Por Luz Pavón @LUZPAVON

En el apartado titulado La muerte como arma política del primer capítulo del informe “Nunca Más”, la CONADEP destaca que el gobierno militar alteró la tradición jurídica argentina incorporando la pena capital, que nunca utilizó, pero si organizó “el crimen colectivo, un verdadero exterminio masivo, patentizado hoy en el mórbido hallazgo de cientos de cadáveres sin nombre”. Hoy, y en una de las sesiones más cortas de lo que va del Juicio a las Juntas, la Cámara Federal -presidida por José Andrés D’Alessio- entró de lleno en el tratamiento de este aspecto de la represión ilegal.

En la audiencia de esta tarde la Cámara Penal Federal recibió una serie de testimonios coincidentes en torno al asesinato de Mario Lerner y la desaparición de su novia, María del Carmen Reyes. Según estas declaraciones el joven fue arrojado desde el balcón de su departamento al jardín del edificio de la calle Don Bosco 4125. En ese último lugar, fue acribillado a balazos, que lo hirieron en el abdomen, y luego fue arrastrado hasta el baúl de un automóvil. Su novia, en cambio, fue vista en el centro clandestino de detención (CCD) denominado Club Atlético.

Gregorio Lerner, padre del joven de 26 años, fue el primer testigo y se refirió a lo sucedido el 17 de marzo de 1977 en el edificio que habitaba. Su declaración contrasta radicalmente con los partes oficiales de la época que indican que el hecho se produjo en la vía pública y durante un enfrentamiento.

Gregorio Lerner declarando ante el Tribunal (Foto: Memoria Abierta)

Un departamento que parecía arrasado por un huracán, dos valijas llenas de ropa, su biblioteca ametrallada, municiones servidas, el tocadiscos en funcionamiento, dos vasos vacíos y una botella de whisky, también vacía, en la sala. Eso fue lo que encontró Gregorio cuando regresó a su casa a las 23.30 el día del asesinato de su hijo. Fueron sus vecinos quienes le informaron que las víctimas del operativo habían sido ambos jóvenes. Horas después se dirigió hacia la Seccional 10°. “Ni bien pasé el portón de entrada, un muchacho joven me gritó, sin preguntarme nada: ¡Su hijo está muerto. Era un guerrillero buscado. El cadáver está en la morgue … y la piba se escapó!, relató Lerner.

A Lerner le permitieron ver solo la cabeza de su hijo en la morgue y los trámites para retirar el cuerpo demoraron cinco días. Cuando fue devuelto, en el comando del Primer Cuerpo del Ejército le recomendaron “no sacar el cadáver del país”.

Los siguientes testigos, Salvador Giudica, portero del edificio, y Enrique Onofrio, vecino del inmueble de enfrente, señalaron a Roberto Jabalí Speratti como uno de los que participó del operativo aquella noche. “Un grupo de personas tocó el portero eléctrico indicándome que eran de la Policía y que debían ingresar al edificio porque habían colocado una bomba”, explicó Giudica. También relató que cuando logró salir al hall del edificio vio a varias personas de civil armadas y uno de ellos le indicó: “Si declarás, decí que el muchacho tenía una pistola en la mano, porque si no va a haber gatillo para vos también”.

¿Quién es Roberto Speratti?

Roberto Julio Jabalí Speratti fue periodista durante muchos años y trabajó en la sección Policiales del diario Crónica. Una denuncia ante la CONADEP indica que fue reclutado por la Superintendencia de Delitos Federales de la Policía para participar en la lucha antisubversiva como elemento de choque directo. A su vez, señala que Speratti puede dar testimonio sobre el destino dado a niños pequeños encontrados en procedimientos o nacidos en cautiverio, que eran entregados a matrimonios “amigos” o vendidos a traficantes de criaturas recién nacidas.

Speratti está acusado de participar en el asesinato de Lerner.

La noche del 17 de marzo de 1977, fuerzas conjuntas invadieron el departamento de la familia Lerner. El ingreso fue a través del balcón de una vivienda vecina, que pertenecía al hermano de Speratti. Allí esperaron al joven para luego