Por Florencia Bertolino

Cinco minutos pasados de las tres de la tarde comenzó la segunda semana del juicio a los ex comandantes. El primero en declarar fue Robert Cox, ex editor del Buenos Aires Herald, quien había suspendido su declaración el viernes pasado por una descompensación. Durante el proceso, el Buenos Aires Herald fue uno de los pocos medios en informar sistemáticamente sobre la situación de las personas desaparecidas.

En una extensa declaración, los jueces pidieron a Cox que diera detalles de las varias entrevistas que sostuvo durante la dictadura con el ex Presidente de facto Jorge Rafeal Videla y Albano Harguindeguy, ministro del Interior de la dictadura. El periodista contó que en su primer encuentro, en 1976, Videla parecía ser “un hombre maravilloso”. Y que, durante varios años, mantuvo diálogos con los miembros de las cúpulas militares, intentando persuadirlos de que actuaran de otro modo. Narró asimismo que, en una ocasión, Harguindeguy le había confesado que “no hay tantos desaparecidos como se dice”. Finalmente Cox declaró que, cuando su familia comenzó a recibir amenazas, decidió exiliarse fuera del país.

En lo que fue la declaración más extensa hasta el momento, Cox también relató sus investigaciones sobre el asesinato de los seminaristas de la orden de los Palotinos y contó que el periodista Mariano Grondona le había revelado la existencia de un pacto de sangre entre los miembros de las Fuerzas Armadas, por el cual hasta los oficiales que cumplían funciones administrativas eran llamados a ejecutar prisioneros o cavar tumbas.

“Torturaban profesionalmente, de forma fría y calculada”

La sala se inundó de silencio y tensión con el relato de la segunda testigo, la física de la Universidad de la Plata, Adriana Calvo de Laborde, quien fue secuestrada en 1977, cuando estaba embarazada, y mantenida en el centro de detención conocido como el Pozo de Banfield.

“Torturaban profesionalmente, de forma fría y calculada”, contó la testigo, quien durante sus tres meses de cautiverio pudo escuchar (ya que estaba vendada) cómo sus captores aplicaban picana eléctrica, submarino (ahogar a una persona en un barril lleno de agua) y otros métodos de tortura. También detalló cómo eran los partos de las prisioneras embarazadas como ella y señaló que pudo identificar al doctor Bergés, involucrado en muchos partos, el de ella inclusive.

El momento más estremecedor de su testimonio fue cuando contó el nacimiento de su hija durante un traslado, en un auto, con los ojos tapados y las manos atadas en su espalda. “Ese día hice la promesa de que, si mi beba vivía y yo vivía, iba a luchar el resto de mis días porque se hiciera justicia”, dijo. Al concluir el testimonio, los abogados de la defensa miraban al piso, ninguno formuló una pregunta y se retiraban al cuarto intermedio evitando las miradas del público presente en la sala.

Continuó el testimonio de su esposo Miguel Laborde, también profesor de la Universidad de La Plata, y detenido durante varios meses en la comisaría quinta, donde fue golpeado mientras lo interrogaban sobre su viaje a Chile, y no fue torturado porque sus declaraciones fueron consideradas “satisfactorias“.

En un día intenso, también declararon como testigos el doctor en farmacia y bioquímica Néstor Caffini, la médica y hermana de Miguel, Mariana Laborde de Fernández; el periodista y hermano de la Adriana, Julio Cesar Calvo. Además, la señora Maria Elena Gonzalez Litardo, que vio cuando se llevaban a sus vecinos, Adriana y Miguel, y posteriormente recibió al hijo de la pareja. Su marido, Eduardo Litardo también declaró como testigo del hecho. Por último, Ana María Caracoche de Gatica, secuestrada en 1977 y torturada por no querer dar información sobre su marido, Oscar.

Atentado a Radio Belgrano

En la madrugada de la que fue tal vez la jornada más tensa desde el comienzo del Juicio, un grupo comando integrado por 10 personas -tres de ellas con uniforme de la policía bonaerense- irrumpió el edificio de Radio Belgrano. Los explosivos provocaron daños materiales en algunos equipos y debieron interrumpir la transmisión, que se restauró al mediodía. El presidente de la Nación, Raúl Alfonsín, habló horas después del atentado y se solidarizó con todo el personal de la emisora. Además, ordenó que se adopten las medidas necesarias para que la radio pueda retomar sus transmisiones en el lapso más breve posible.