M. FIGAL Y A. RODRÍGUEZ

Antes de ser escritor, guionista, humorista y dibujante, Roberto Fontanarrosa fue un enamorado del fútbol y de su equipo, Rosario Central, en el que encontró la inspiración para la mayoría de las historias que relata en sus cuentos.

La pasión por el deporte la heredó de su padre, conocido como Berto, jugador de básquet del club Huracán. Su primer libro fue “Fontanarrosa se lo cuenta”, que luego fue reeditado como “Los trenes matan a los autos”. Desde ese momento se convirtió en uno de los autores más populares de la denominada “literatura futbolera”.

El escritor Eduardo Sacheri considera a Fontanarrosa como uno de los verdaderos fundadores de este subgénero de cuentos de fútbol en la Argentina junto con Osvaldo Soriano, y piensa que lo que lograron estos pioneros no lo logró ninguno de los que los sucedió. A la hora de elegir un cuento, se queda con “La observación de los pájaros”, el cual retrata al típico hincha de fútbol. “Creo que sólo un excelente observador de emociones y de gestos mínimos como era el Negro puede condensarlos en esa maravilla de un hincha de Central caminando una tarde de clásico por una Rosario desierta”, dice. 

Sacheri insiste con la observación: “Él trabajaba hasta cuando estaba en “la mesa de los galanes”. Sus amigos cuentan que el Negro siempre observaba la actitud de las personas, su manera de moverse. Nunca quiso ser protagonista, sino estar en la periferia de la situación”. Por su parte, el periodista Juan José Panno lo describe como a un fanático, un hincha calentón que vivió con intensidad cada momento de los partidos de Central. Más allá del fútbol, el periodista recuerda al Negro como a un grandioso orador, espontáneo, audaz, astuto, elocuente y muy gracioso en su discurso.

EL HINCHA

Cuenta la leyenda que el Negro vio su primer partido de fútbol en el estadio de Rosario Central. Y a partir de ese día prometió fidelidad al equipo “canalla”. Ese romance duró toda la vida, y continúa intacto. Cuando el escritor murió, el club decidió retirar la butaca en la cual se sentaba cada vez que iba a la cancha.

Meses antes de morir, la dirigencia de Rosario Central le pidió al dibujante que hiciera un símbolo, un logotipo que destacara al “canalla” en el mundo. El “Canaya”, como él lo llamó, fue su último trabajo y lo usaron en la camiseta del club justo al lado del escudo. La particularidad que tiene el dibujo es que no sólo la palabra canalla está escrita con “y”, sino que la lengua es un corazón. 

El escritor explicaba:“A mi juicio, no podía graficar el perfil de un canalla pintándolo como una mala persona porque el símbolo debe ser, necesariamente, simpático. De todas maneras sabemos que, en Rosario, canalla tiene un significado totalmente distinto y es el de ser hincha de Rosario Central. Por eso también me parece correcto escribirlo con la “Y griega” (que es, por otra parte, como vulgarmente lo pronunciamos) y no con la doble “LL”. Por lo tanto me aboqué a crear, simplemente, un hincha cuya fuerza pueda estar en la línea y la expresión. La lengua del hincha es, asimismo, un corazón, como corresponde a los hinchas que sufrimos alentamos con el corazón en la boca”.