Por M. Fernández, A. Matacotta, D. Banegas y P. Ivaldi

La jornada de hoy del Juicio a las Juntas Militares sumó un testimonio que volvió a poner el foco en los aberrantes crímenes y violaciones a los derechos humanos que tuvieron lugar durante la última dictadura en el centro clandestino de detención conocido como la “Mansión Seré”, ubicada en el partido bonaerense de Morón.

Se trata de la palabra de Guillermo Fernández, uno de los cuatro jóvenes que logró fugarse de aquella dependencia de la Fuerza Aérea tras haber permanecido en cautiverio durante cinco meses, desde el 20 de octubre de 1977.

El actual actor de 24 años, radicado en Estocolmo, había sido secuestrado a las 3 de la mañana en su domicilio de la localidad de Morón, provincia de Buenos Aires, y fue el primero en declarar hoy:  “Nos golpeaban, interrogaban, hacían simulacros de fusilamiento y hasta amenazaron con violarme”.

La Mansión Seré, en Ituzaingó

Los detalles

En su declaración de casi tres horas, Guillermo Fernández aportó sobrenombres de guardias de “La Patota”, grupo encargado de las sesiones de tortura, entre los cuales destacó a “Tino”, “Chiche” y “Lucas”. También nombró a algunos de los detenidos que se fugaron con él, quienes ya declararon anteriormente, y a otros que, tras estar detenidos, fueron asesinados, como Jorge Infantino y Alejandro Astiz, su amigo de primaria con quien compartió tiempo durante su secuestro.

Además, confirmó un hecho declarado el pasado 6 de junio por su compañero Claudio Tamburrini, en el que, con el mismo clavo con el que logró abrir la ventana para escaparse, escribió en la pared “Gracias Lucas”, como una despedida irónica a quien lo había torturado durante los cinco meses de encierro, tras indagarlo por sus actividades en el colegio Mariano Acosta del barrio porteño de Balvanera.

Fernández respondió varias preguntas de los abogados de los brigadieres Agosti y Lami Dozo. Uno de ellos le preguntó si había visto guardias en las afueras de la Mansión Seré, a lo que respondió: “No he visto, no tuve el gusto”.

Por último, contó que huyó del país con documentación falsa que le consiguió un ex miembro de la Policía Federal que “torturó y asesinó, pero que se sentía amigo mío”, apodado El Pampa, de quien desconocía su identidad. Él mismo lo llevó en auto a Uruguay y le consiguió trabajó allí, hasta que pudo viajar a Brasil y pedir ayuda a organizaciones de refugiados de las Naciones Unidas.

De Argentina a Uruguay

Otro testigo que declaró fue el periodista uruguayo Enrique Rodríguez Larreta Piera, que brindó los nombres de los militares uruguayos José Nino Gavazzo, Manuel Cordero y el capitán Jorge Silveyra, a quienes pudo identificar en interrogatorios y torturas que se llevaban a cabo en el centro clandestino Automotores Orletti: “Quedaba así demostrada la actuación conjunta de las Fuerzas Armadas de ambos países, sostuvo.

El periodista de 63 años contó su experiencia antes de ser secuestrado: “El 30 de junio de 1976 desapareció un hijo mío en Buenos Aires, vine a buscarlo y realicé los trámites pertinentes. En ese momento hablé con uno de los integrantes de la Corte Suprema, el doctor Abelardo Rossi, quien me dijo que el caso de mi hijo era uno de los seis mil habeas corpus que hasta el momento les habían presentado. Enrique Rodríguez Larreta Martínez, su hijo, también prestó declaración hoy.

Enrique Rodríguez Larreta Piera ante la Cámara Federal

El 13 de julio de 1976 Rodríguez Larreta Piera fue secuestrado en el domicilio de su nuera, junto a ella, por un grupo de civiles. “Nos llevaron a Automotores Orletti, nos interrogaron y nos dejaron en el piso de un lugar donde reconocí a mi hijo por su tos y pudimos hablar, dijo el periodista. Agregó que allí también se encontraban la hija del senador uruguayo asesinado en nuestro país Zelmar Michellini, los dirigentes gremiales uruguayos León Duarte, Gerardo Gatti y Washington Pérez, y Carlos Santucho y Manuela Santucho, hermanos de Mario Santucho, el dirigente del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) que había sido asesinado ese año.

Luego de su cautiverio en Orletti, el grupo de tareas uruguayo los trasladó a la Base Aérea Militar 1, en su país, donde el 26 de agosto del mismo año el mayor José Nino Gavazzo les requirió que firmasen un testimonio falso, y el periodista afirmó que los detenidos se negaron a hacerlo. Esto fue confirmado por las uruguayas Asilú Sonia Manceiro Pérez, de 56 años, y María Elva Rama Molla, de 31 años, quien dijo: Hubo intentos de que firmáramos actas de declaraciones falsas que decían que nosotros habíamos intentado invadir Uruguay a partir de no sé qué departamento”. Las dos mujeres habían estado secuestradas también en el centro clandestino Orletti.

Además de las víctimas de la coparticipación militar entre Argentina y Uruguay, declararon Estozia Zulovich de Koncurat y Nélida Torres de Viola, madre y abuela de Antonio Francisco Koncurat, secuestrado al año y medio de edad de su vivienda en la ciudad de Córdoba e identificado días después en Casa Cuna.