Por Imanol Lostra y Mariano Malkind
Para la mayoría un héroe, para algunos un villano y para otros, simplemente un dios. De Maradona hay muchas historias sobre su vida personal y futbolística, y tantos Maradonas como relatos que lo describen. “El Diego” es un emblema, es la bandera con la que el pueblo argentino alcanzó su auge de representación en un ser humano. Si los argentinos tuvieran que elegir una sola imagen de la vida de Diego, una inmensa mayoría recordará a un joven Maradona levantando la Copa del Mundo en el estadio Azteca en 1986. Su carrera quedó marcada para siempre con ese mundial, con la que se considera hasta hoy la actuación individual más sobresaliente de un jugador en la historia de los mundiales.
Pero quitando del foco su hazaña en México 86, la Copa del Mundo en sí es el mayor símbolo de identificación de su carrera. Cada mundial que disputó cuenta con sus historias particulares, y momentos memorables. Sus recorridos en cada cita mundialista hacen hoy que todo lo anecdótico sirva como homenaje cuando se recuerda su carrera.
ARGENTINA 1978
Trece días antes de que comenzara el mundial, el entrenador César Luis Menotti debía descartar a tres futbolistas para la lista definitiva de 22. Uno de ellos fue Diego, el Pelusa, que con 17 años ya había mostrado un potencial nunca antes visto para un jugador de su edad. “Él era muy joven e iba a tener la posibilidad de jugar varios mundiales. Se iba a jugar con mucha presión de local y Menotti prefirió optar por jugadores con más experiencia”, explica Fernando Signorini, preparador físico personal de Maradona desde 1983. Años después, Diego confesó que el día en que se enteró de que no sería tenido en cuenta para el mundial fue el más triste de su carrera y que nunca iba a perdonar a Menotti por no convocarlo.
ESPAÑA 1982
En su primer mundial, Maradona llegaba como una figura consagrada, pero todavía sin tanta experiencia. “La experiencia es determinante y no es lo mismo a los 21 años que a los 25”, señala Signorini. El torneo se hizo cuesta arriba y el astro nunca se sintió cómodo en la cancha, se lo vio frustrado y enojado. Su impotencia frente a la inminente eliminación ante Brasil, se tradujo en un planchazo que significó su expulsión. El preparador físico señala que “hay cosas que te las da el tiempo como el manejo de las emociones”. Ese mundial, cree, “le sirvió para llegar más maduro al 86. Tanto en óptimas condiciones físicas como emocionales”.
MÉXICO 1986
Generalmente en los torneos de todos los deportes, lo que más se recuerda es la final, el momento cúlmine en que se define el campeón del certamen. Pero Maradona logró romper con esa lógica, y consiguió que el punto de clímax de toda la historia de los mundiales se diera en un partido de cuartos de final, cuando en dos minutos logró convertir ante Inglaterra los dos goles más famosos de toda la historia del fútbol.
En más de una oportunidad, Diego dijo que ese fue un partido contra un país: “Para nosotros, era como ganarle a un país, no a un equipo de fútbol. Si bien decíamos que el fútbol no tenía nada que ver con Malvinas, sabíamos que a muchos pibes argentinos los habían matado como a pajaritos y esto era una revancha, era recuperar algo de las Malvinas”. Ese partido fue el envión anímico ideal para la recta final del último campeonato mundial que ganó la selección Argentina.
En la previa del 86, Maradona declaró que había llegado su momento y que ese iba a ser su mundial. Signorini, quien formaba parte de la concentración del plantel mundialista para estar cerca de Diego, contó cómo lo motivó de cara al mundial: ”Desde el punto de vista físico llegaba espléndido, pero algo faltaba. Yo le mojaba la oreja con que tenía que ser su mundial, ‘es tu Mundial o el de Platini’, le decía. Yo además de ser su preparador físico era su psicólogo, él mismo lo dijo. Le pedí que no declare como Platini, Rummenigge o Zico, que decían preferir el lucimiento del equipo antes que el personal. Porque yo estaba seguro de que tenía que ser el mundial de Diego. No sé si iba a ser el mundial de Argentina pero, si era el mundial de Diego, Argentina iba a tener muchas más chances. Entonces yo por eso le decía todo eso, para hacerlo reaccionar hasta que él lo declaró públicamente”.
ITALIA 1990
“Diego fue a jugar en Italia contra el norte opulento que tanto lo despreciaba a él y al Napoli”, explica “el Ciego”, como apodaba Maradona a Signorini. Ese mundial representó mucha mística para la selección argentina. Sin embargo, lo más memorable fue la bronca de Maradona, que se podía palpar desde todos los televisores argentinos. Su llanto y sus gestos no disimulaban la ira de un Diego ya maduro, con 29 años. Se lo vio insultando a los italianos que silbaban el himno argentino en la final, y luego del partido sus emociones no pudieron disimular su enfado ante el penal cobrado por el árbitro Edgardo Codesal.
ESTADOS UNIDOS 1994
El último mundial como jugador de Maradona fue retratado con una sola imagen: la imagen de lo que fue y de lo que pudo haber sido. La misma mano que ocho años antes había humillado a un país, el Reino Unido, el 25 de junio era la misma mano que tomaba la de la “viuda blanca”, la enfermera que se llevaba al astro de la cancha. Sólo 30 segundos fueron necesarios para que a un país se le detuviera el corazón. Y para que, como explica Signorini, “Brasil descorchara un champán para festejar”. Era la auxiliar del control antidoping que momentos después, cuando el análisis diera positivo, haría que Diego gritara que le cortaron las piernas.
Antes del mundial Diego “había dejado el fútbol, había aumentado como 12 kilos, tenía su problema de adicción y sin embargo, porfiado como era, quería jugar ese mundial por amor a sus hijas porque se lo había prometido y por amor a la camiseta. No llevó ni un miligramo de cocaína, se aguantó el síndrome de abstinencia, que sabíamos que podía aparecer y apareció”, explica Signorini, que lo había llevado a un campo en La Pampa a hacer un entrenamiento intensivo de diez días.
SUDÁFRICA 2010
El regreso de Maradona a la Copa del Mundo no dejó el mejor sabor, la eliminación por 4 a 0 contra Alemania fue un baldazo de agua fría para un equipo que contaba con Messi y con las máximas figuras de Europa. Pero quedará siempre en el inconsciente del futbolero argentino, porque fue el único en el que los dos mejores del mundo se juntaron en una cancha para representar al país. Qatar 2022 será el primer mundial sin la presencia física del D10s. A pesar de esto, seguro jugará algún rol en el sentimiento de los argentinos.