Por Lucía Béjar y Tobías Szvetz Szvezus

“Evita era una experta en todo lo que abarca la comunicación: tenía una forma acertada de dar discursos que, mediante estrategias, lograban marcar ideas en el espectador que a simple vista pasan desapercibidas”, explica Natalia Guevara, analista de discursos políticos. La especialista señala que el principal factor a tener en cuenta en un discurso es el contexto, “ya que las circunstancias que enmarcan el momento y lugar no solo influyen en cuanto al tópico del que se hable sino también en la elección de palabras, gestualidades y tiempos”.

SU ÚLTIMO DÍA DE LA LEALTAD

El 17 de octubre de 1951, Eva habló ante el pueblo en un marco que lo exigía: era el Día de la Lealtad Peronista y se iba a realizar la primera transmisión televisiva de la Argentina. Su mensaje era esencial para el clima social y político de la época. De manera intencional, a partir de su enfermedad y de lo poco que consideraba que le quedaba de vida, Eva comenzó a dar una imagen de mujer que le deja su corazón a su gente, que merece amor del pueblo, y que, aun estando enferma, asistió al acto.

Guevara observa en Eva Perón pronunciaciones que la posicionan como una gran oradora. Utiliza términos que, indirectamente, señalan ambigüedades que se instalan en quien las escucha. Afirma “morir por el pueblo de Perón”, y Guevara sostiene: “Puede parecer una simple metáfora como usan muchos, pero entendiendo que en esas instancias Evita no estaba bien de salud, se interpreta de otra manera”.

También utilizaba metáforas: términos que denotan un significado ambiguo y que generan que el oyente interprete el discurso de una manera distinta. Se puede observar cuando durante todo el acto habló de una lucha entre peronistas y antiperonistas, a través de conceptos como alerta, guardia, nuestra lucha, enemigos, patria, que “brindan una sensación de guerra y de conflicto”, afirma la analista.

Gramaticalmente, este fue un discurso correctamente organizado, con veinte párrafos, que para un evento de tal magnitud fue breve. Sin embargo, este punto, también indirectamente, dice mucho: advertía que su delicado estado de salud no le permitía hablar demasiado. Además, cuenta con una relación de coherencia-cohesión que, sumada a sus oraciones cortas, genera prolijidad en el discurso.

Discurso por el Día de la Lealtad Peronista de 1951.

SU NO-DESPEDIDA

Con su enfermedad más avanzada, el 1 de mayo de 1952, Evita dio su último discurso ante el pueblo argentino. Si bien era consciente de su estado de salud, su objetivo no fue despedirse, sino que la gente entendiera que ella iba a seguir a su lado. Comenzó con su icónica frase “mis queridos descamisados”, lo que generó una relación de confianza con el público, y prosiguió con un discurso emocional y apelativo.

Al igual que en su discurso anterior, planteó un escenario de conflicto con personajes. “Es propio de la narrativa populista. Presenta un héroe, que en este caso es Perón, que lucha contra un antihéroe, la oligarquía, por un objetivo trascendente: la felicidad del pueblo”, señala Matías Hernández, especialista en análisis del discurso político. “Este tipo de discursos propone un imaginario binario, propio de las tradicionales narrativas eclesiásticas y basado en la creencia como motivo de reproducción de poder”

A pesar de su enfermedad, Eva Perón dio un último discurso por el día del trabajador.

El discurso mantiene una línea de trascendencia. Mediante el aforismo “primero la patria, después el movimiento y luego los hombres”, Evita le indica al pueblo peronista que, de no estar ella presente, acompañe a Perón. En este punto, Hernández afirma que se propone un ideario programático, que es “defender ideas más allá de las personas”.

Es un discurso organizado, que mantiene la estructura de introducción, nudo y desenlace. En cuanto al estilo, es llano, directo y contiene una selección exhaustiva de palabras cargadas ideológicamente. Por ejemplo, la frase “me quema en el alma, me duele en mi carne y arde en mis nervios” remite a una serie de imágenes visuales que le permiten al oyente vivenciar las emociones que Evita quiere transmitir.