Por C. Rabinovich y C. Tejero

Luego de la abrupta paralización por la pandemia de la industria del cine, que afectó tanto a los rodajes como a las salas, el sector enfrenta los mayores retos de su historia. El streaming se fortaleció con la cuarentena y los directores tienen la esperanza de que el formato permita una mejor exhibición de sus películas, pero los distribuidores adelantan que se dificulta el sistema de negocio.

Muchas salas para pocas películas

El escenario pandémico complica aún más un problema que ya estaba antes de la COVID: la dificultad de mostrar cine independiente argentino en pantalla grande. El punto de conflicto está en que los dueños de las salas prefieren completar sus carteleras con películas taquilleras antes que ofrecer producciones nacionales, obstaculizando su divulgación.

La situación puede ejemplificarse con lo ocurrido en 2019, cuando la segunda película más vista del país, “Avengers: Endgame”, ocupó 571 pantallas de las 971 que hay en todas las provincias, según un informe del Sistema de Información Cultural de la Argentina (Sinca). En contraparte, la película argentina más taquillera, “El cuento de las comadrejas”, consiguió 249 salas.

Ante el aumento de suscripciones de las plataformas, crece el optimismo dentro de la industria de que pueda ser una herramienta para llegar a mayor público. La realidad apunta a que el streaming tiene un efecto democratizante, porque cualquier persona puede ver un contenido desde cualquier punto del país, pero eso no significa que haga rentable la actividad.

¿La nueva distribución?

Los distribuidores argentinos debieron adaptarse empezando a estrenar en soportes digitales. Desde la Cámara Argentina de Distribuidores Independientes (CADICine) adelantan que su trabajo es complejo, ya que salas y plataformas confluyen en la misma situación: La audiencia nunca se entera de que se hacen y que se estrenan 200 películas argentinas por año, afirman.

El presidente de la entidad, Manuel García, explicó el panorama de este nuevo escenario: “Lo que te garantiza este mundo digital es que la película esté disponible, no garantiza el acceso del público al contenido”. En contra de lo que podría esperarse por el tráfico de las plataformas, justificó: “Si pongo la película de forma transaccional, con un valor de entre 30 y 50 pesos, la va a ver menos gente que si fuera al Gaumont (complejo cinematográfico propio del INCAA), que es una sala, en un solo barrio de Ciudad de Buenos Aires”.

El Cine Gaumont, epicentro de los estrenos nacionales

¿Cómo explicar que, según la UNESCO, Argentina esté dentro de los 10 países con más producciones pero que el público conozca tan poco del cine nacional? Para García se debe a que “la política pública no genera un criterio de contenido hacia la audiencia, no se preocupa por eso”. En 2020, la plataforma Cine.ar, que depende del INCAA, estrenó alrededor de 60 películas, apenas un 30 por ciento de lo que se acostumbraba a estrenar en salas cada año.

El Estado cuenta dos canales digitales para distribuir contenidos: Cine.ar (INCAA) y Cont.ar (Ministerio de Cultura). El primero ha registrado un incremento de 1,6 millones de visualizaciones en los primeros seis meses del año pasado con respecto al mismo periodo de 2019. Sin embargo, García señala la falta de criterio por parte del organismo para ponderar un contenido por encima de otro. El resultado es, dice, “una mezcolanza, una diversidad de películas en una grilla muy grande, con una interfaz confusa, que realmente no termina siendo una opción ni un negocio”.

El INCAA actualmente se ve atravesado por una variedad de cuestionamientos de ineficiencia en sus tareas, pero el que compete a este planteo es la falencia en su rol de asegurar y promocionar aquellas películas que se escapan del conocimiento de la sociedad. El streaming no es una solución factible a un problema que viene hace años: la puja del cine argentino para ser visible.

De a poco vuelven los rodajes

Aunque la cuarentena frenó los rodajes, el Bafici 2021 se llevó a cabo con 93 largometrajes exhibidos en carácter de estreno, parte de ellos trabajados en pleno aislamiento. Muchos directores y productores siguieron trabajando en sus casas, como el director de la película ganadora de la Competencia Argentina, Ignacio Ceroi. Presentó el film Que será del verano, que demandó seis meses de trabajo: “El material ya existía, era preexistente a la pandemia, pero todo el tiempo de encierro fue aprovechado al máximo para editar la película”.

En cuanto al escenario local, Ceroi expresó que se dificulta volver a rodar después de la primera ola de contagios “por cuestiones protocolares, ya que muchas productoras no tienen la espalda para hacerle frente a todas las demandas sanitarias”. Asimismo, el presidente del INCAA, Luis Puenzo, especificó en una conversación con Radio Nacional que un presupuesto para filmar hoy puede doblar al de los años anteriores.

El Bafici se realizó durante la segunda quincena de marzo, con mayoría de actividades al aire libre

A su vez, hay directores que intentan tener la menor cantidad de personas en su equipo para evitar costos y posibles retrasos por contagios. Raúl Perrone es un fiel exponente de este modelo. Durante 2020 filmó y estrenó “420”, que dirigió desde casa: “Les decía a los pibes cómo poner la cámara y después improvisaban, como improviso yo en mis películas. Creo que de alguna manera representaron mi forma de ser, fue casi como si yo hubiese estado ahí”.

Durante la primera etapa de la pandemia, con el primer cierre de las salas, el streaming fue la única opción para consumir películas. Los estrenos por plataformas digitales fueron comunes durante 2020, como ocurrió en Cine.ar con “Corsario”, también de Perrone. El director oriundo de Ituzaingó aseguró que fue “una buena experiencia porque, dentro de todo, la película se vio mucho”. Pero a la vez contraargumentó: “Yo siempre prefiero una sala o un festival donde la película se pueda ver de manera presencial, con gente y en una pantalla grande, como se tiene que ver una película”.