Por M. González, F. Perrone, L. Evangelista y G. Mastrangelo

Después de un cuarto intermedio, una serie de testigos relataron cómo el 21 de abril de 1976 Daniel Hugo Fortunato y su mujer Elena Vaca fueron secuestrados de su casa en San Miguel y nunca más se tuvo noticias de ellos.

El siguiente caso tratado fue el de José Andrés Moyano y su esposa, Susana Leonor López, secuestrados en su domicilio de Capital Federal el 30 de junio del mismo año. Alberto López, padre de Susana, contó que luego de ser raptada su hija logró comunicarse con su madre y le confirmó que estaba “secuestrada, pero se encontraba bien”. Aseguró que hubo un segundo y último llamado. “Después de eso, nunca más supe de ella”. Agregó que cuando fueron con su mujer a la casa de su hija y yerno la encontraron “destrozada” con pintadas en las paredes que decían: “acá vivían unos montoneros de m…” Luego de eso, la casa fue desvalijada por las Fuerzas Armadas y los bomberos. Ambos permanecen desaparecidos.

“NO HA LUGAR”

La Cámara Federal no dio lugar a la impugnación realizada por José María Orgeira, uno de los codefensores del general (RE) Roberto Viola, que pidió la suspensión del juicio por “irregularidades” cometidas por la fiscalía por mantener diálogos previos con los testigos. Tras el anuncio de los jueces, los testigos -por primera vez en una sala- provocaron un masivo aplauso rápidamente frenado por las autoridades judiciales.