Por Paola Varela

Sobrevivientes y familiares de las víctimas de la tragedia de Cromañón se unieron para presentar un proyecto de ley de expropiación del local de Bartolomé Mitre 3030/78 en el que funcionaba el boliche. La iniciativa ingresó el viernes a la Cámara de Diputados de la Nación de la mano de la legisladora Paula Penacca y cuenta con el apoyo de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

“La idea surgió luego de que la justicia devolviera las llaves a Rafael Levy, propietario del inmueble y condenado por la masacre”, afirma Diego Cocuzza, referente del movimiento “No nos cuenten Cromañon”. A su vez, agrega que todos coinciden en el deseo de que funcione allí un espacio destinado a la memoria y no un establecimiento comercial o gestionado por el propietario.

La presentación oficial del proyecto será el jueves 22 de septiembre a las 16 en el Salón de los Pasos Perdidos, y tiene como finalidad que el sitio sea declarado de utilidad pública y sujeto a expropiación. “A partir de ese momento entre todas las organizaciones debatiremos qué es lo que va a pasar adentro y de qué manera cada uno entiende que hay que contar la historia”, explica Cocuzza.

La expectativa de lograr la aprobación de la ley es grande ya que ingresó a la Cámara baja con la firma de más de 20 diputados de diversas fuerzas políticas entre las que se encuentran el Frente de Todos, la coalición de Juntos por el Cambio, el Frente de Izquierda e Identidad Bonaerense y el Socialista.

“No pensamos que íbamos a lograr tan buena respuesta y que tantos partidos decidieran acompañar la iniciativa ya que no es habitual que todos los sectores políticos se pongan de acuerdo en apoyar un proyecto, celebra el referente de “No nos cuenten Cromañon” y afirma que la inusual adhesión se debió que este se trata de un reclamo justo.

El 30 de diciembre de 2004, el edificio de Bartolomé Mitre ardió llevándose la vida 194 personas y dejando con lesiones a otras 1.432. El hecho significó el final de una época para el mundo del rock local.

El boliche ubicado en el barrio de Once donde funcionaba República de Cromañón no contaba con medidas de seguridad necesarias para ofrecer espectáculos y estaba en un deplorable estado edilicio. Un techo recubierto con placas de poliuretano, guata y media sombras bastó para que el fuego de una sola bengala convirtiera el show en un infierno.

El lugar estaba desbordado de personas y las salidas de emergencia habían sido bloqueadas, lo que facilitó que la muerte alcanzará rápidamente a una mayor cantidad de jóvenes. La iniciativa de los movimientos de sobrevivientes y familias de víctimas de Cromañón busca mantener viva la memoria del calvario que vivieron tanto las víctimas como los sobrevivientes.

Edición: Candela Contreras y Sofía Barragán