Por Lourdes Enriquez

Desde que la pandemia de coronavirus interrumpió el dictado de clases presenciales, la tecnología cumple un rol fundamental para que los docentes puedan transmitir sus conocimientos. Sin embargo, según un informe del Observatorio Argentinos por la Educación, basado en las respuestas de los estudiantes a los cuestionarios complementarios de las pruebas Aprender (del Ministerio de Educación de la Nación) 2017 y 2018, el 19,5% de los alumnos de las escuelas primarias argentinas no tiene acceso a Internet en su hogar, y esto dificulta la comunicación con sus maestros.

Conectar Igualdad fue un programa que lanzó el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner el 18 de marzo de 2010. La iniciativa se enfocó en recuperar y revalorizar la educación pública, con la entrega de tres millones y medio de computadoras subportátiles a todos los estudiantes y maestros de establecimientos públicos de educación primaria, secundaria, especial y de formación docente, en un plazo de tres años. En ese momento, las computadoras eran una herramienta que complementaba la enseñanza presencial.

Pese a que en la campaña electoral Mauricio Macri aseguró que sostendría el plan Conectar Igualdad en su gestión, durante 2016 y 2017 la reducción en la entrega de los ordenadores fue notoria. En 2018 la distribución llegó a su fin y se impulsó un nuevo programa llamado Aprender Conectados, por el cual el equipamiento no se dirigía a los alumnos sino al establecimiento escolar.

Dado el aislamiento obligatorio por el COVID-19, las computadoras pasaron a ser herramientas esenciales para seguir el cronograma educativo. “La modalidad virtual en la enseñanza profundiza la brecha social, ya que la accesibilidad y el equipamiento no se encuentra al alcance de todos”, asegura Pablo Mónaco, docente de enseñanza primaria en la provincia de Buenos Aires. “Creo que es indispensable que el Estado garantice los requerimientos informáticos a aquellos que los necesitan, ya que no toda la docencia ni el alumnado cuenta con la tecnología, con la conexión ni tampoco con la capacitación para poder acceder a la enseñanza de forma virtual. Hay alumnos que no han podido conectarse con sus docentes y, a través de sus propios pares, de familiares o de vecinos, se buscó la manera de facilitarles las actividades para que puedan cumplir con los contenidos mínimos que se busca trabajar”.

Nicolás Trotta, el Ministro de Educación, anunció en el mes de abril que entregaría en municipios del conurbano bonaerense y diez provincias del norte 135 mil netbooks y tablets, que fueron encontradas en un depósito del Correo Argentino, en la localidad de Tortuguitas. “Hay que lograr que esta crisis nos permita fortalecer la mirada colectiva y resignificar el rol del Estado nacional, para alcanzar una sociedad más justa”, dijo Trotta en ese momento. Si bien esta noticia es alentadora, no soluciona el problema de raíz porque no solo es imprescindible la entrega de los equipos sino también la conectividad, es decir, el acceso a la red Wi-Fi.

“Cada uno se maneja con lo que tiene. Una de mis colegas no cuenta con Internet en su casa y no posee otra alternativa que usar sus datos móviles, y a veces cuesta comprar una tarjeta o recargar el celular”, cuenta Victoria Lorenzo, docente de nivel primario en Capital Federal. “Al principio de la cuarentena se armó un cuadernillo que se dejó en la librería para que los padres pudieran buscarlo, y que de esa manera todos tuvieran acceso al material. Después, con el correr del tiempo, esto resultó imposible”, agregó.

Para Marcelo Miniati, director ejecutivo de Cimientos, organización que diseña e implementa programas pedagógicos con el objetivo de promover la igualdad de oportunidades, la cuarentena tendrá un impacto nocivo en la trayectoria educativa de miles de chicos que viven en contextos vulnerables. “El 80% de estos niños cuenta con un celular con acceso a Internet, pero en un 60% de los casos ese teléfono pertenece a un adulto, que también lo necesita y por ende puede prestárselo solo un rato. Además, la mayor parte de las tareas están pensadas para ser realizadas por computadora, y tener una computadora en los contextos más vulnerables es algo excepcional, expresó Miniati.

Según un informe de Fundación Cimientos, que surge de encuestas a 1.220 becados y 45 tutores, los docentes envían las tareas a través de plataformas online y mensajes de WhatsApp. El problema es que, en la mayoría de los casos, el vínculo con los estudiantes no va más allá que el envío de la actividad y solo el 5% de los chicos no necesita ayuda para resolver las consignas, mientras que el 95% requiere apoyo.

El Gobierno proyectó la vuelta a clases para dentro de dos meses. “Podemos planificar en casi todo el territorio nacional la posibilidad de que regresen las clases en el mes de agosto, apenas terminen las vacaciones de invierno”, indicó Trotta en una entrevista para Radio con Vos. Esto incluye a la ciudad de Buenos Aires y al conurbano, los dos sectores más afectados por los contagios de coronavirus. Es decir que, si se sostienen los indicadores de los últimos días, faltarían dos meses para que los alumnos retomen sus rutinas habituales y abandonen las lecciones virtuales. De todas formas, la organización de las clases no será la misma de siempre y es difícil dar certezas en el contexto de una crisis inédita.

El aprendizaje tecnológico tiene sus ventajas y posibilidades, pero no toda la población puede acceder a la red sin inconvenientes, y es por eso que aún no puede pensarse como un nuevo método educativo que reemplace al presencial. Los vecinos de distintos asentamientos de Villa Soldati, como Villa Fátima, Los Piletones, La Esperanza y La Veredita, gastan mucho dinero en Internet y en el uso de los datos móviles, ya que no están hechas las conexiones para garantizar el acceso al Wi-Fi.

En este contexto, donde las familias no poseen ingresos fijos, esos gastos se vuelven insostenibles. Miniati afirmó: “Esta situación nos impone el desafío de pensar cómo podemos llegar a los chicos de maneras diferentes a las que propone la educación tradicional. Hacerlos volver al colegio va a requerir campañas específicas, y también una oferta que combine el sistema de clases presenciales con otros recursos. Llegó el momento de repensar la escuela“.

Foto: Télam