Por Daniela Kempner

¿Quién, después de todo, recuerda hoy el exterminio de los armenios?”, dijo Adolf Hitler el 22 de agosto de 1939 para justificar lo que sería, días después, el comienzo del Holocausto judío, el genocidio de los nazis a casi seis millones de judíos europeos. Para eso, se apoyó en la ausencia de castigo a los responsables del Genocidio armenio, que comenzó el 24 de abril de 1915 con un plan sistemático para exterminar a la población armenia del Imperio Otomano.

Según el historiador Francis Nicosia, la masacre de los armenios y el Holocausto judío son los genocidios más comparados del siglo XX. Guerra mundial, racismo, plan sistemático de exterminio de millones de personas por cuestiones religiosas y el negacionismo que todavía existe son algunos de los puntos en común entre ambos. Por otro lado, mientras que en el Holocausto muchos judíos murieron en campos de exterminio, en el Genocidio armenio los métodos utilizados fueron la deportación, las masacres y el hambre.

NEGACIONISMO TURCO

Hoy no existe una ilegalidad para el negacionismo, eso implica que vuelva a ocurrir, como ocurrió en Armenia hace un año y medio o en todas las guerras que existen hoy, porque hay algo en el pasado que no se arregla y queda impune”, afirma Beatriz Arslanian, periodista argentina que desde hace siete años trabaja como corresponsal desde Armenia. A sus 21 años hizo el programa de voluntariados Birthright Armenia, que tiene como objetivo llevar a comunidades armenias de diferentes países. En ese momento, tomó la decisión de quedarse a vivir. Actualmente escribe para la Revista Late.

Los armenios eran un “estorbo” para concretar el plan de una Turquía para los turcos

Arslanian cuenta: “Hay muchos armenios cuyas familias tienen todavía los papeles de sus hogares, que en este momento están en territorio turco, pero para los armenios sigue siendo la Armenia histórica, occidental. El argumento para los turcos es que fue una guerra, no un genocidio. Turquía toma como justificación el hecho de que no hay pruebas. Pero estamos hablando de 1915, hay fotos o algunos testimonios, pero no las pruebas que podría haber ahora en una guerra del siglo XXI”. Y agrega: “Una guerra implica dos bandos que luchan de par en par. Un genocidio no es así, es una matanza a un pueblo. Si Turquía asumiera eso, habría muchas cuestiones legales que debería responder, como hizo Alemania con la comunidad judía, es decir, indemnizaciones, devolución de territorios y demás”.

UN EJEMPLO RECIENTE

El 23 de abril, la comunidad armenia de Montevideo protestó frente a la Cancillería de Uruguay porque tomó como una provocación que el canciller turco fuera invitado para abrir la Embajada de ese país un día antes de la conmemoración en Armenia del genocidio. Un ejemplo del negacionismo que aún existe: “Cuando el canciller salió del edificio, hizo el símbolo de los lobos grises con las manos, que es un grupo fascista turco xenófobo que justifica el Genocidio armenio”, explica Arslanian, y suma: “El Genocidio armenio estuvo atravesado por el plan parturquista: crear una Turquía solamente para turcos, que en ese momento era el Imperio Otomano. Los armenios eran un obstáculo porque, además, hay diferencias religiosas; los armenios son cristianos y los turcos, musulmanes”.

FUNDAMENTOS NEGACIONISTAS HACIA LA SHOÁ

Por la misma línea van quienes niegan el Holocausto. La autora del libro “La negación del Holocausto”, Deborah Lipstadt, explicó a la BBC que los negacionistas aseguran que la muerte de seis millones de judíos no fue producto de los nazis, sino el resultado de una guerra, de enfermedades o hambruna. Los principales postulados de los negacionistas son que nunca hubo un campo de exterminio en Auschwitz, Polonia, porque en realidad eran refugios antiaéreos. Plantean que la evidencia documental fue falsificada por personas que trabajaban para la comunidad judía y que muchos judíos no murieron, sino que se les perdió el rastro cuando se fueron a países como la Unión Soviética o Estados Unidos.

Arthur Butz es un profesor estadounidense que defiende esta última teoría bajo la justificación de que muchos judíos sobrevivieron a la guerra, pero no volvieron a contactar a sus parientes porque tenían malos matrimonios y, después de la guerra, establecieron mejores relaciones y no corrigieron el registro. A diferencia del Estado turco, que establece la negación del Genocidio armenio como una política oficial, Alemania reconoció el Holocausto judío y pagó reparaciones.

Durante el Holocausto murieron alrededor de seis millones de judíos

Sin embargo, este tipo de negacionismo no es el único que existe. En el último tiempo se extendió ese concepto hacia otros temas. Un negacionista es una persona que niega las evidencias de la ciencia. El ortodoxo puro utiliza la mentira para negar la realidad y el interpretativo minimiza y banaliza los argumentos.

NEGAR LO COMPROBADO POR LA CIENCIA

Durante la pandemia por Covid 19, las personas anti cuarentena y anti vacunas salieron a manifestarse oponiéndose al uso de tapabocas porque consideraban que no servían y que, por el contrario, provocaban infecciones. También planteaban que el virus no existe o que había sido generado por un laboratorio o por la tecnología 5G; también negaban la validez del test PCR y la eficacia de la vacuna.

Presentar una argumentación verdadera a un negacionista puede generar que se aferre aún más a sus ideas. Un ejemplo son las manifestaciones anti cuarentena durante el confinamiento social, preventivo y obligatorio de 2020: mientras los casos positivos y fallecidos por Covid aumentaban, un grupo de personas salían a las calles con carteles como “el virus existe, la pandemia no”, “dióxido de carbono cura prohibida” o “barbijo=bozal”.

Una de las primeras interpretaciones negacionistas de la realidad fue durante el terrorismo de Estado en Argentina de las décadas de 1970 y 1980, durante la dictadura cívico militar denominada Proceso de Reorganización Nacional. Los militares de alto grado lo legitimaban con la justificación de que se trataba de una guerra entre las Fuerzas Armadas y elementos subversivos en defensa del carácter occidental y cristiano del país; además, negaban la existencia de desaparecidos y minimizaban el número de víctimas afirmando que el número 30.000 era simbólico. Algunos ejemplos son Dario Lopérfido, ex ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires; el ex presidente Mauricio Macri, que expresó su desconocimiento, y Juan José Gómez Centurión, militar retirado, candidato a presidente en las elecciones de 2019 y líder del partido NOS, que negó la existencia de un plan genocida sistemático.