Por Rocío Inés Correa

En la Argentina la industria textil es muy importante, ya que muchas empresas de materias primas y productos elaborados forman una cadena productiva compuesta por miles de personas. Uno de los sectores pertenecientes a esta industria es el de las cooperativas textiles, unas 800 en todo el país que se han visto severamente afectadas por la crisis sanitaria.

Horacio Agesta, presidente de la cooperativa textil Resurgir, cuenta: “A principios de marzo estábamos empezando a tener trabajo de nuevo, y ahora nos estamos preguntando qué va a ser de nosotros y de la cooperativa, y también qué va a ser del Estado después de que pase todo esto, nuestra situación es muy grave ya que al estar todo parado, no sé cómo vamos a hacer para sobrevivir, por ahora trabajamos haciendo lo que podemos, pese a las circunstancias“.

A diferencia de otros rubros cooperativos, las textiles se caracterizan por poseer una estructura de trabajo horizontal donde cada trabajador es un asociado. “Entre mayo y junio nos dividimos por grupos para que sólo trabajan cinco personas en el establecimiento, haciendo la parte de corte, y luego íbamos casa por casa para repartir el trabajo entre los demás asociados para que se encargaran de la parte de costura y confección desde sus hogares”, agrega Agesta. 

Dentro del ámbito de la comercialización textil, las asociaciones cooperativas que se dedican al ramo producen hilados, tejedurías, telas y también se especializan en cortes, estampados y confección de todo tipo de prendas. También trabajos en conjunto, muchos de los cuales son puestos a disposición del propio grupo y de esta forma se van aceitando los distintos engranajes de la cadena productiva. “Por lo general los clientes se van haciendo de boca en boca, por lo cual nosotros entendemos que si algún cliente no llega a estar conforme con alguno de nuestros productos, nos quedamos sin trabajo, por eso es que entre todos los compañeros y compañeras trabajamos mucho para garantizar una buena calidad”, explica Reyes Guerrero, presidente de la cooperativa textil Puporé.

Para los trabajadores, formar parte de esta industria significa más que sólo un trabajo, a veces se transforma en un hogar, en el que pasan de ser compañeros a convertirse en una familia. Un claro ejemplo es la cooperativa Estilo Diversa, conformada por 15 trabajadoras de la comunidad LGBT, que se especializa en el rubro de alta costura. Soledad Pilar Gómez, actual presidenta de la cooperativa, decidió crearla hace casi diez años para abrazar al colectivo trans dándoles una solución respecto a las dificultades con las que se enfrenta para conseguir indumentaria de su talle y gusto personal, además de brindarles una oportunidad laboral, a través de capacitaciones. En tan sólo unos meses y como consecuencia de la crisis sanitaria, pasaron de diseñar vestidos de novia, que les garantizaban la totalidad de sus ingresos, a tener que reinventarse y empezar a confeccionar barbijos y tapabocas, para poder subsistir.

Durante el gobierno de Mauricio Macri, la crisis en la industria textil se fue agravando. Cerraron un total de 300 fábricas y establecimientos de todo el país con un 70% de despidos, como consecuencia de la apertura de importaciones, la inflación récord, la corrida cambiaria y los aumentos de tarifas. Para quienes forman parte de este rubro es como si hubiesen pasado por una pandemia que duró cuatro años, y ahora están pasando por otra, ya que dependen del trabajo que les brinda el Estado. Cuando la industria entró en pausa, tuvieron que subsistir con el trabajo que obtenían de sus clientes. Reyes Guerrero relata: “En 2010 habíamos logrado fundar una sede de la cooperativa Puporé que estaba ubicada en Isidro Casanova, donde trabajaban 66 personas. Durante el periodo del macrismo, nos vimos en la situación de cerrar esa cooperativa ya que no podíamos pagar el alquiler del galpón, a causa de que había muy poco trabajo”.

Una de las organizaciones clave que en estos últimos años ayudó y brindó oportunidades de trabajo a las cooperativas es La Red Textil Cooperativa, fundada en 2012, a partir de que la Confederación Nacional de Cooperativas Trabajo empezó a trabajar con las industrias metalúrgica, gráfica, de alimentos y de la construcción. Joaquín Fernández, presidente de La Red Textil Cooperativa, dice: “Al principio, entre todas las cooperativas que formaban parte, empezó un proceso de formalización y profesionalización, con el fin de crear una cadena productiva para unir a todas las cooperativas, donde una se encargará de diseñar el calzado, otra la indumentaria, y así con todo, dando la posibilidad de que algunos se puedan dedicar más al corte, otros a la confección, otros a hacer estampados y embalajes, así en cada producto podían llegar a participar varias cooperativas”. Durante los últimos años, esta cooperativa se volvió más fuerte, ya que muchas dependían del trabajo que les brindaba la red.

En el marco impuesto por la pandemia, la situación del rubro textil se volvió más crítica. Con el cambio de Gobierno hubo una pequeña reactivación a nivel económico que derivó en el reinicio del funcionamiento del mercado interno, esto ayudo a que las cooperativas subsistieran. A principios de año, con el inicio del periodo escolar, se empezaron a organizar a través de La Red Textil para confeccionar y comercializar guardapolvos, uniformes y ropa escolar, pero en este momento quedó todo en pausa, con el inicio de la cuarentena obligatoria. Fernández cuenta que lo único que pudieron hacer en los últimos meses fue confeccionar barbijos, tapabocas, cofias, camisolines y batas para distintos sectores de salud de Buenos Aires, Salta y La Rioja. “En mayo iniciamos el proyecto Barbijos Cooperativos, del que formaron parte más de 40 cooperativas de Buenos Aires y del interior del país, ahora estamos en plena producción para llegar a confeccionar 200 mil tapabocas, cofias, camisolines y batas. Pese a que son momentos difíciles tratamos de seguir generando trabajo como podemos”.

FOTO: Télam