Por Dante Stringa
Ante la crisis económica generada por la pandemia, el cierre de actividades, la baja en la matrícula de socios y el arrastre de deudas desde el aumento de las tarifas de servicios públicos de 2016, el contexto de los clubes de barrio es complicado. Muchas instituciones se vieron obligadas a reconvertirse con actividades virtuales, planes alternativos para mantener el contacto con los niños y niñas, y el desarrollo de trabajos sociales dentro de los barrios.
La presidenta de la Unión Nacional de Clubes de Barrio (UNCB), Marina Lesci, destaca el rol que tienen estos lugares en este duro período pandémico: “Así como cuando hay inundaciones somos un lugar de encuentro para juntar donaciones o, cuando hay crisis alimentaria, hacemos ollas de comida para los vecinos, hoy nos toca ampliarnos y, en algunos casos, hasta ser sede de inscripción y vacunación”.
La dirigente recorre clubes e instituciones para intercambiar experiencias y conocer las diferentes situaciones o problemáticas que atraviesan. “Es clave estar en contacto y tocar todas las puertas del Estado en esta situación. Pero, sobre todo, estar convencidos del rol social que cumplen los clubes. Y hoy no tengo duda de que todos los dirigentes lo están”, afirma, y agrega: “Si bien cada club es diferente en cuanto a los servicios que presta en el barrio, el objetivo es siempre el mismo: trabajar junto a los vecinos y vecinas con las puertas abiertas, con la comunidad participando activamente”.
Lesci, quien además es la actual presidenta del Concejo Deliberante de Lomas de Zamora, pone especial énfasis en el rol que tendrán los clubes cuando avance la vacunación: “Vamos a ser un actor fundamental, hay mucha juventud que después de esta situación no va a volver a la escuela porque perdió conexión o tuvo que salir a trabajar. Pero al club sí va a volver, y tendremos una tarea de contención y trabajo con los chicos y chicas”.
Los clubes arrastran una situación compleja debido al incremento de las tarifas de servicios públicos de 2016. La situación pone en riesgo a miles de instituciones en todo el país por las deudas que fueron acumulando y que se profundizaron durante la pandemia, ya que las empresas continuaron enviando boletas con aumentos pese a que los clubes no tuvieron consumo.
Lesci asegura que continuarán con el reclamo “para que no haya cortes ni deudas impagables“. “Es indispensable que en este contexto, y con la ley de Asociaciones Civiles vigente, las empresas de servicios cumplan con lo que la ley las obliga y, en simultáneo, se avance con la esperada reglamentación de la Ley de Clubes de Barrio 27098, que va a permitir que los clubes tengan tarifas justas”.
Lesci se crio en el Club Defensores de Banfield. Tenía poco más de 20 años cuando, con la institución en quiebra y una comisión directiva en salida, tomó las riendas junto a otros jóvenes, con el objetivo de evitar el remate del predio. No sólo lo consiguieron, sino que el club comenzó un camino de crecimiento que lleva 13 años.
En ese tiempo mejoraron la infraestructura y ampliaron la cantidad de socios activos. Además, la profesionalización de los deportes derivó en un salto hacia las competencias de élite, algo impensado para un club de barrio: “Para levantar la situación de 2009 de Defensores no hicimos magia. Fue el resultado de un esfuerzo de trabajo, trabajo y trabajo. Amamos el club y con mucha paciencia pudimos pensar y concretar un objetivo a largo plazo”, concluye la dirigente.