” que muestran sus rutinas sin ser profesionales, ¿esto puede ser perjudicial para su salud física?
—La persona que no es profesional no sabe lo que está haciendo. Ejerce el oficio mostrando rutinas que él hace, pero sin saber quiénes lo están viendo. Siempre va a correr el riesgo de perjudicar a alguien. También es peligroso entrar a una página y buscar una rutina porque la persona que la armó no sabe qué nivel tiene el que lee, y tampoco conoce sus limitaciones físicas. Eso lo puede identificar el profesor de forma presencial.

En relación al futuro, ¿cómo van a hacer los gimnasios para cumplir los protocolos sanitarios?
—Las cadenas más grandes podrían abrir al 50 por ciento de su capacidad. Todavía no se puede saber si eso va a alcanzar para mantener una infraestructura tan importante y sin reducir personal. Los protocolos sanitarios son complicados de cumplir porque cada vez que una persona utilice un objeto luego lo va a tener que limpiar. El foco estará puesto en el control del distanciamiento social y la limpieza de los materiales.

Como consecuencia, ¿pueden llegar a crecer las clases personales?
—La clase con un personal trainer se puede controlar mucho más. Los elementos los usa una sola persona y el profesor es el que tiene que estar atento a limpiar los materiales para el alumno que siga después. Existe el riesgo, pero es mucho menor. Además, el aire libre colabora. Por eso, mientras siga el virus, lo más seguro va a ser el entrenamiento individual y no las clases masivas o la asistencia a un gimnasio.

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