Por Agustina Urbano @guriurbano
Como todos los días, desde que empezó el juicio, el fiscal Julio César Strassera llegó a Tribunales en su Ford Falcon celeste, revisó los casos junto a su auxiliar, Luis Moreno Ocampo, fumó su tradicional atado de cigarrillos y cerca de las tres de la tarde, se dirigió a la Sala para comenzar la audiencia.
El murmullo de la sala fue irrumpido: “Se llama al estrado a Buscarita Roa de Poblete”. Un silencio inquietante recorrió la sala y sólo se escucharon los pasos de la testigo. Poblete fue citada para declarar sobre el caso de su hijo, José Poblete, a quien le faltaban las dos piernas, y su nuera, Gertrudis Hlaczik: el matrimonio fue secuestrado en 1978 junto a su hija de ocho meses y, desde entonces, sigue desaparecido. “Yo no sé qué pasó con mi hijo, mi nuera y mi nietita. Temo lo peor”, relató Poblete con la voz entrecortada.
A continuación, Gustavo Hlaczik, padre de Gertrudis, narró entre sollozos que su hija lo había llamado por teléfono el 22 de diciembre de 1978: “Mi esposa le preguntó si los obligaban a decir que estaban bien porque no paraba de repetirlo. En ese momento hubo un silencio en la línea y se escuchó la voz de un hombre que comenzó a recriminarnos, le dijo a mi señora que moderase sus palabras”. Contó que pudo saber que su hija estuvo cautiva en El Banco y El Olimpo junto con un matrimonio de no videntes. Los testimonios de hoy se relacionan con los escuchados el 24 de mayo, cuando también se expusieron casos de discapacitados detenidos por las fuerzas militares.
Relatos de sobrevivientes
Luego Norma Teresa Leto declaró sobre su reclusión y la de su pareja, Santiago Bernardo Villanueva, aún desaparecido. Señaló que fue detenida en su casa el 25 de julio de 1978 por ocho personas vestidas de civil que se presentaron como oficiales de la Policía Federal. Después la llevaron a un lugar que no pudo identificar, donde la golpearon e interrogaron sobre sus actividades porque su lenguaje “era el de un militante”. Un día después la trasladaron a “El Banco”, donde también la torturaron, y afirmó que todos los detenidos eran maltratados porque “se escuchaban gritos todo el día”.
Norma Leto, saliendo de Tribunales. (Foto: Clarín)
Tras una pausa, subió al estrado el ex empleado de Mercedes Benz Héctor Ratto, quien fue secuestrado mientras trabajaba en la empresa automotriz en agosto de 1977. Aquel día fueron a buscarlo dos personas de civil que se llamaron “policías”, recordó Ratto, pero el gerente de Producción impidió que se lo llevaran, a lo que respondieron que vendría el Ejército para apresarlo. “Les pregunté cuál era el motivo por el que reclamaban mi persona, me dijeron que no sabían, que ellos recibían órdenes de una oficina”.
Dos horas después, llegaron tres camiones del Ejército con dotación completa del cuartel de Ciudadela. Bajaron para hacer una inspección en la fábrica y “chequear” si había alguna otra persona para capturar, pero sólo lo hicieron subir a Ratto y lo trasladaron a la comisaría de Ramos Mejía, donde estuvo todo el fin de semana en un calabozo, con hambre, frío y dolor.
El martes un guardia lo llamó y le dijo que estaba en libertad, le hicieron firmar un papel de constancia y en ese mismo momento, en el patio de la comisaría, lo esposaron, encapucharon y subieron al baúl de un auto para trasladarlo a un área militar.
“Me preguntaron por un tal Petiso José, pero como no lo conocía me empezaron a pegar entre tres y cada vez que me caía, me levantaban de los pelos. Después me metieron en un cuarto, donde me desnudaron y me ataron de pies a cabeza, me pusieron algo mojado sobre el cuerpo y me dieron corriente eléctrica. Al cabo de 20 minutos empecé a sentir un dolor terrible en el brazo izquierdo, como si me lo estuviesen arrancando, entonces empecé a gritar desesperado. Me soltaron y una mujer me dijo que lo bajara pero yo no lo podía mover porque estaba completamente paralítico”.
Héctor Ratto fue secuestrado en la automotriz Mercedez Benz, donde trabajaba como operario. (Foto: memoriabierta.com).
Luego Ratto fue trasladado a un galpón, donde reconoció, por las voces, a otros compañeros de la fábrica que en la actualidad están desaparecidos. Allí permaneció hasta el 2 de septiembre de 1977, cuando lo volvieron a llevar a la comisaría de Ramos Mejía, donde estuvo hasta el 8 de marzo del 1979. Cuando lo liberaron, le hicieron firmar un documento que establecía que no podía cambiar de domicilio ni salir del país durante un año.
El testigo reconoció como los responsables de su secuestro al teniente primero Fernández, a los cabos Ávila, Rodríguez y Rojas, al sargento Lencinas y al oficial primero Scarvino. Además, afirmó que la comisión interna de Mercedes Benz y su familia habían presentado recursos de Habeas Corpus pero que ambos fueron rechazados.
La audiencia continuó con testimonios de otros trabajadores de la misma empresa y al cabo de una hora, finalizó. En total, declararon onde testigos.
EL TRIBUNAL NO ACEPTARÁ PREGUNTAS SUPERFLUAS
A mitad de la audiencia, los camaristas deliberaron durante una hora y, cuando se reanudó la sesión, el presidente del tribunal de esta semana, Jorge Edwin Torlasco, anunció: “Este Tribunal no admitirá preguntas superfluas o aquellas que se refieran a aspectos de la vida privada o la ideología de los testigos que denuncian haber sido detenidos ilegalmente y sometidos a torturas o de los que declaran por familiares que estuvieron en esas condiciones”.
El comunicado fue provocado por una pregunta que formuló José María Orgeira, el defensor del militar Eduardo Viola, con respecto a las actividades gremiales que realizaba la testigo Norma Leto y por haber utilizado términos agresivos como “concubino”.