Por Martina Higounet

Marcelo Corti es director ejecutivo del Centro de Desarrollo Sustentable “GEO” de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, docente en esa misma universidad y licenciado en Administración. Sentado en el sillón de su oficina, afirma que “Argentina podría sostenerse en la economía verde para liderar un proceso de reconstrucción económica”. No espera que se siga el modelo Europeo, sino que la transición energética se adapte a las características y a la realidad del país. Es fiel creyente de que una economía verde es posible y mejoraría la situación general del país, aunque considera que para que esto suceda se necesitan políticas públicas integrales.

-Según la página oficial del Ministerio de Economía, el objetivo de la transición energética es transformar la producción, distribución y consumo de energía basado en combustibles fósiles en un sistema energético con fuentes renovables como el sol, el agua, el viento o la biomasa. Teniendo en cuenta que dentro de los objetivos está el de transformar el sistema de producción, ¿qué papel juega la economía verde dentro de esa transición?
-La economía verde, de alguna forma, es el ecosistema. Dentro de la economía verde está la transición energética como una pata de esa mesa. Esa mesa está compuesta por la economía circular, la bioeconomía, el turismo sostenible y las finanzas. Hay que pensarlo de una forma diferente, poner la economía en una nueva dimensión, la ambiental. No es por una cuestión de filantropía, es porque se trabaja con recursos naturales finitos y hoy el mundo consume más de lo que el planeta puede regenerar, y ahí tenés un problema. Tenemos una economía basada en un recurso que no se regenera, mientras que tenemos recursos que se renuevan todo el tiempo. Todo lo que tiene que ver con la transición energética viene a resolver una dicotomía económica, un problema de oferta y demanda. Porque cuando se acabe la oferta de fósiles, va a haber un problema. Quizás no pase nunca o quizás sí.

El primer parque de energía eólica de Neuquén funciona desde 2020.

-¿Qué impacto tiene el modelo de producción basado en el uso de los combustibles fósiles?
-Sostener la economía a partir de estos recursos genera impacto, lo está demostrando el cambio climático. No por nada tuvimos una sequía que le representó al país una pérdida de 54 mil millones de dólares. En un mundo capitalista las cosas no son como deberían, son como los mercados demandan. Incorporar esta dimensión es darle un upgrade al capitalismo. En ese sentido, la transición energética es clave, porque principalmente se necesita modificar la demanda de energía de una fuente que no se renueva a una fuente que sí lo hace. Finalmente, la discusión es cómo hace la economía para abastecerse de energía, eso se tiene que configurar.

-Neuquén es una de las provincias más dependientes de los combustibles fósiles, al punto de que la extracción de hidrocarburos representa casi la mitad de la producción provincial. ¿Cómo se puede avanzar con una transición energética sin perjudicar, por ejemplo, la actividad económica y las actividades que giran en torno a la extracción?
-La realidad es que necesitás todo para hacer esa transición, por eso es una transición. A nosotros nos da miedo la palabra transición. Neuquén tiene más viento que petróleo, y sería bueno aprovecharlo. Hay un montón de proyectos en torno a eso, pero si tenemos Vaca Muerta, no la neguemos. Al contrario, usemos Vaca Muerta, el petróleo y el gas para abastecer esa transición, y sino tenemos la tranquilidad de que eso se puede vender. Además de exportar a los países limítrofes, vamos a dejar de depender de los buques que traen gas a un precio muy caro. El gas es un recurso clave para producir y para vivir. Vaca Muerta ya está desarrollado, y claro que tiene impacto. Si no queremos impacto ambiental, tenemos que cambiar la forma de vivir como seres humanos, como especie, y eso no va a pasar. Aceptemos que el ser humano genera impacto, veamos cómo reducirlo y cómo compensarlo. Pero no queramos tapar la realidad con la mano.

-En una entrevista con Canal Abierto desmentís la falacia de que la cuestión ambiental sea una discusión de países del Primer Mundo. Hablás del deterioro de la economía argentina, a modo de ejemplo, y de cómo podría mejorar con políticas ambientales. También haces énfasis en la cuestión de que quizás nuestros problemas sean consecuencia del modelo de explotación que se viene siguiendo…
-Muchas personas dicen que la inclusión de la dimensión ambiental es para países desarrollados. Pero no metiendo esa dimensión en la discusión y yendo siempre por lo urgente, la Argentina termina en crisis permanente. La realidad es que en Argentina estamos acostumbrados a hacer siempre lo mismo y nos va cada vez peor como consecuencia de eso. En el mientras tanto, tenemos un canal muy potente que podría darnos un posicionamiento económico global, estratégico y de otro nivel que el que tenemos hoy, que lo estamos desaprovechando. Como país tenemos un problema, que es tener todo lo que el mundo necesita. Argentina tiene de todo y vive con la lógica de lo que yo llamo el “síndrome del niño rico”: cuando vos no tuviste que pelear o trabajar por tener los recursos, no le das tanto valor. Esto es lo mismo. Argentina podría sostenerse en la economía verde para liderar un proceso de reconstrucción económica.

“Deberíamos usar Vaca Muerta para sostener la transición”, afirma Corti.

-En 2020, durante la Cumbre de Ambición Climática, la Argentina se comprometió a alcanzar la neutralidad de carbono para 2050 y disminuir el 19 por ciento de las emisiones hasta 2030. ¿Estamos muy lejos?
-Sí, estamos mal, rotundamente mal. Argentina prácticamente ha ido a contramano de esa declaración. Aumentó la ambición. Es como que yo te diga que a partir del año que viene quiero ganar un 100 por ciento más pero no voy a trabajar más ni voy a tratar de darle más valor a mi trabajo, sino que me voy a quedar en el sillón pensando cómo gano ese 100 por ciento más que nunca va a llegar. La Argentina se ha cansado de actualizar y firmar documentos políticamente correctos que no se trasladan a políticas públicas, que es lo que necesitamos. No estoy hablando del Ministerio de Ambiente, que es el ministerio desde donde menos se puede hacer esto. Estoy hablando de energía, transporte, economía, producción. Hay un montón de lugares donde tiene que cambiar la lógica de funcionamiento.