Por Marina Kempner

Carlos Marino trabaja en medios digitales desde 2005. Es miembro de la Asociación de Periodismo Digital (APD), que se fundó en 2014 para mejorar la situación tributaria de este tipo de publicaciones, y de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas. En este marco, participó del debate sobre la extensión del beneficio del IVA diferenciado a los medios digitales, que fue aprobada por el Senado en 2016. La ley 26.982 regía desde 2014 pero se limitaba a diarios y revistas impresos. “No había una legislación que nos beneficiara como digitales, no estábamos regulados”, explica en diálogo con Diario Publicable el hoy también presidente de la Comisión de Desarrollo del Negocio Digital. “Lo que hacemos desde ahí es promover políticas que permitan que los medios digitales se desarrollen, y capacitaciones en acuerdos con Google y con Facebook”.

—Hoy el 90 por ciento del consumo de noticias en la Argentina se da desde los dispositivos móviles y el 10 por ciento en distintos formatos de texto o en computadora. Además de la pandemia, ¿qué otros factores influyeron en el proceso de digitalización del periodismo?
—Hasta la consolidación de Infobae en 2012, había una cosa exploratoria del periodismo digital: uno armaba una página web de una radio, televisión o de un diario, y empezaba a generar contenidos que se volcaban a lo digital. A partir de la aparición de internet, empezamos a tener medios que nacían y que generaban contenidos exclusivamente para la web. La segunda etapa la podemos identificar como la etapa de las redes sociales como canales de distribución de contenidos y después, la digitalización que nos pone en un desafío, donde los medios de comunicación empiezan a competir con plataformas de entretenimiento.

—¿Las redes sociales, como los medios de comunicación tradicionales, generan y divulgan información o son solo replicadores de noticias?
Medios productores de contenidos originales generalistas hay pocos, hay un montón de reproductores que copian y pegan de un montón de lados para generar tráfico y monetizar a través de publicidad por programática. Eso para mí no es periodismo, son replicadores de noticias que no tienen relevancia. Hasta la aparición de internet, los medios de comunicación eran rígidos, producían contenidos y los emitían hacia una audiencia, la comunicación era unidireccional, había que esperar a que viniera la carta del lector o el llamado de la audiencia a la televisión o a la radio y entonces sí había un poco de conversación. La irrupción de internet y posteriormente de las redes sociales generó que la cantidad de emisores se multiplicara por cientos de miles. Hoy, además de los medios de comunicación como emisores de información, existe la emisión de contenidos informativos no periodísticos, por parte de un montón de emisores. Esto empezó a generar una competencia en quién tiene más likes, más reproducciones, y tal vez lo que prima es el alcance del contenido y no el contenido en sí. Lo que nos permitió internet es generar una microsegmentación, yo le hablo a un determinado público, defino a qué público le hablo, de qué, cómo y por qué voy a hablar.

—El hecho de que cualquier persona pueda emitir contenido desde sus redes sociales y que se le dé más relevancia a las interacciones, ¿desprofesionaliza al periodismo?
—Las redes han permitido que cualquiera ponga cualquier cosa, y como hoy vivimos en una sociedad que está híper televisada y exteriorizadas las situaciones de la vida personal, eso lleva a que haya medios, productores de contenidos o gente que busca difamar o mentir. Y me parece que la falta de profesionalización tiene que ver con seguir esa tendencia, porque eso tiene más impacto y más llegada, entonces voy y digo cualquier cosa. Los medios digitales han permitido que, por distintos intereses, políticos, económicos, sociales, culturales, haya producción de contenidos falsos para afectar la reputación de una figura pública. También hay una manera de captar la atención mediante “periodismo amarillo”, que busca alto impacto sin medir las consecuencias. Indudablemente por el morbo, por un montón de factores psicológicos y sociales, genera un interés. Como los medios de comunicación son empresas que buscan sus beneficios económicos, esto tiene que ver con un comportamiento sociológico, de la reafirmación del sesgo del sentido que tienen los contenidos que circulan en internet. 

—En Europa y en Australia, hay leyes que exigen a las plataformas que paguen a los autores por sus derechos. ¿En la Argentina cuál es la situación hoy?
Todos los medios de comunicación tenemos un gran problema respecto del vínculo con las plataformas. Las plataformas te ponen el CPM, que es el costo por cada mil publicaciones, fijado por una empresa de Estados Unidos, eso sirve para pagar sueldos. La Argentina todavía no impulsó ninguna ley para ponerle un límite al avance de las plataformas que usan nuestros datos, y sus algoritmos hacen que nuestros medios estén mejor o peor posicionados. Somos todas pymes, pequeñas empresas, ninguno de nosotros tiene un gerente de relaciones institucionales para poder vincularse. Cada uno tuvo que salvar a su empresa como pudo. Hay muchas discusiones que están abiertas sobre cómo lograr que las plataformas nos devuelvan algo de todo lo que producimos los que generamos contenido periodístico. Es poco lo que nos devuelve internet a todos los que la abastecemos para que genere negocio. El próximo proyecto que tenemos con la Asociación de Periodismo Digital es juntarnos para pensar cómo revertir esta situación en un futuro.