Por Luciana Agustina García

Creado en 1997 por el ingeniero californiano Andy Hildebrand a través de Antares Audio Technologies, el efecto del Auto-Tune busca ocultar y corregir desafinaciones sin dejar rastro. Tanto en la voz como en los instrumentos, la herramienta ha alcanzado  reconocimiento después de que lo usaran artistas como Cher, los raperos T-Pain y Kanye West, el dúo de electrónica Daft Punk, e incluso algunos nombres fuertes de la escena argentina, como Gustavo Cerati.

“Hoy en día te diría que el 99,9% de los artistas con los que trabajo, los afino”, afirma Martín Kano, reconocido productor musical argentino. “Antes, en los 80 o 70, escuchabas canciones que son hits y las voces estaban desafinadas, pero eran amistosas a nuestros oídos. Ahora se ha desarrollado una cultura en la que toda la música que escuchás está afinada al 100 por ciento. La industria llevó a eso. Son las reglas del juego que, si querés sobrevivir un poco en el rubro, tenés que aprender a plantear”, añade.

Sin embargo, su utilización ha sido en muchas ocasiones símbolo de grandes controversias: desde el “hay que prohibir el Auto-Tune” de Charly García en los Premios Gardel 2018, hasta el “hay personas que no saben cantar pero crean melodías y hacen flows con musicalidad” de Lit Killah, exponente del trap argentino. La dicotomía es clara. Mientras que para algunos es un efecto que permite afinar a quienes “no saben cantar”, para otros es parte del estilo, un recurso más.

No hay que olvidar que la afinación es una convención social, consecuencia de una construcción histórica y cultural. Por otra parte, el software tampoco hace magia. Si una interpretación está muy lejos de estar afinada, el efecto se hace más notorio. Para que sea más o menos transparente, la toma tiene que haber sido relativamente buena”, explica Agustín Pellendier, sonidista y músico en la Productora PIUKE.

Si bien para Kano el artista promedio “se ha vuelto un poco vago”, porque sabe que el productor después lo puede editar con Auto-Tune o Melodyne —el programa de la competencia—, la música de hoy pasa por otro lado: se busca una buena interpretación. “Han venido a mi estudio artistas que no pegaban una nota, pero que tenían mucha actitud, y yo les decía: ‘Cantá que después lo afino’”, afirma. “Si pretendés que quien vaya a cantar dé una performance perfecta, podés estar tranquilamente tres semanas grabando dos canciones”.

En la música, todas las innovaciones como la guitarra eléctrica, la distorsión, o la electrónica, han generado polémica. Este recurso, pese a no ser nuevo en el mercado, no es la excepción. Según Pellendier, son simplemente “otras maneras de cantar, dónde el virtuosismo técnico no es lo que predomina”, sino que “el criterio estético es lo fundamental”. En esa misma línea se ubica Kano: “Creo que cualquier expresión artística que genere un sentimiento o logre captar la atención está bueno. Con el Auto-Tune, se dio posibilidades a mucha gente de dar su visión artística de la vida y de la música”.