Por Lucía Rodríguez Candia

Luego de la asunción de las nuevas autoridades nacionales, hubo un cambio de escenario en la política argentina. El peronismo regresó al gobierno con el mandato que la sociedad le otorgó a Alberto Fernández. El líder del Frente de Todos enfrenta importantes desafíos para reordenar los serios desequilibrios socioeconómicos que afectan a gran parte de los argentinos. Uno de los temas más urgentes es “encender los motores de la economía”, como el mismo Fernández sostuvo en campaña.

Claves económicas

Giuliano Mina, analista de mercados financieros, considera que el gobierno afronta cuatro grandes desafíos. El primero es la cuestión monetaria: se deberá resolver el tema de las Letras de Liquidez (Leliqs), pero ante una demanda de dinero que no para de caer se hace difícil pensar que las pagarán emitiendo. El segundo es el riesgo de hiperinflación. El nuevo mandatario tiene la difícil tarea de trabajar para que los argentinos recuperen la confianza en el peso, al tiempo que debe renegociar el pago de la deuda que el gobierno anterior contrajo con el FMI. “La manera más viable de volver a tener acceso a los mercados voluntarios de crédito es con el sello del FMI y un plan económico integral y consistente”, afirma Mina.

En tercer lugar, el Gobierno tiene que resolver una presión impositiva récord que imposibilita el crecimiento del país y dificulta la creación de fuentes de trabajo genuinas. Respecto del desempleo, que hoy tiene la tasa más alta de los últimos trece años, la solución que debería plantearse, según Mina, es reducir el gasto público y luego bajar los impuestos y regulaciones a las empresas para reactivarlas y que puedan contratar nuevamente a empleados.

El cuarto punto es el tamaño del Estado. El gasto público en Argentina pasó del 25 por ciento a casi el 50 por ciento del PBI. Bajo estas circunstancias, si no se contrae el peso del Estado, la Argentina seguirá sin crecer. Otra vez Mina: “La situación económica es delicada. El Gobierno debe tomar las medidas adecuadas. De lo contrario, se puede desencadenar una de las peores crisis de la historia del país”.

El rumbo político

Ahora bien, ¿qué se puede esperar en términos políticos? El politólogo Franco Beverini advierte que el panorama interno tiene tres características importantes: la necesidad de lograr consensos rápidos, una fuerte oposición (sobre todo, en el Senado) y, en términos operativos, si esa oposición reconocerá a Mauricio Macri como su líder o si surgirá algún nuevo contendiente.

Otro cambio posible es la relación con los sindicatos. Beverini asegura que será distinta desde el punto de vista democrático y que el diálogo entre el Estado y los jefes sindicales será más fluido, lo que generará mejores resultados para la sociedad. Respecto del rol de la Justicia, para el politólogo es importante mejorar su imagen, así como también posibilitar el debate y discutir doctrinas. Para ello Fernández tendrá que demostrar habilidad política y un amplio conocimiento del Derecho. “Entiendo que la figura de Fernández en los claustros universitarios y los pasillos de los juzgados ha sido la de una persona con una fuerte vocación a la conciliación”, señala Beverini.

El frente externo

Un tema relevante en materia de política exterior es la relación con los países del Mercousur. Beverini afirma que la Argentina es un jugador clave del bloque regional y deberá evitar posibles conflictos económicos e intentar descomprimir los roces con el gobierno de Jair Bolsonaro, teniendo en cuenta que Brasil es el principal socio comercial del país. Si bien para el analista Gastón Gutiérrez es “impensable y ridículo” que el ex militar logre expulsar a la Argentina del Mercosur, el vínculo entre ambos países es la principal amenaza para su continuidad y profundización. “Con el resto de los países se podrá llegar a consensos y avances debido a que los vínculos comerciales muchas veces trascienden las posturas ideológicas de los Estados”, agrega el analista.

Alberto Fernández se reunió con funcionarios estadounidenses.

En esa línea, Beverini sostiene que el viaje de Fernández a México –cuando todavía no había asumido la presidencia– tuvo el doble propósito de enviar mensajes a Brasil y sobre todo a Estados Unidos, que oficia como “árbitro” para realizar los pagos que debe afrontar Argentina con el FMI. Sin embargo, el analista plantea que Donald Trump entiende que la relación bilateral está lo suficientemente despareja como para no tener que preocuparse demasiado: “El Departamento de Estado norteamericano se encuentra más que contento por la paupérrima situación económica que dejó el gobierno anterior y la innumerable cantidad de condicionamientos que sobrevienen cuando se toma deuda de manera irresponsable”.

De todas formas, afirma Gutiérrez, la relación con Estados Unidos no será en malos términos. “El vínculo debe existir, pero no puede ser de sumisión como con el gobierno anterior. Que Alberto Fernández procure contar con cierta autonomía y defienda sus intereses soberanos no implica que corte los vínculos con Estados Unidos”.

En definitiva, se abre una nueva etapa de grandes desafíos para un gobierno que intenta poner de pie nuevamente al país.