Por Tomás Bulla y Jerónimo García Beraudi

Luiz Inácio Lula da Silva recortó de 23 a 17 puntos la diferencia que el presidente Jair Bolsonaro le llevaba entre el electorado evangélico de cara a las elecciones que se llevarán a cabo el 2 de octubre en Brasil. Además de dirimir quién estará a cargo de la presidencia y la vicepresidencia, se votarán senadores, diputados, gobernadores y legisladores provinciales.

En Brasil se vive un clima acalorado en el último tiempo. La intención de voto del sector evangélico, que representa el 30 del electorado, va a ser el que defina los comicios. Este grupo representa mucho más que en años anteriores, ya que la población evangélica se ha duplicado. Así y todo, sigue siendo minoría frente a un sector católico representa la mitad del padrón.

Las encuestas posicionan a Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), como favorito. Un sondeo realizado por CNN Brasil y el Instituto Locomotiva registra una intención de voto del 43 por ciento para el líder sindicalista, seguido por Bolsonaro (Partido Liberal) con el 34 por ciento. En tercer lugar se ubica Ciro Gomes, del Partido Democratico Laborista, con un 9 por ciento.

El voto evangélico fue vital para que el actual presidente gane las elecciones de 2018. Bolsonaro busca mantener ese apoyo mediante distintas declaraciones que apelan al sector más conservador: “Estamos en contra del aborto, de la ideología de género y de la legalización de las drogas, y somos defensores de la familia brasileña”.

Bolsonaro, además, cuenta con el apoyo oficial de varios líderes religiosos mediáticos que responden a la Asamblea de Dios, la Iglesia Universal y otros cultos de gran adhesión en las favelas y ciudades pequeñas. La esposa de Bolsonaro cumple un rol clave: fanática evangelista, la primera dama Michelle Bolsonaro tiene relevancia en los actos presidenciales rezando ante el público y fundamentando que su marido es “un enviado de Dios para salvar al país del comunismo.

La especialista en política regional Adriana Rota afirma que “Lula cuenta con el apoyo del voto femenino, el cual sufre constantemente de misoginia y machismo por parte del bolsonarismo y de los sectores más populares”. Es así que Lula hace énfasis en su compromiso por la “restauración de las condiciones de vida de la gran mayoría de la población brasileña, la que más sufre la crisis, el hambre, el alto costo de la vida, aquellos que han perdido sus trabajos, hogares y vida familiar”.

Además, el expresidente también busca captar el voto evangélico y religioso apelando a discursos de inclusión social, comprometiéndose a defender “la igualdad, la democracia, la soberanía y la paz” y diferenciándose del discurso más conservador de su adversario político. Todo esto sin dejar de mantener énfasis en las creencias religiosas. “Tenemos que mirar a la Constitución y debe ser cumplida, tenemos que mirar a la Biblia y tiene que ser cumplida”, afirmó.