Julián Carlotto

En su último discurso en la Plaza de Mayo, el 17 de octubre de 1951, Evita les dijo a las multitudes allí presentes: “Yo no valgo por lo que hice, yo no valgo ni por lo que soy ni por lo que tengo. Yo tengo una sola cosa que vale, la tengo en mi corazón, me quema en el alma, me duele en mi carne y arde en mis nervios. Es el amor por este pueblo y por Perón. Si este pueblo me pidiese la vida, se la daría cantando, porque la felicidad de un solo descamisado vale más que toda mi vida. Aunque deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria”.

Remo Carlotto es el director ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur, profesor de la Universidad Nacional de Lanús y fue diputado nacional por la provincia de Buenos Aires entre 2005 y 2017. En diálogo con Diario Publicable, analiza la influencia de la figura de Evita en la juventud de los años 70.

—¿Cuál es el contexto político y social en el cual se forma la generación de los 70? 

—En septiembre de 1955 se produce el golpe de Estado en contra del gobierno de Juan Domingo Perón y una de las primeras medidas que toma la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu es la proscripción del peronismo. Se dictó el decreto 4161/56 que prohibió toda mención de las palabras Perón, peronismo, tercera posición o Partido Justicialista, entre otras, y la participación de ese espacio político durante 18 años, lo que configuró la forma en la cual se desarrolló la realidad política en nuestro país en ese período. En el 57 hay una reforma constitucional, seguida de un proceso electoral, y se conformaron democracias débiles, con la intervención de las fuerzas armadas mediante sucesivos golpes de Estado, que no resolvieron los problemas y las demandas que tenía la sociedad. En el mismo proceso de proscripción, se afianzó una identidad política de contraposición denominada anti peronismo, que no es una idea de construcción de un modelo de país sino la no concreción del modelo que planteaba el peronismo. Ese no modelo era –y es– absolutamente funcional al modelo oligárquico, de no garantías y construcción de derechos, de no distribución y de expoliación económica. El contexto internacional está marcado por la revolución cubana en el 59 y los procesos de liberación anticolonialistas de los países del tercer mundo, fundamentalmente en África. En ese mundo de disputa bipolar entre la Unión Soviética, el mundo socialista, y los Estados Unidos, el mundo occidental capitalista, hay un nuevo actor que son los países del tercer mundo. Es una generación que interpretó que el proceso de construcción democrática, real y profunda, debía hacerse llevando adelante todas las formas de lucha posibles para ese debate. Por eso es una generación que plantea entre las distintas metodologías -la formación política, la participación, el compromiso, el trabajo territorial- la idea de la lucha armada como una forma de resolver los conflictos, porque la democracia plena no se iba a conseguir producto de la concesión en una mesa de discusión, sino luego de un proceso de liberación. 

Remo Carlotto

En la dictadura del 76, esta generación fue perseguida y diezmada. A los 30 mil desaparecidos se le suman miles de torturados y cientos de bebés apropiados. ¿Cuál es la razón del ensañamiento de la dictadura con estos jóvenes?


—Los jóvenes que irrumpen en la vida política durante este período lo hacen tomando el ejemplo de Evita pero planteando dos bases muy importantes, la lucha contra la proscripción política y el retorno del general Perón. Es una generación que participó en una realidad política donde el líder principal de la Argentina no podía regresar al país. Esto es lo que identificó la dictadura cívico militar en la Argentina a partir de 1976, no alcanzaba con la proscripción política, con la persecución y con la cárcel, sino que había que tener además una actitud de aniquilamiento sobre una parte importante de la población y, fundamentalmente, sobre esta generación del 70. De ahí proviene la masacre, garantizar los intereses de los grupos oligárquicos y de concentración económica de la Argentina y desterrar a una generación que luchaba por un modelo de liberación, de distribución de la riqueza y planteaba una discusión real de lo que sucedía con la democracia en nuestro país. 

—¿Qué deben tomar las nuevas generaciones de militantes políticos de la vida y lucha de Evita?

Las nuevas generaciones deben mirar lo que ella hizo en tan poco tiempo, siendo tan joven, e inspirarse para movilizarse todos los días para tener una mirada solidaria, participativa y comprometida con la construcción de derechos para nuestro pueblo. Para los sectores del poder, Evita sigue siendo un personaje incómodo después de tantos años, y en eso creo que nos tenemos que encontrar con Evita, en ese lugar donde ella incomoda. Hace 70 años dijo: “Donde hay una necesidad, nace un derecho”. Si hay parte de nuestro pueblo que no tiene garantizados sus derechos esenciales, el Estado debe concretar estos derechos. Hace poco escuchamos a un miembro de la Corte Suprema decir que esto no es real, que no se pueden garantizar los derechos de las mayorías, que solo se pueden garantizar los derechos de la minoría. Hay que observar a Evita como transgresora, como motivo de lucha, en la invitación a estar comprometidos con lo que pasa en nuestro pueblo, a quien tenemos al lado. Hace no mucho tiempo decíamos que la patria es el otro, y Evita es eso, la patria próxima, la patria de los pobres, es la patria de los olvidados. Si uno quiere vivir en una sociedad mejor, más igualitaria, inclusiva y participativa, se tiene que inspirar en Evita, tiene que encontrar allí la mirada y el reflejo de que cada uno de nosotros y nosotras en lo que hacemos podemos conducir, podemos ser actores partícipes directos y decisorios de la transformación de la realidad en la que vivimos, no que es algo que nos va a suceder y que nos va a llegar, sino que es algo en lo que debemos participar porque en definitiva el último mensaje de Evita, uno de los más importantes, al decir “volveré y seré millones”, es la idea de que las luchas son colectivas, tienen liderazgos. Evita fue una líder muy importante pero planteaba la búsqueda de la organización, la idea del empoderamiento de los sectores populares para resolver sus conflictos, y eso es lo que tiene que estar presente en la construcción, la interpretación y la mirada política de las nuevas generaciones, sean o no sean peronistas.