Por Marco Palazzo
Ana Bianco, doctora en matemática e investigadora independiente del Conicet, trabaja desde 2021 como directora alterna de la nueva licenciatura en Ciencias de Datos de la UBA. Data Science es a priori la carrera par excellence para aquellos estudiantes interesados en la tecnología, y Bianco la define así: “Está compuesta por la ecuación Matemática + Computación + Datos”.
“Esta licenciatura fue oportuna porque hacía falta algo nuevo y lo que nos preocupa de la carrera de Datos es que sea interdisciplinaria. Imaginamos a un egresado trabajando en la industria, en la gestión pública, en la academia y hasta en investigaciones de sociología”, proyecta la especialista en estadística y “discípula” de Víctor Yohai, primer matemático en recibir el Premio Bunge y Born (2018).
Bianco se encuentra en su oficina en el segundo piso del flamante pabellón “Cero + Infinito”, similar a “The Crystal Palace” de Londres por su fachada totalmente vidriada que le da ese tinte ecofriendly. Si bien se siente una “privilegiada” por las modernas instalaciones del edificio, cierra la puerta de vidrio de su despacho para evitar los ruidosos aterrizajes en Aeroparque.
—En el libro Qué es y qué no es la estadística, de Walter Sosa Escudero, el autor describe: “La vieja estadística devino ‘ciencia de datos’ y de pronto se convirtió en la disciplina más sexy de la oferta académica y de la oferta laboral”. ¿Coincide con esa visión?
—Me gusta mucho lo que dice Walter porque habla de la estadística como un gran navío, una nave insignia que está bien sólida y que puede atravesar todos los mares. No sé si la estadística devino la Data Science. Creo que hay una rama de la estadística matemática clásica que sigue respondiendo preguntas y trata de darle una respuesta formal al desarrollo de la Data Science. A principios de 2000 había cierta competencia entre las dos disciplinas y empezó a verse un “vaso comunicante”. La Data Science mira este desarrollo matemático-estadístico como un sustento a nuestras técnicas. Ambas cosas tienen vida.
—Con cerca del 30 por ciento de estudiantes mujeres en la carrera, ¿qué medidas y políticas impulsan desde la dirección para incrementar esa cifra?
—Un 30 por ciento nos parece un buen número para empezar si lo comparamos con otras carreras como Computación, que tiene la mitad de mujeres en su composición estudiantil. Tenemos un buen piso. En nuestra carrera tenemos una subcomisión de género que es activa y tenemos un ojo puesto en eso. La autoridad de la carrera está dirigida por los dos géneros y nos parece importante mantener ese equilibrio. Es decir, hay muchas formas de estar presente con ese tema que nos preocupa y nos ocupa.
—En las últimas pruebas PISA (2019), la Argentina se ubicó en el puesto 63, pero Matemática fue una materia bien calificada. ¿Es bueno el nivel educativo de los ingresantes?
—En este 2022, como nuestro segundo año de la carrera, estamos un poquito más atentos en las primeras materias: análisis y álgebra. Los profesores fueron pasando la información y la verdad es que los estudiantes del CBC tienen un nivel muy alto de rendimiento, de asistencia y de aprobación. Eso es un buen indicio en el sentido de que les chiques están eligiendo algo que les gusta y le están poniendo energía. Sin dudas están llegando con un nivel muy satisfactorio.
—¿Debería la programación estar incluida en el programa de educación secundaria en pos de incrementar el nivel académico de los ingresantes? Finlandia, Estonia, Israel, China y Reino Unido lo implementaron hace unos años.
—Como profesora de esta casa, suelo dictar una materia de posgrado donde llega gente que no sabe programar y es fantástico porque usamos la programación como parte del proceso de comprender. Ayuda a ordenar el pensamiento y a secuenciar. Es una herramienta muy interesante para incorporar en las escuelas secundarias. Uno puede programar desde cosas muy sencillas hasta cosas muy sofisticadas. Eso, sin duda, va a llegar en alguna instancia.
—En las últimas inscripciones para el CBC, la carrera resultó ser la primera opción dentro de la oferta de Ciencias Exactas, con 599 inscriptos. ¿Esto se debe a la parte “sexy” de la ciencia de datos, como señala Escudero, acompañada por la oportuna disposición del pabellón “Cero + Infinito”?
—Originalmente estábamos pensando en una modificación de la licenciatura en matemática, pero cambió el escenario para crear una nueva carrera porque había una demanda. Estábamos a la vanguardia y es por eso que hubo una respuesta de los estudiantes. La ecuación de la carrera es matemática + computación + datos. El Cero + Infinito es, sin duda, un lugar privilegiado. En este edificio conviven Ciencias de la Atmósfera, Química, Física, Biología y otras carreras de Exactas. Estamos en un lugar interdisciplinario naturalmente.
—La salida laboral es muy amplia y ofrece excelentes salarios en el exterior. ¿Cómo observa desde la dirección esta “fuga de capital intelectual” a otros países? ¿Los estudiantes no terminan la carrera consecuencia de este “oasis” de buenos sueldos?
—Es un gran desafío. El objetivo es que los estudiantes comiencen y terminen. Tenemos que actuar y estamos atentos a eso, en el sentido de que hemos analizado cómo vincularnos a empresas y hemos trabajado en la instancia de la tesis, que a muchos se les hace infinita. Por eso, diseñamos una materia para que el estudiante tenga un marco para hacer su tesis junto al seguimiento de un tutor. Ahí es donde puede perfilar su licenciatura a la vida informática, estadística o de inteligencia artificial, entre otras disciplinas. Eso va a ayudar a que los estudiantes tengan un principio y un fin. Nos preocupa que la carrera sea interdisciplinaria porque imaginamos a un egresado nuestro trabajando en la industria, en el ámbito de la gestión pública, en la academia o colaborando en investigaciones de sociología. Hay una diversidad de campos de trabajo enorme.