Por Tomás Betanzos y Teo Helman

Para algunas organizaciones sociales y deportivas, las campañas por el desarme comienzan temprano, con la mirada puesta en los juegos infantiles. La Red Solidaria, que dirige Juan Carr, realiza jornadas destinadas a los niños, para que en lugar de armas de juguete, opten por actividades colectivas no violentas

Para Gabriela Fernández, representante del Club Boca Juniors, que se sumó a las reuniones organizadas por Red Solidaria que se realizaron en conjunto con las instituciones deportivas, “el deporte es una herramienta clave para trabajar sobre cuestiones de violencia con los más chicos”. Fernández resalta, sobre todo, la voluntad de clubes rivales, como Boca Juniors y River Plate, para juntarse con el mismo objetivo: enseñar que un partido de fútbol no es una guerra

Una de las actividades de mayor convocatoria de estas jornadas se realiza el Día del Niño. La iniciativa de Red Solidaria y de los clubes más populares fue sumando a otras entidades deportivas de todo el país. En esos lugares, igual que en las campañas con los adultos, los niños cambian sus armas de juguete por pelotas. También se sumaron otras entidades, como la organización Revolución Pelota, que a partir de estas iniciativas se propuso unir a los niños en juegos colectivos para fomentar la buena convivencia. Otro caso es el del centro cultural Pantera Rosa, que en la Navidad pasada organizó un evento en el cual los niños pudieron cambiar juguetes bélicos por libros. Dentro del marco de la campaña también se organizaron charlas didácticas para conversar con los chicos y chicas sobre la cultura sexista que aparece detrás de los juegos con armas. 

Desde Red Solidaria afirman que se está trabajando en futuros proyectos con el Hospital Garrahan, para que los materiales de las “armas” entregadas por los niños, una vez destruidas, tengan un fin benéfico para esa institución.  

En diálogo con Publicable, la licenciada en Ciencias de la Educación y especialista en crianza Nilda Vainstein reflexiona: “El juego con armas tiene que ver con los estereotipos y los modelos sociales, ya que hay todo un entramado cultural y sexista en relación con la violencia, y en el juego con el arma hay algo de eso, de fortalecer la masculinidad, la fuerza y el machismo.

Vainstein, que se desempeña como asesora de familias, agregó: “Hay un problema grave que tiene que ver con que los chicos que son víctimas de violencia muchas veces están todo el día enchufados a programas o videojuegos que les absorben todo para no molestar a los adultos, y les termina gustando esa actividad porque en el entorno está determinado que así sea”. Según ella, “la solución está en el acompañamiento y marcar la diferencia entre la realidad y el juego, junto a alguien que les ayude a entender el significado de lo que están viendo y que les explique”.

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