Por J. Guzmán Dotto. J. Prieto. F. Saint Girons y T. Serrani.

Otro día de esclarecimientos se vivió en la Sala del Palacio de Tribunales cuando el juez Torlasco llamó a prestar declaración a Matilde de los Ángeles Palmieri de Cerviño, una bioquímica tucumana secuestrada en la capital provincial la madrugada del 11 de marzo de 1977 mientras intentaba saber qué había pasado con su hija, María Teresa.

Ella recordó que 15 personas irrumpieron en su domicilio, y puso énfasis en que vivía frente a la jefatura de Policía provincial, a una cuadra de la Policía Federal y a tres de la sede del Ejército. “Esa zona era prohibida en el momento del secuestro. No podían entrar en la cuadra de mi casa ni siquiera verduleros o panaderos, nadie. Entonces, queda descontado que el secuestro fue obra de las Fuerzas Armadas”, argumentó la testigo.

El secuestro sufrido por mí obedece a averiguar dónde estaba mi hija, secuestrada en 1976, cuando era la dirigente estudiantil más importante del país”, explicó. María Teresa era parte activa de la Juventud Peronista y desapareció en abril de 1976 mientras caminaba por las calles de la localidad bonaerense de Lomas de Zamora. Si bien hasta hoy su paradero es desconocido, su madre recibió varios meses después un mensaje con fotos del cuerpo de María Teresa colgando de un puente de Lomas con un cartel que decía “Muerta por Montonera.

El mismo apellido, la misma tragedia

Son dos familias hermanadas por el nombre y por haber sufrido pérdidas similares, pero sin vínculo directo ni relación entre ellas. Manuel Alberto Díaz aseguró que su hijo Santiago fue secuestrado la noche del 15 de septiembre de 1976 cuando salía de su domicilio en Santiago del Estero. Un grupo de civiles lo interceptó en la calle “cuando se dirigía a la casa de una señorita a la que festejaba en ese momento”, explicó, y precisó que realizó la denuncia en la seccional 1º de la Policía local ese mismo día, pero al ver que no iba a conseguir respuesta, inició su propia investigación.

Así descubrió que su hijo fue asesinado en Tucumán. “Gracias a mis contactos pude saber el destino de mi hijo, y también descubrir que la cifra de desaparecidos en mi provincia es mayor a la de 60 que dicen las autoridades”, sentenció.

A su turno, Ana María Medina de Díaz, madre de Francisco Rafael Díaz, relató el momento en el que su hijo fue raptado, en marzo de 1976, cuando tenía 22 años: “Entraron a mi casa 15 enmascarados armados, amenazaron a mis hijos menores y preguntaron por Francisco Rafael. Pregunté cuál y me contestaron que el hijo, que al viejo ya lo tenían”.

El “viejo” fue el siguiente testigo. Francisco Rafael Díaz (padre) fue secuestrado el mismo día que su hijo pero en diferente momento, y estuvo detenido en el mismo lugar. Se enteró cuando los captores dijeron su nombre y ambos respondieron al llamado.

También recordó que fue llevado a la Escuela de Educación Física de la Universidad de Tucumán, donde estuvo 15 días porque fue liberado a pedido del comité provincial del partido comunista de Tucumán, al que pertenecía. Además, ambos declararon que su hijo fue nuevamente secuestrado en 1978 y desde entonces no supieron más nada de él: todos los pedidos de hábeas corpus presentados en el Juzgado Federal de Tucumán tuvieron informes negativos.

La jornada cerró con la declaración de Irma Noemí Etcheverry, esposa de Aparicio Carlos Etcheverry, secuestrado el viernes 16 de abril de 1976 por un grupo de individuos armados