Por Federico Caggiano
En la jornada de hoy, la Cámara Penal Federal tomó declaración a otro testigo clave del secuestro y asesinato de la diplomática argentina Elena Holmberg, ocurrido en 1978: Silvia Raquel Agulla de Harcourt, amiga y compañera de trabajo de la fallecida en la embajada de París. La testigo relacionó este caso con el crimen de su hermano, Horacio Agulla, director de la revista Confirmado.
Agulla contó que conoció a Holmberg en el Centro Piloto de París, donde la testigo desempeñó tareas vinculadas con las relaciones públicas con los medios de prensa europeos, con el fin de neutralizar la “campaña antiargentina que se efectuaba en toda Europa desde la asunción del gobierno militar”. “A los dos o tres meses llegaron el capitán de navío Eugenio Bilardo y el teniente Enrique Jhon, desplazaron al embajador Anchorena y ocuparon las plazas en el Centro Piloto”, recordó.
La testigo admitió que existía una “incompatibilidad de caracteres” entre Holmberg y los marinos del Centro Piloto y explicó que su amiga fue desplazada de su lugar de trabajo, que se realizaban entrevistas sin avisarle y que durante las noches se hacía funcionar una fotocopiadora para imprimir folletos que no les mostraban.
La testigo Silvia Raquel Agulla de Harcourt, durante su declaración. (Foto: Memoria Abierta)
Luego Agulla relató un episodio que data de julio de 1978: seis meses antes de su desaparición, ambas mujeres se encontraban viajando en un auto y sufrieron un accidente. Al respecto, la testigo declaró: “No se convirtió en tragedia gracias a la pericia de Elena. Cuando llevamos el auto al mecánico, nos dijeron que el acelerador había sido cortado”.
En relación al traslado de Elena Holmberg a Buenos Aires, Agulla aseguró no tener información al respecto. “Si supiéramos eso, sabríamos la causa de su muerte”, expresó la testigo, quien además agregó que los marinos dudaban de Holmberg. “No sé qué creían, o cuánto sabía ella”, declaró.
Por último, Agulla detalló el contenido de las cartas que su amiga le envió desde Buenos Aires durante sus últimos meses de vida: “En sus cartas, Elena manifestaba un enorme miedo”, dijo.
Con notable nerviosismo, la testigo habló además del asesinato de su hermano, el periodista Horacio Agulla, baleado frente al domicilio de unos amigos en la ciudad de Buenos Aires en agosto de 1978. Según Silvia, su hermano había tenido varias entrevistas con Elena en París y él también sabía algo que pudo haberle provocado la muerte.
Finalmente, aportó datos sobre un chofer que habría conducido a Mario Eduardo Firmenich y Fernando Vaca Narvaja, dirigentes de la organización Montoneros, a una entrevista con Massera en el Hotel Intercontinental de París.
Otras declaraciones
A su vez, en la audiencia se trató el caso de Néstor Busso, un editor de publicaciones católicas detenido dos veces en La Plata: la primera vez fue en agosto de 1978 y si bien a los diez días fue liberado, unas horas más tarde se lo detuvo nuevamente. En total pasó más de dos meses preso, tiempo en el que sufrió varias golpizas, aunque no le llegaron a aplicar la picana eléctrica, según declaró.
“Regularmente venía un equipo de interrogadores que me preguntaban sobre las distintas líneas internas de la Iglesia y pretendieron que les enseñase los obispos comunistas”, aseguró Busso. Por su parte, monseñor Hugo Cirotti, amigo de Busso que se encontraba en la casa en el momento de la primera detención, también prestó declaración, en la que destacó la rapidez con la que despacharon a su amigo. “La comunidad cristiana de La Plata se movilizó ampliamente para obtener la liberación de Busso”, recordó Cirotti.