Por D. Stringa, A. Buloz, M. López Barreiro y M. Merlo Ayala

El politólogo Bruno Bozzano es director de Seguridad y Soberanía Alimentaria de la provincia de Buenos Aires y tiene a su cargo el Servicio Alimentario Escolar (SAE), que se encarga de proveer a los comedores escolares de los 135 municipios. Junto a varios jóvenes que tienen su primera experiencia en la gestión pública, integra el equipo técnico del ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque.

¿Cómo articularon el cambio de comedores escolares a los módulos alimentarios y la entrega de bolsones para las familias?
-La decisión de pasar al “formato bolsón” se tomó en marzo de 2020, a raíz del cierre de las escuelas y los comedores. Normalmente los chicos tenían una ración de comida en la institución, pero con este formato se unificó la prestación y todos pasaron a recibir desayuno y almuerzo. Esto implicó el aumento de la inversión en el programa, teniendo en cuenta que las cantidades no eran las mismas para un alumno de primaria que para uno de secundaria, por eso el presupuesto aumentó casi 198 por ciento. Si bien el programa está pensado para chicos en edad escolar, sabemos que la entrega quincenal de módulos alimentarios termina siendo un complemento para el grupo familiar.

-¿Aumentó la demanda de bolsones por la crisis económica generada por la pandemia?
-Tenemos una cantidad de cupos asignada para cada municipio desde que arrancó la pandemia, y eso nunca se modificó. En caso de que haya una subejecución o excedente, se acredita en las cuentas del concejo escolar. Los distritos del conurbano muestran una demanda más grande que el resto. Es importante entender que el SAE es un apoyo a la alimentación de los niños en edad escolar, no viene a combatir el hambre de nuestra provincia. Aunque en esta situación sabemos que es un apoyo de alimentación para el grupo familiar, a diferencia de cuando funcionaban los comedores.

En agosto último hubo un programa de apertura de colegios para chicos con riesgo nutricional. (Foto: Nuria Puentes)

-Forma parte de un gabinete conformado en gran parte por jóvenes que hacen sus primeras experiencias en esta área. ¿Cómo ve la decisión de darles lugar a los jóvenes dentro de la gestión pública?
-Es un desafío enorme. El lugar que ocupo es un premio a la militancia colectiva, no lo tomo como un premio personal sino como la forma de concebir las cosas que nos ha inculcado el Cuervo (Larroque). Una de las cosas que me pregunté cuando me llegó la propuesta fue cómo se tomaría la provincia los consejos escolares y los secretarios de desarrollo municipales que el director de Seguridad y Soberanía Alimentaria tenga 25 años. Pero la verdad fue que desde el primer momento encontré muchísimo respeto y trabajo en conjunto a través de una lista de prioridades en cada distrito. En lo personal, es una gran responsabilidad.

Pertenece a un cambio generacional en la política.
Somos hijos de 2001, nacimos del calor de un gobierno popular. Néstor (Kirchner) siempre dijo que quería ser lo primero de lo nuevo, y en esa línea hay una continuidad. Tampoco creo que seamos una generación iluminada que vino a salvar a la Argentina, confío muchísimo en todos nuestros compañeros, pero confío más en las nuevas juventudes. Entendemos que hubo un cambio de paradigma producto del gobierno de Néstor, y no fue una decisión colectiva en última instancia, sino que era lo raro, el statu quo no era hacer política de esa forma. Nuestra idea de la gestión está muy lejos de la perpetuidad. Vivimos el día a día intentando dar lo mejor porque sabemos que ocupar un cargo es efímero y se responde a cuestiones coyunturales. Me pesa ser un funcionario joven porque entiendo que tenemos una responsabilidad para con nuestra generación y sobre todo con las pibas y los pibes que no pudieron elegir su destino, más que nada por las condiciones históricas que atraviesa la provincia.

-¿Cómo acompañan desde el SAE esa elección de los jóvenes?
-Tiene que ver con acortar la brecha de desigualdad. Hoy el SAE no es una política meramente alimenticia, es una política integral que ayuda a cortar la desigualdad. Los encuentros quincenales con los docentes han ayudado al acompañamiento de la continuidad pedagógica de aquellos niños que tienen problemas de conectividad. Estoy seguro de que si el plan de Conectar Igualdad hubiese funcionado los últimos cuatro años, no habría riesgos en la continuidad pedagógica durante la pandemia. El rol integral y la tarea que están llevando adelante los docentes y maestros es imprescindible e invalorable. El momento de la entrega de los alimentos es muy importante para los docentes, ya que en es el ratito que tienen para charlar con la familia y los niños, entregarle un cuadernillo o material y vincularlo con la escuela.