Por Antón, Papandrea, Mendeluk, Nacinovich y Yudica

La audiencia de hoy estuvo dedicada a lo ocurrido en el centro clandestino de detención (CCDLa Ribera, en Córdoba.

En primer lugar, se analizó el caso los hermanos López Ayllon. “Era el infierno mismo trasladado a mi departamento”, relató la testigo Zulema Ayllon de Croix, al recordar cómo un grupo de militares ingresó a su casa buscando a sus dos sobrinos.

En la misma sesión se recibieron declaraciones sobre el asesinato de la docente Amelia Insaurralde. Uno de los testigos, Cayetano Moyano, dijo sobre el campo de La Ribera: “Es inenarrable el horror que hemos pasado allí”.

Los hermanos Lópes Ayllon

Zulema Ayllon La Croix, docente jubilada, contó angustiada que sus sobrinos Jorge Gustavo y Alfredo López Ayllon fueron secuestrados y permanecen desaparecidos. La testigo recordó la frase que le dijeron los militares la segunda vez que entraron a su casa: “Cuiden los que le quedan -en referencia al resto de sus sobrinos- porque les va a pasar lo mismo que a ellos dos”.

El sábado 12 de noviembre de 1977, fecha de la desaparición de su sobrino Alfredo, la testigo se había despedido de él en Córdoba capital y pactaron encontrarse al día siguiente en su residencia de campo de Carlos Paz. A las tres de la madrugada, le tocaron el timbre y entraron a su casa alrededor de 15 hombres armados vestidos de civil, que se llevaron una carpeta que era de su sobrino y que contenía nombres que supuestamente, según afirmaron los secuestradores, tenían “prueba suficiente para condenarlo”. Al día siguiente, supo que Alfredo había desaparecido y lo mismo ocurrió después con su hermano Jorge Gustavo.

Los familiares iniciaron entonces su búsqueda en toda la provincia. Al principio hubo buena predisposición de los militares, pero al momento de presentar la denuncia de desaparición les “cerraron las puertas”.

Luego prestó declaración el oficial del Ejército Ricardo Roca, conocido de la familia Ayllon, quien dijo conocer desde los 15 años a la madre de los desaparecidos, y admitió haberla acompañado a hacer la denuncia por sus hijos, ya que creían que tendría mayor influencia por su condición de militar. No obstante, los esfuerzos por tratar de averiguar el paradero de los dos jóvenes desaparecidos resultaron inútiles.

La agonía de Amelia Insaurralde

El segundo caso que se trató fue el de la docente Amelia Insaurralde, militante del Partido Comunista torturada y asesinada en el campo de La Ribera. El fotógrafo Cayetano Moyano, quien estuvo detenido en el mismo CCD, declaró haber viajado con ella en el camión que los llevó a La Ribera. Describió el horror que vivió durante tres días en los que fue picaneado y golpeado, y dijo que pudo reconocer a Insaurralde por su voz, a pesar de la venda que llevaban en los ojos.

El siguiente testigo fue Juan Carlos More, suboficial de Gendarmería desde hace 17 años y jefe de guardia del Campo de La Ribera. Junto a otros integrantes de la guardia acudieron al cuarto donde estaba Insaurralde. Aseguró que la docente “se encontraba agonizando, con dos pañuelos anudados al cuello, boca arriba sobre la cama”. Según dijo More, de “inmediato” la llevaron al patio para darle los “primeros auxilios”.

Para More era “normal” que la mujer tuviera los pañuelos en su poder, ya que estaba resfriada y la orden de los guardias “era cuidarla, darle higiene y alimentación”. A pesar de lo denunciado por las víctimas, More negó haber visto algún prisionero con los ojos vendados.

El suboficial se desligó de toda responsabilidad en los crímenes, al manifestar que no tenía conocimiento de la información relacionada a la “subversión” porque era “secreto militar”. Por último, recordó que fue citado a declarar dos veces en la ciudad de Córdoba por el asesinato de Insaurralde, pero dijo desconocer el resultado del proceso.

Julio César Pedro, suboficial de Gendarmería, confesó que fue él quien encontró muerta a Insaurralde porque se encargaba de recorrer, cada media hora, el pasillo donde se encontraba la habitación de la detenida. Relató la secuencia de los “primeros auxilios” que le dieron a la víctima y al igual que More, se desligó de toda responsabilidad ya que desconocía si los prisioneros estaban en La Ribera por “delito de homicidio, motivo de lucha o por robo de un cartel”.

El doctor Toribio Aguerre declarando ante el tribunal. (Foto: Memoria Abierta).

El médico cirujano Toribio Lucio Aguerre aseguró que la autopsia determinó Insaurralde tenía “lesiones que podrían ser de un ahorcamiento de la occisa”, y descartó otras causas de muerte: “No había nada que pudiera llamar la atención, salvo en su cuello, en donde habían tres vueltas de gasa con un nudo”. Aguerre dijo estar convencido de que fue un suicidio, pero aclaró que sufre de un enfisema cerebral profundo que le producen algunas lagunas mentales” que le hacen perder la memoria.

Juan Carlos Lona, teniente coronel y director de la prisión militar de encausados de Córdoba, afirmó que no tuvo ninguna información sobre la muerte de una interna en el Campo de La Ribera. En relación con la salud de los presos, aseguró que existía un pequeño consultorio que era atendido una vez a la semana por un médico del Hospital Militar de Córdoba.

Por último, el sargento de Gendarmería Juan Carlos Escudero declaró que no llevaban un control de los presos ya que no tenían libros ni otros registros.

Detuvieron a Guglielminetti y a otros represores en España

Raúl Guglielminetti, alias “Mayor Guastavino”, y otros dos ex represores de la dictadura cívico-militar fueron detenidos en el aeropuerto de Barajas, España, acusados de secuestro, extorsión y apremios ilegales.

Guglielminetti, quien llegó a formar parte de la custodia del presidente Raúl Alfonsín, escapó a España cuando aparecieron denuncias que lo relacionaban con delitos de lesa humanidad ocurridos durante la dictadura. El gobierno argentino solicitará ante los tribunales españoles la extradición de los tres detenidos.