Por A. Santirso, L. Martínez, R. Melonaro y P. Salazar
La audiencia de hoy se caracterizó por la estrategia de la fiscalía para demostrar que la represión formó parte de un plan global y sistemático. De esta manera, los testigos corroboraron la presencia de víctimas, como Hilda Cardozo o Eduardo Valverde, en distintos centros clandestinos de detención (CCD) de diversas provincias y dependientes de diferentes fuerzas.
El primer testimonio fue el de Ramón Aquiles Verón, trabajador del frigorífico Swift, quien declaró acerca de su secuestro y el de su compañera, Hilda Yolanda Cardozo (aún desaparecida), ocurridos el 13 de mayo de 1978, en su casa del barrio rosarino de Saladillo. El padre y el hermano de Verón habían sido secuestrados y, en las sesiones de tortura, habían dado datos de dónde estaba la pareja.
En julio de 1978, Verón fue trasladado desde la Fábrica Militar de Armas “Domingo Matheu” de Rosario a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Luego fue llevado de nuevo a Rosario para ser encarcelado en el Batallón de Comunicaciones 121, ubicado en el barrio de Saladillo, donde un consejo de guerra lo condenó a 15 años de prisión por “pertenecer al Frente Revolucionario 17 de octubre”. Su defensor de guerra le “aconsejó” no apelar y Verón fue liberado el 3 de diciembre de 1983, por conmutación de pena.
A través de algunos compañeros de cautiverio y otros testigos de la causa, Verón supo que su esposa, Hilda Yolanda Cardozo, quien fuera detenida junto a él en Rosario, había estado también secuestrada en la ESMA, donde había sufrido todo tipo de torturas. Se supo también, gracias al testimonio de María del Carmen Pérez de Sosa, que luego Cardozo fue trasladada al Cuartel del Escuadrón de Exploración de Caballería Aerotransportada 4 de Córdoba, donde funcionaba el CCD conocido como La Perla y que, después de un traslado aéreo, no se la volvió a ver.
Otro testimonio destacado fue el de Luis Armando Rébora, ex decano y actual profesor emérito de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Córdoba, y presidente de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) en esa provincia.
Luis Armando Rébora, en su declaración ante el Tribunal.
Rébora dijo que La Perla no era un centro de detención de presos, como lo manifestó el jefe del tercer Cuerpo de Estado, el general Luciano Benjamín Menéndez, sino que en ese lugar torturaban y ejecutaban prisioneros. Como integrante de la CONADEP, dijo haber recibido todo tipo de denuncias de secuestros y desapariciones, incluso anteriores al 24 de marzo de 1976.
Otra integrante de la delegación cordobesa de la CONADEP, la abogada María Elena Mercado, habló de la desaparición de su marido, Eduardo Jorge Valverde. El 24 de marzo de 1976, una cuadrilla de la Fuerza Aérea allanó ilegalmente su casa en busca de su esposo, quien al llegar y enterarse de la citación, se presentó por voluntad propia al puesto de guardia ubicado en la calle Jujuy al 100, en la ciudad de Córdoba, donde quedó detenido y no se volvió a saber de su paradero.
En noviembre de 1982, cuando se hizo pública la denuncia de María Elena Mercado, Elmer Fessia, un ex detenido desaparecido, le contó que había sido testigo de las últimas horas de su marido en La Perla, que dependía del Ejército y no de la Fuerza Aérea.
Cuando le tocó declarar, Fessia, entrenador de básquet en el Club Deportivo Central Córdoba, habló sin pausa sobre las dos semanas de su detención y de las torturas que sufrió. Tras ser secuestrado, el 25 de marzo de 1976, cuando salía del club en el que trabajaba, por efectivos de la policía de Córdoba, lo subieron a un patrullero a la seccional octava, donde fue encapuchado y golpeado. Luego lo trasladaron junto a otras personas a lo que identificó como La Ribera y, más tarde, a La Perla, donde estuvo con Eduardo Valverde, el esposo de María Elena Mercado. Fessia fue liberado en la madrugada del 8 de abril de 1976.