Por S. Manzoni y M. Páez de la Torre

El impacto económico de la pandemia en el teatro independiente, que se estima será el último sector en reactivar sus actividades, es devastador. Su situación es crítica: la precarización laboral a la que se ven expuestos los trabajadores de la cultura, y que la pandemia no hizo más que amplificar, viene impactando en el circuito desde hace muchos años. A eso se suma que los subsidios no llegan a tiempo o son insuficientes y la preocupación por el cierre de los espacios teatrales que no pueden continuar manteniéndose se agudiza cada vez más. Lo más angustiante de la situación es que no hay por el momento alternativas viables que puedan paliar el impacto económico de la pandemia en los actores y los espacios.

Desde la Sociedad Argentina de Teatro Independiente (ARTEI) estiman que el tiempo que va a tardar el teatro en volver a tener su público habitual va a ser mayor a un año, por lo que el cierre de los espacios podría ser exponencial. “Creemos que cuando estemos en condiciones de volver a trabajar habrá probablemente muchos teatros menos, tanto del circuito comercial como del independiente”, evalúa Valentina Fernández de Rosa, miembro de ARTEI y directora del teatro El Excéntrico de la 18.

La situación adquiere un carácter preocupante, además, porque las estrategias que se intenta implementar no alcanzan a cubrir los gastos fijos, que resultan imposibles de afrontar. “Las transmisiones por streaming que se están dando en otras partes del mundo, que ya se consideran como alternativa para la actividad musical y escénica local, no son viables para nosotros tanto en lo que refiere a aspectos técnicos, como al perfil de nuestro público”, sostiene Ana Laura López, integrante de Espacios Escénicos Autónomos (ESCENA). Del mismo modo, Fernández de Rosa remarca que el streaming es una vía extremadamente cara y, en la escala del teatro independiente, imposible de afrontar debido a que implica un procedimiento técnico complejo y muy costoso.

Sin embargo, algunos actores y espacios teatrales están implementando estrategias que aminoran, aunque sea de algún modo, la crisis que sufre el sector. En el teatro Timbre 4, comenzaron a trabajar con una “gorra virtual” para poder monetizar el trabajo de los artistas y sumaron un abono que permite que los espectadores compren entradas a futuro.

“En muchos espacios se están proyectando obras a través de Youtube o vivos de Instagram, y en muchas salas desarrollamos charlas, actividades complementarias y encuentros entre creadores; casi todo a la gorra”, explica Fernández de Rosa. Si bien la implementación de estas propuestas son las únicas vías que los espacios teatrales pueden concretar mientras siguen esperando el pago de los subsidios del Estado, la directora de El Excéntrico de la 18 remarca que las cifras que generan estas alternativas online no son significativas para un espacio o para un elenco.

En cuanto a los actores en particular, su trabajo está detenido. “Estaba participando en un montón de proyectos antes de la cuarentena y el coronavirus me mató mal”, cuenta Pedro López, actor de teatro independiente y estudiante de la Universidad Nacional de las Artes. Si bien vivir únicamente de la actuación es muy difícil, muchos sostienen que el dinero que consiguen actuando les significa una buena ayuda económica: “Con esa plata cargaba la sube, pagaba mi teléfono, ahorraba un poco, y cubría mis gastos. Esto le generó un golpe a mi propia estabilidad económica y con 25 años siento que volví a depender de mi viejo para todo”, se lamenta Gonzalo Simón, actor independiente y drag queen. Al inicio de la cuarentena, Simón estaba participando en tres obras.

De todas formas, a pesar de que el trabajo se paralizó, los actores no pueden quedarse de brazos cruzados y buscan nuevas alternativas para hacer frente al momento de inactividad. Gimena Constanza, actriz de la obra Minitas, probó un formato nuevo. “Con mi novia empezamos a realizar una miniserie en Youtube aunque es un re esfuerzo editar, pensar en la luz, en el sonido. Son un montón de cosas que en el teatro no hacés pero que sirven para pasar esta situación”, cuenta.

El teatro vía streaming genera debate entre los actores ya que si bien unos pocos pueden producirlo, otros creen que esta actividad es poco inclusiva y difícil de sustentar. “La idea de que el teatro sea inclusivo, de que todos podamos hacerlo, no estaría siendo posible porque no todos contamos con los medios necesarios. No todos tenemos acceso a un buen internet, a un teléfono bueno, a una filmadora o a una computadora”, advierte Simón, para quien el teatro es la comunión en vivo entre el público y el intérprete, mientras que estas nuevas alternativas no son teatro sino trabajo en cámara. 

Por las características propias del teatro under -cantidad reducida de espectadores, inserción barrial y el nexo con los artistas- los trabajadores independientes de la cultura piden que para la vuelta a la actividad las salas barriales tengan prioridad. “Los espacios culturales independientes pueden desempeñar un rol clave en la reconstrucción del sector cultural cuando la situación sanitaria lo permita”, concluye Eduardo Pérez Winter, gestor del teatro Silencio de Negras e integrante de la organización de espacios escénicos ESCENA.

Foto: Télam