Por Leandro Imai
Son las dos de la tarde en Buenos Aires y las dos de la mañana en Japón, cuando el periodista argentino Santiago Brignole se conecta para hacer esta entrevista. A 18.059 kilómetros de la Argentina, Brignole está en su casa de Yokohama, vestido de camisa y pantalón de pijama porque más tarde lo llamarán de un canal de televisión para que cuente cómo es la situación en Japón.
—¿De qué modo la pandemia está modificando y afectando tu trabajo como periodista?
—En cuanto al trabajo estoy haciendo varias cosas, trabajo freelance y escribo artículos para varios medios de acá, en inglés sobre todo. La realidad es que en ese aspecto no me modificó demasiado porque trabajo de forma remota, home-office. Al ser corresponsal desde Yokohama para medios argentinos, puedo hacerlo desde casa sin ningún problema. Es más, hoy en día, como consecuencia de la pandemia, todas las comunicaciones son así, uno prende la compu con su cámara y empieza a relatar lo que viene sucediendo, en mi caso es lo mismo, pero hablo desde Japón y de Japón. Así que por suerte la saqué barata ya que puedo seguir trabajando con normalidad.
—¿Hay buen acceso a toda la información sobre infectados y muertos, o el gobierno japonés dificulta la obtención de esa información?
—No, en cuanto a la información el gobierno no te dificulta la posibilidad de acceder. Sin embargo, está claro que la política del gobierno japonés, por ejemplo, comparándola con el argentino u otros, es diferente, sobre todo en torno a la cantidad de testeos que realizan. La verdad que Japón tuvo una baja muy sospechosa de los infectados, muy repentina. Para que te des una idea, Tokio rondaba los doscientos y pico de infectados, bajó a ciento y pico, lo cual era una baja pero no era una cosa muy pronunciada, y de repente de un día para el otro pasó de 170 a 50 y de ahí no paró de bajar. Lo cual es sospechoso, porque uno puede tener una baja al hacer cuarentena, pero lo del estado de emergencia de Japón no fue una cuarentena rígida como en Europa o en América, sin embargo, acá la gente no salió.
—“Estados asiáticos como Japón tienen una mentalidad autoritaria, que les viene de su tradición cultural (confucianismo). Las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa. En Japón la vida cotidiana está organizada mucho más estrictamente que en Europa”, plantea Byung-Chul Han, filósofo surcoreano. ¿Estás de acuerdo?
—Y sí, es como si hubiera habido una cuarentena. Sin embargo, por más que haya, una baja tan repentina de un día para el otro es sospecho. A partir de que eso sucedió, se fue acelerando la idea de levantar el estado de emergencia, o sea que, en algún punto, el supuesto éxito del sistema japonés hay que ponerlo entre comillas porque están estas situaciones que no son muy confiables. Pero en cuanto a números oficiales, no hay problemas para acceder a ellos.
—¿Encontrás diferencias en el modo de hacer periodismo entre Argentina y Japón?
—El periodismo japonés es más objetivo. Los noticieros japoneses tienden a dar la información tal cual la reciben y no hay ningún tipo de agregado. Se podría decir que es un periodismo más puro, en el sentido estricto de la palabra, de “transmisor de información”. Ahora, después, me da la sensación de que justamente por este sentido de tanta teórica objetividad, están muy alineados siempre con el poder. Entonces es muy difícil ver en el periodismo japonés una crítica a la clase política, aun en situaciones que realmente deberían ser criticadas. Creo en el periodismo no solo como transmisor de información sino como generador de opinión y sobre todo de crítica, de poder disruptivo. Entonces esa idea misma del periodismo está muy alejada de lo que es el periodismo japonés que está alineado con el poder de turno, gobierne quien gobierne.