Por Julieta Aichino y Ludmila Di Grande

Ana Rivas se levantó, como todos los días, por la mañana. Pero ese viernes no fue un día más, porque un rato después dio su primera conferencia de visual take-over frente a colegas de todo el país. La charla tuvo lugar en en el marco de la 10º edición de la Media Party, realizada entre el jueves 25 y el domingo 27 en la Ciudad Cultural Konex, y tuvo su epicentro en su experiencia como periodista en The Wall Street Journal.

Entre los asistentes estaba su marido, Javier, que en la previa le preguntó a dos periodistas que esperaban para ingresar por qué les interesaba la charla: después de quince años revolucionando la forma visual de comunicar finanzas en los Estados Unidos, era casi imposible que no la admiraran.

Cuando Rivas llegó a The Wall Street Journal, el portal tenía 12 millones de lectores: hoy tiene 600 millones, un logro que debe atribuirse, en parte, a su trabajo. Con ese antecedente sobre las espaldas, la periodista especializada en visualización de datos destacó la importancia de plasmar información en gráficos y de darle al lector una experiencia distinta, algo más que una noticia.

Hay una pregunta que nos hacemos a cada rato y es: ¿qué herramientas necesito para contar esto? El periodista que trabaja con palabras lo tiene bastante claro: entrevistar, desgrabar, seleccionar y poner en palabras. Pero para nosotros eso cambia todo el tiempo, y ahí está lo divertido. La página en blanco, cuando nos referimos al visual take-over, es realmente blanca”, explicó Rivas ante una mayoría de oyentes jóvenes.

La periodista del Wall Street Journal dijo que “la meta principal del periodismo es contar historias”: “Cambia la tecnología y nosotros lo seguimos haciendo. Hay que traducir la realidad, aunque a veces sea compleja, en algo tangible que tenga efecto en el lector”, explicó.

El medio estadounidense históricamente se caracterizó por tener lectores hombres mayores a 40 años. Sin embargo, Rivas cree que gran parte de su labor tiene que ver con cambiar esa situación. “Si no se consulta a mujeres, si no editan o se contratan mujeres, hay un lado de la historia que falta”, concluyó.