Por Francisco Sciaky

El 20 de septiembre de 1976, Yves Marie Alain Domergue y Cristina Cialceta Marull fueron secuestrados en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Él, francés, tenía 22 años; ella, mexicana, 20. Sus cuerpos fueron encontrados en 1977 en una zanja cerca de Melincué, al sur de la provincia. No fueron identificados y los enterraron como NN. 

No fue hasta mayo de 2010, gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que sus restos fueron identificados. Este hallazgo fue posible gracias a la búsqueda de sus familias, la Dirección de Derechos Humanos de Santa Fe y un grupo de docentes y alumnos de la Escuela Pablo Pizzurno de Melincué, que en 2003 iniciaron una investigación para reconstruir la identidad de los jóvenes asesinados. 

El caso de Yves y Cristina se convirtió en un símbolo de la lucha por la memoria, la verdad y la justicia. Su historia fue contada en documentales como Una flor para las tumbas sin nombre, en el libro Huesos desnudos, de Eric Domergue (hermano de Yves), y en murales, placas conmemorativas y actos de homenaje en la Argentina y Francia. 

En 2021, se realizó una lectura del poema “Huesos desnudos”, escrito por Eric tras la recuperación de los restos de su hermano y su cuñada. Además, en Rosario, sus cenizas fueron depositadas en el Bosque de la Memoria, donde se plantó un timbó en su honor. 

La identificación de Yves y Cristina fue posible gracias a la anulación de las leyes de impunidad y los avances en genética forense. Organismos de derechos humanos, abogados, periodistas y militantes acompañaron la lucha de sus familias. “Tarea cumplida”, escribió Eric al cerrar este capítulo de búsqueda, recordando también a Silvia Suppo y Jorge Julio López, dos testigos clave en juicios de lesa humanidad. Ella fue asesinada en 2010, y él desapareció en 2006, un día antes de presentarse a declarar.

Publicable habló con Eric en vísperas del último 24 de marzo, Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia.

—Esta fecha llega en un contexto político diferente. ¿Cómo lo vivís? 
—Sin duda, este 24 de marzo tiene una relevancia mayor por el gobierno que tenemos. No es simplemente un gobierno de derecha, es un gobierno de extrema derecha. No solo es negacionista, sino que reivindica la dictadura. Es muy peligroso en todos los terrenos y tenemos que estar más alertas que nunca. 

—Llevás años luchando por la memoria de tu hermano. ¿Cómo fue la búsqueda? 
—La búsqueda de mi hermano arrancó unos meses después de su desaparición. Nosotros éramos una familia francesa, mi familia ya estaba en Francia y el único que quedaba en la Argentina era Yves. Cuando después de semanas y semanas mi hermano no apareció, mi familia me mandó de vuelta a Francia para protegerme. Entonces, desde allá, mi padre y otros franceses comenzaron una campaña para denunciar su desaparición y lo que estaba pasando en la Argentina. 

—Después de tantos años, ¿cómo llegaste a encontrar a Yves? 
—Fue un camino largo. En 2003, un grupo de estudiantes de la Escuela Pablo Pizzurno de Melincué, con la guía de su profesora Juliana Cagrandi, empezó a investigar la historia de dos NN enterrados en el cementerio del pueblo. Era parte de un trabajo escolar. En 2008, la docente llevó el caso a la Secretaría de Derechos Humanos de Santa Fe, y en 2010, el Equipo Argentino de Antropología Forense pudo confirmar que los cuerpos eran de Yves y Cristina. La identificación llegó gracias al ADN. 

—¿Cómo fue ese encuentro con la comunidad de Melincué? 
—Muy fuerte. Cuando llegué a Melincué y conocí la escuela y a la gente del pueblo, fue una emoción enorme. No solo recuperamos a mi hermano, sino que recuperamos una historia de solidaridad, de compromiso con la memoria. Esa comunidad es parte de mi familia. Durante más de treinta años, sin saber quiénes eran, la gente del pueblo llevó flores a sus tumbas. Todavía hoy estoy en contacto con ellos. 

—Después de todo lo que viviste, ¿qué significa para vos la memoria?
—Significa todo. La memoria es la única manera de garantizar que algo así no vuelva a pasar. Y por eso es tan importante este 24 de marzo. Porque si permitimos que se olvide lo que pasó, si dejamos que los discursos negacionistas se impongan, corremos el riesgo de repetir la historia.