Por F. Coprez, N. Cappa, E. Eberhard y J. Vila Moret

A los 75 años y con la ayuda de un laringófono a raíz de un cáncer de laringe, Juan Aberg Cobo recibió a Diario Publicable en su estudio de la calle Paseo Colón.

Confeso amigo de Alfredo Astiz, ex capitán de fragata de la Armada Argentina acusado de infiltrarse en organizaciones de derechos humanos y del secuestro, tortura y desaparición de las  monjas francesas Alice Domon y Léoni Duquet, Aberg Cobo lo defendió legalmente hasta 2009, cuando todos los militares procesados renunciaron a las defensas individuales y aceptaron la defensa pública.

Durante el encuentro con Publicable, el abogado dejó entrever el pensamiento militar de la época: “No existió nunca el terrorismo de Estado, lo que existió fue una acción en defensa del Estado, que en muchos casos se extralimitó, para combatir una guerra iniciada por la subversión”, recalcó.

Además, hizo hincapié en la inconstitucionalidad del Decreto 158/83, establecido por el entonces presidente Raúl Alfonsín y por el cual los Comandantes en Jefe debían ser juzgados por autoridades civiles. Apeló a la irretroactividad de la Ley Penal, a la violación del artículo 18 de nuestra Carta Magna y al derecho que tienen las Fuerzas Armadas de ser juzgadas, en base a leyes anteriores, por su Consejo Supremo.