Por Miguel Otaño

En una jornada clave, declaró el ex presidente de facto, Alejandro Agustín Lanusse, quien responsabilizó a los jefes militares del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional por la forma ilegal en que se combatió la subversión.

Lanusse manifestó su repudio por “los procedimientos por izquierda” que se llevaron a cabo durante la última dictadura, y se explayó especialmente sobre la desaparición del periodista Edgardo Sajón -ocurrida el 1° de abril de 1977-, quien fue colaborador durante su mandato. También dio testimonio sobre el asesinato de su prima hermana, la diplomática Elena Holmberg.

Ante la desaparición de Sajón, en aquel momento gerente técnico del diario La Opinión, Lanusse en persona había realizado gestiones por su caso, entrevistándose con el entonces Presidente Jorge Rafael Videla, el comandante en jefe de la Armada Emilio Eduardo Massera, el gobernador de la provincia de Buenos Aires Ibérico Saint Jean, y el general Roberto Eduardo Viola.

Alejandro Agustín Lanusse declara ante el presidente del Tribunal, Ricardo Gil Lavedra. (Foto: Juan Carlos Piovano)

“Las respuestas que el gobierno y las Fuerzas Armadas debían dar a las acciones del terrorismo subversivo debían caracterizarse por su firmeza, pero también por el respeto de las leyes vigentes. Proceder por el contrario es hacer el juego al adversario“, explicó el ex teniente general.

Ante la pregunta del juez acerca de que si existía una posible relación entre Sajón con el caso Graiver, respondió afirmativamente y remarcó: “Todos los que fueron detenidos por el caso Gravier, incluyendo a periodistas, fueron juzgados y declarados inocentes, todos menos Edgardo Sajón, que se optó por eliminarlo o hacerlo desaparecer”.

Al comienzo de audiencia, había declarado también María Pía Lucchi, esposa de Sajón. Relató las entrevistas que mantuvo con el almirante Massera y los generales Videla y Viola, para averiguar el paradero de su marido. Dijo que Massera le aseguró que la Armada no se adjudicaba el hecho y que Videla reconoció que los secuestradores no tenían nada que ver con la subversión. Viola, por su parte, le contestó que no se podía llegar a la verdad porque existía un “pacto de silencio”.

“Yo no quiero vengarme de nadie. Ni siquiera quiero saber quiénes lo hicieron, sólo quiero saber el motivo. A mis hijos les tuve que explicar que quizá su padre nunca volverá“, sostuvo Lucchi ante el Tribunal.