Nazarena Lomagno


La vida de Mateo Salvatto cambió cuando, después de observar a su madre trabajar con sordos, diseñó una aplicación que promete revolucionar la manera de comunicarse para las personas con problemas auditivos. Ganador del campeonato nacional de robótica en Mini-Sumo y la competencia internacional “Robotraffic” en Haifa, Israel, Salvatto ahora está en el primer año de la carrera terciaria de Ingeniería en Sistemas en el Instituto Tecnológico ORT y planea iniciar una empresa de desarrollos tecnológicos. El objetivo es seguir cubriendo necesidades que considere fundamentales para la sociedad. Su compromiso, generosidad y motivación por dejar una huella a nivel mundial destacan a este estudiante.

-¿A qué edad empezaste a idear “¡Háblalo!”?
Empecé a pensar y programar la aplicación a los 17, pero la publiqué e incorporé actualizaciones a los 18. Gran parte del desarrollo fue a esa edad, pero la idea surgió el año anterior.

-¿Cómo funciona?

-Con un sistema de traducción de voz a texto y de texto a voz. La persona sorda escribe lo que quiere decir, su teléfono lo dice en voz alta y la respuesta de los oyentes se graba y se traduce a texto en tiempo real. Así, se puede dar una comunicación bastante fluida.

-¿En qué te basaste para crear y diseñar la aplicación?

Como mi mamá es profesora de sordos, hace mucho convivo con ellos, así que me basé en mis conocidos, mis amigos. Yo estudié electrónica, soy competidor de robótica, sé de tecnología, pero nunca me había planteado hacer algo más solidario hasta que me pregunté por qué estamos planeando colonizar Marte en 2030 y un sordo no puede hacer un trámite. Entonces ahí me propuse hacer una herramienta que ayude.

¡Háblalo! funciona con un sistema de traducción de voz a texto y de texto a voz

-¿Con qué dificultades te encontraste en el desarrollo de la app?

-La dificultad principal que encontré fue el hecho de que yo desarrollé algo para sordos siendo oyente. Hice la primera versión sin consultar con ellos, y después me marcaron varias cosas. Ahí es cuando me di cuenta que no podía programar algo para un grupo de personas al cual no pertenezco. Entonces, programé en conjunto con ellos para que me vayan diciendo lo que querían y lo que no.

-¿Te interesaría asociarte con alguien para el desarrollo de tu proyecto?

-Sí, de hecho, estoy asociado con un amigo que también se llama Mateo, bastante bizarro (risas). Él está en tercer año de la carrera de Ingeniería en Sistemas y la tiene muy clara con el desarrollo de apps, entonces lo invité a participar conmigo y le re gustó. Ahora estamos trabajando juntos e incorporando actualizaciones.

-¿Cuál es tu mayor ambición con ¡Háblalo!?
-Que ayude a la mayor cantidad de sordos posibles. Teniendo en cuenta que hay 360 millones en todo el mundo, hay sólo 17 mil con la app, poquitos. Lo que quiero es que, a nivel mundial, la tengan como su herramienta predilecta en el teléfono a la hora de comunicarse.

-¿Cómo repercute el tiempo que le dedicás a tu proyecto en tus estudios y vida social?

-Soy una persona que hace muchas cosas al mismo tiempo: tengo tres trabajos, la aplicación, voy a la facultad…y no tengo mucha vida social. Es duro emprender un proyecto propio porque es agotador tener que dejar de hacer cosas que te gustan por el simple hecho del éxito del proyecto, aunque lo hagas con gusto.

Salvatto participó del último TEDx Río de la Plata 

-En una entrevista al diario Página/12 contaste que hace cuatro años no sabías cómo funcionaba un enchufe. ¿Cuáles fueron los sacrificios más importantes que tuviste que hacer?

Horas y horas de trabajo. Días de madrugar fines de semana para dar charlas de robótica, no dormir nada antes ni durante las competencias para terminar los proyectos y tomar clases constantemente. Yo aprendí todo en cuatro años no por ser un genio, sino que fallé tantas veces que alguna me tenía que salir bien. Conseguí los títulos de campeón nacional e internacional de robótica, pero antes participé de, al menos, cincuenta concursos.

-¿Estás de acuerdo con que los jóvenes están, en algún punto, estigmatizados bajo la idea de que la juventud es vaga, desmotivada y sin aspiraciones?

-Los jóvenes estamos muy estigmatizados con que somos todos vagos, que sólo nos juntamos a jugar al Counter Strike y estamos todo el día con el celular. Aunque los adultos tengan esa imagen, y en parte sea cierto, por estar jugando jueguitos aprendí a armar computadoras, por ejemplo, y a partir de ahí me interesó la electrónica, con todo lo que me trajo después. Mi generación no puede ignorar la tecnología, nacemos con ella, está inyectada en nosotros. Eso nos da un beneficio increíble: manipulamos la tecnología con una ventaja universalmente amplia sobre personas más grandes. En mi trabajo, cuando le tengo que explicar algo a una persona mayor, le cuesta aceptar que sea un pibe.

-¿A vos te atraviesa algún tipo de inseguridad o desconfianza?

-Sí, las inseguridades estuvieron siempre. Hoy digo que el estigma de los chicos vagos es falso porque me lo probé a mí mismo. Al principio, creía que no iba a poder hacer solo el desarrollo, hasta que lo hice. Los pibes de 18 años podemos hacer cosas bien, solo nos lo tenemos que demostrar.

-¿Qué consejo le darías a alguien que inicia un emprendimiento?

-Lo fundamental para empezar un emprendimiento es confianza en la idea y en vos. Además, estar seguro de que las cosas te van a salir mal y no tenés que abandonar cuando así sea. Si vos te convencés de que vas a fallar, cuando lo hacés no te frustrás. Por otro lado, al presentar el proyecto, lo fundamental es valentía y mucha actitud. Eso te hace ver más serio y demuestra que tu idea vale la pena para vos.