Por I. Marmer, P. Martínez Rossi, J. Prieto y P. Vizio
Mafalda representa para la cultura argentina la rebelión y la lucha por la libertad. Sin embargo, la historieta de Quino estuvo vinculada con uno de los episodios más oscuros de la última dictadura militar (1976-1983). En la madrugada del 4 de julio de 1976, cinco religiosos palotinos fueron acribillados en la iglesia San Patricio, en el barrio porteño de Belgrano. Sobre uno de los cuerpos, los asesinos dejaron un póster en el que se veía a Mafalda señalar el bastón de un policía y decir: “¿Ven? Este es el palito de abollar ideologías”.
Los sacerdotes Alfredo Leaden, Pedro Duffau y Alfredo Kelly y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti fueron asesinados brutalmente por un grupo de tareas de las Fuerzas Armadas, luego de que la policía liberase la zona, en lo que se conoce como La masacre de San Patricio.
Además del póster, dejaron una inscripción sobre la puerta de la casa parroquial, escrita con tiza, que decía: “Por los camaradas dinamitados de seguridad. Venceremos. Viva la patria”, y sobre una alfombra en una de las habitaciones escribieron: “Estos zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes, y son M.S.T.M. (Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo)”.
“La gente recuerda a los curas como personas que se atrevieron a hablar, que estaban a favor de los oprimidos y de los que sufrían”, señaló en una entrevista en la casa parroquial el vicario Carlos Cravea, actual sacerdote de la iglesia San Patricio.
Ningún militar o policía fue condenado por el crimen. Paradójicamente, el periodista Eduardo Kimel fue sentenciado a un año de prisión en suspenso y a pagar una indemnización de 20 mil pesos por criticar en su libro “La masacre de San Patricio” el desempeño del juez Guillermo Rivarola en la investigación.
Luego de que en 1998 la Corte Suprema ratificara el fallo de primera instancia, en 2001 el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) presentó el caso en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que recién en 2008 falló a favor de Kimel. Finalmente, en 2009 el Congreso de la Nación sancionó una ley por la cual quedó proscrito el delito de calumnias e injurias para expresiones relacionadas con asuntos de interés público. Kimel falleció dos años después.
A pesar de que en el templo se los recuerda como mártires, los religiosos no son oficialmente reconocidos como tales por la Iglesia Católica.
Cuatro fieles de la comunidad envían periódicamente documentación testimonial al Vaticano para impulsar el proceso canónico con el fin de que sean declarados mártires. Cravea dijo al respecto que el Vaticano “toma el tema con mucho cuidado, con una prudencia exagerada. Quizás con Bergoglio cambie algo”.