Por Valeria Soto y Noelia Nigro


De acuerdo con un relevamiento realizado en 2015, Buenos Aires es la ciudad con más estadios de fútbol profesionales del mundo. Los números hablan por sí solos: es evidente que los porteños tienen una pasión por este deporte que los lleva a construir estadios, o más bien santuarios, para adorar a su club. Quienes integran esta lista son equipos históricos que, más allá de su posición en la tabla de resultados, generan un fanatismo en grandes multitudes que van a la cancha cada vez que son convocadas.

Los hinchas del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, los cuervos, son algo más que simples fanáticos. Son socios refundadores que varias veces pusieron su propio dinero para que su equipo y su gente vuelvan al antiguo Gasómetro. Su identidad y sentido de pertenencia los llevó a presionar a las autoridades para regresar finalmente a Boedo, más precisamente al predio de Avenida La Plata 1768.

En este contexto, no sorprende que San Lorenzo haya accedido a pagar 45 millones de pesos y cuatro cuotas anuales de un millón de dólares por sus 27 mil metros en Boedo, que recaudó con la ayuda de sus hinchas y socios. Sin embargo, esto sólo les garantiza la propiedad del terreno. Aunque Matías Lammens asegura que es el primer paso, no parece estar seguro de cómo continuar.

Después de mucho esperar, la vuelta de los cuervos a la “Tierra Santa” se produjo el 1 de julio pasado. Ese día, la dirigencia del club organizó un festejo al que asistieron más de 70.000 personas y 35.000 ingresaron al predio.

Semanas atrás, el hipermercado Carrefour había cerrado sus puertas. Fueron removidas las famosas letras azules y rojas que caracterizan a la marca e identificaban la gran construcción. A pesar de haber conseguido esto, todavía falta lo más importante: la construcción de un nuevo templo.

Este no es un plan que se pueda llevar a cabo fácilmente, de hecho, no es un plan que sea legal en la situación actual. El código urbanístico determina que el barrio de Boedo es una zona residencial, lo que no permite el desarrollo de estructuras del tamaño que un estadio requeriría. Es necesario tener en cuenta, de todas formas, que hay un proceso legal para crear excepciones a estas reglas.

Un proyecto y muchas preguntas

Lammens presentó en noviembre de 2018 el Proyecto de Rezonificación en la Legislatura porteña. De aprobarse, cambiaría la zona en la que el terreno se encuentra y crearía una nueva en la que la construcción que desean sería posible. En marzo el proyecto fue respaldado por el legislador Leandro Santoro y tomó estado parlamentario, lo que quiere decir que puede comenzar a ser tratado.

El expediente es público y ubica al proyecto en la comisión de Planeamiento Urbano, donde debería comenzar el debate. Todavía no se han convocado reuniones sobre el tema y la legisladora que la preside, Victoria Inés Roldán Méndez, evadió discutir los detalles.

El proyecto consiste en un solo documento en el que se detallan los artículos y se explican todas las funciones que la nueva estructura tendría. A pesar de que el acceso libre al texto debería ayudar con la transparencia, al examinarlo surgen algunas dudas: los artículos 5 y 6, por ejemplo, citan supuestos elementos que no están en el expediente público, como un estudio urbano para la integración, una evaluación ambiental y una investigación de opinión. Estos procedimientos serían fundamentales para que la comisión correspondiente pudiera discutir de manera correcta el proyecto.

Otra gran ausencia es el plano del estadio. Sería imposible aprobar la construcción de una estructura de la que no se conocen las características y, por lo tanto, no se puede saber cuál será su impacto. Lammens confirmó que no existe ningún plan concreto para la edificación: “Vamos a llamar a un concurso internacional de ideas para que todo el mundo presente su proyecto sobre lo que va a ser la construcción del estadio”.

Qué piensan los vecinos

El proyecto del club tampoco incluye la opinión de los vecinos. Muchos, incluso a pesar de ser fanáticos de San Lorenzo, no quieren la cancha en el barrio. “Hay vecinos que tienen los miedos lógicos del fútbol”, declaró Lammens. La mayoría de los propietarios de los veinte comercios que se encuentran en un radio de dos cuadras del terreno están en contra de la construcción del estadio. De la misma manera respondió una decena de vecinos que viven en las inmediaciones del terreno, principalmente el edificio con más departamentos de la zona, ubicado en la calle Inclán. Tanto los comerciantes como los vecinos aseguraron que no fueron consultados para el estudio vecinal que el club menciona.

Entre las razones por las que rechazan la vuelta del estadio, muchos mencionaron el miedo de sufrir robos o vandalismo en sus negocios y viviendas los días en los que haya partidos. Sin embargo, Lammens minimizó las preocupaciones y aseguró que, a pesar de la mala prensa, San Lorenzo no tuvo problemas de violencia con barras en el último tiempo. Sin embargo, en marzo de este año, la barra brava irrumpió en un entrenamiento para exigir explicaciones por el mal desempeño futbolístico del equipo. En abril, Claudio Marcelo De Simone, ex jefe de la barra, fue detenido por tenencia de un arma de guerra.

Las declaraciones de Lammens sobre la vuelta a Boedo no son claras y es de esperar que esta situación no vaya a cambiar, teniendo en cuenta que lanzó su candidatura a jefe de gobierno por el Frente de Todos y ya comenzó la campaña. Con la posesión del terreno ya concretada, la incertidumbre se profundiza no sólo porque el proyecto no avanza, sino también porque las personas cercanas se niegan a hacer comentarios, ya sea por decisión o por desconocimiento. La Comisión de Planeamiento Urbano todavía no convocó a reuniones sobre el tema.

El legislador Santoro, que dio al proyecto el respaldo que necesitaba para que se trate en la Legislatura, se negó a dar información sobre el tema por orden del presidente del club. El legislador Gabriel Solano, que acompañó la presentación del proyecto, manifestó no tener conocimiento en detalle sobre la situación actual del proceso. Por lo tanto, ninguno de los involucrados en la Legislatura se presta a responder preguntas sobre el estado del proyecto y no ayudan a esclarecer las dudas que sus propios votantes plantean sobre el tema.

San Lorenzo todavía debe pagar dos cuotas de un millón de dólares cada una a Carrefour, que vencen en este mes de julio y en 2020. Mientras que el club afirma que este compromiso será cumplido, no hay un plan público sobre cómo se financiaría la construcción del estadio y sus anexos en el caso de que logren la aprobación de la ley.

De parte de las autoridades del club se propone que los hinchas participen nuevamente con la compra de plateas. Lammens plantea que sería necesario el financiamiento internacional, pero a la vez mantiene que el contexto del país no ayuda y que este no sería un plan viable. Mientras tanto, siguen en juego los sueños de los hinchas y los miedos de los vecinos, y las autoridades se niegan a esclarecer la situación. Sin embargo, sí hay una decisión que se tomó con anticipación: la comisión directiva aprobó que el nuevo estadio se llame Papa Francisco, en honor actual líder de la Iglesia Católica, que es hincha del club.