Por Luciana Garciandia Bianco

En la Ciudad de Buenos Aires hay más de 7.251 personas en situación de calle, según los resultados del Censo Popular de Personas en Situación de Calle realizado por distintas ONG como Abrigar Derechos y por organismos del Estado como la Defensoría del Pueblo de CABA. Estas personas viven constantemente en una condición vulnerable y más durante este año, con la propagación del coronavirus. El Gobierno tomó diferentes medidas para asistir a estas personas entregando barbijos, jabón y alcohol, pero no son soluciones permanentes ya que las personas en situación de calle no cuentan con el recurso complementario y más importante: el agua. También se pusieron en marcha muchos proyectos como recorridas de calles y nuevos sistemas de contención.

Los números del desempleo crecen cada año en toda la ciudad. En abril de 2019 se realizó el segundo censo de este tipo y arrojó que de las 7.251 personas sin hogar, 5.412 viven a la intemperie y registró un aumento en la desocupación del 23% respecto de 2017. El informe del Censo Popular indicó que el 42% de las personas que viven en la calle se encuentran en esta situación porque perdieron su empleo, por incapacidad de pago o por ampliación de la familia.  

Durante 2020 la pandemia es una de las causas por las cuales la desocupación volvió a subir: se perdieron 38.720 puestos de trabajo y se bajaron muchos salarios. Durante el primer trimestre se registró una tasa de desocupación del 10,4%, con un aumento en la cantidad de hombres, mujeres y familias enteras en esta situación. “El número de personas en situación de calle durante la pandemia se incrementó porque muchos hoteles familiares y pensiones se vieron forzados a cerrar sus puertas. Por otro lado, muchas personas se quedaron sin empleo como consecuencia del aislamiento y al perder sus ingresos no pudieron sostener los alquileres, dice Flavia Valle, de la Dirección de desarrollo familiar de la Ciudad. 

Desde que comenzó la cuarentena se tomaron medidas para proteger a toda la población y ayudarla a atravesar este momento. Para quienes viven en la calle se implementó una serie de medidas de prevención, protección y asistencia, como la entrega de elementos de higiene esenciales contra el coronavirus, mediante grupos de voluntarios que todos los días recorren los barrios de la Ciudad de Buenos Aires. Buscan que estas personas también se cuiden lo más que puedan, entregando los elementos básicos necesarios en este momento. “Nosotros como voluntarios estamos entregando, además de un plato de comida, barbijos y jabón y tomamos la temperatura a quien quiera”, dice Martín Giovio, referente de Red Solidaria. 

Los voluntarios tienen la obligación de informar a la línea 108, BA Presente, la presencia de personas viviendo en la calle, para brindarles asistencia y ofrecerles la posibilidad de acercarse a un parador. La línea, que implementó el Gobierno de la Ciudad antes de la pandemia, coordina los refugios y cuenta con personal preparado para abordar posibles complicaciones.

Para las personas que aceptan ir a un parador, se llevan adelante nuevos procedimientos para evitar los contagios masivos. El primer paso es evaluarlos sanitariamente, para ver si no tienen algún problema de salud relacionado con el coronavirus o no. Si está apto, se lo deriva a un refugio con disponibilidad, de lo contrario lo trasladan a un hospital de la ciudad para tratar su condición. Si alguno de ellos tiene síntomas relacionados al coronavirus, se lo aísla, se lo trata y, cuando está curado, se realiza el proceso de ubicación en paradores por medio del 108. 

Los voluntarios también están entrenados para tratar con personas que se niegan a ir a un parador. “Si no quiere ir a un refugio, lo asistimos con abrigos, comida caliente, intentamos contenerlo un poco emocionalmente, darle una charla y tratamos de generar un vínculo para que acepte ir a un parador”, dice Giovio. Muchas de estas personas se niegan a asistir a estos lugares porque dicen que ocurren hurtos o no les devuelven su documentación al momento de irse.

Este tiempo surgieron dos nuevos temores, las separaciones de familias y el espacio disponible. “No tienen que preocuparse por eso, hay paradores donde pueden alojarse familias enteras y hay otros también sólo para varones”, dice Valle. 

Por otro lado, el distanciamiento social preventivo también se respeta por las estrictas reglas y la constante educación sobre lo importante que es mantener la distancia, el uso de tapabocas, el lavado de manos y de otras medidas para prevenir los contagios. “A raíz de esta pandemia, se han abierto paradores extras, con la idea de ofrecer más espacios para personas en situación de calle, incluso con la posibilidad de permanecer en ellos y no tener que regresar a la calle durante el día, norma que rige en el funcionamiento habitual de los refugios” , explica Varela.

El mecanismo que están implementando es que cada persona que ingrese al parador permanezca primero 14 días aislado. “Tienen que cumplir esos días antes de poder convivir con el resto de la población para no comprometer a nadie”, dice Valle de la Dirección de Desarrollo Familiar de CABA.

La gente que está en los refugios tiene un control de salud diaria, la toma de temperatura y chequeos de los eventuales síntomas que puedan presentar. Lo mismo ocurre con las personas que permanecen en la calle. Los grupos de voluntarios tienen un mapa de la Ciudad, con los 48 barrios y organizados en conjuntos de cuadras. “Hoy hay un seguimiento de la gente que está en la calle. Se establece en el mapa la ubicación e información de cada uno de ellos y se los visita casi diariamente para seguir su estado de salud y realizar los controles reglamentarios.

Además de los pedidos de ayuda y asistencia, creció la demanda en comedores y a voluntarios que entregan alimentos. El Estado no tiene la cantidad de voluntarios necesarios, ni la posibilidad de llegar a todas estas personas. “El rol del Estado Nacional desde Sedronar es subsidiar a organizaciones que, aún en medio de la pandemia y del aislamiento, se encuentran trabajando brindando alimentos a todas estas personas diariamente, dice Pablo Malía, Coordinador de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación.

También está la gente que de forma particular entrega comida. Por ejemplo, en Parque Avellaneda la iglesia Madre de Dios realiza comidas solidarias. “Los vecinos del barrio compran porciones para ellos y muchos otros, porciones para las personas en esta situación. Con lo recaudado en estos proyectos queremos poder acercarle un plato de comida caliente a quien hoy lo necesita y no puede costearlo, dice Javier Klajner, sacerdote de la iglesia Madre de Dios.

Hasta ahora la situación de la prevención y la protección de estas personas está muy bien organizada y se lleva a cabo muy cuidadosamente. Se cumplen todos los protocolos y se piensa día a día, cómo se puede mejorar aún más el mecanismo. También los voluntarios, organizaciones y estructuras del Estado que participan están preparados para mantener en el tiempo todo este trabajo. Hoy la infraestructura está apta para soportar los casos que están proyectados y para el tiempo que se prevé la duración de la cuarentena”, aclara Varela, el Director de Relaciones Institucionales de la Legislatura de CABA.

Foto: Télam