Por Hernán Palau
La presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, viaja a Armenia para reunirse con el primer ministro, Nikol Pashinián, tras los enfrentamientos de este país con Azerbaiyán, en el que firmaron un alto al fuego por los combates en la frontera común iniciados a comienzos de la semana pasada. El fuego cruzado ya dejó al menos 155 muertos, luego de una jornada de acusaciones mutuas que hicieron presagiar una escalada de la tensión.
Ambos gobiernos se acusan de haber roto el acuerdo alcanzado en 2020 que dio fin a la guerra de seis semanas que tuvieron por el control de la región de Nagorno Karabaj, ubicada en Azerbaiyán. La comunidad internacional reconoce que Baku tiene soberanía sobre esta zona, que actualmente se autogobierna bajo el nombre de la República de Artsaj y tiene el apoyo de Armenia debido a los fuertes vínculos históricos, lingüísticos y culturales.
Fernando Avakian es especialista en Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas. Argentino y descendiente de armenios, participa de la Comunidad Armenia en Argentina. Realizó una tesis y estuvo en la frontera de la capital de Artsaj durante tres meses. En medio de los hechos recientes acontecidos en aquella zona, contó a Publicable sus experiencias vividas.
–¿Por qué viajó a Nagorno Karabaj?
-Fui por curiosidad, para ver, analizar y entender lo que sucede. al estar allí, conecté con los habitantes de la región y formé un vínculo demasiado estrecho que me hace seguir siempre lo que sucede.
–El conflicto por la región está latente desde hace 30 años tras la primera guerra de Nagorno Karabaj, ¿cómo es la relación entre los habitantes y Azerbaiyán?
-Si hablás con los habitantes, te das cuenta de que tienen una relación de enemistad con Azerbaiyán y su gobierno por lo que hicieron hace treinta años. Las diferencias se incrementaron más desde 2020, por lo que están en constante atención de lo que puedan hacer las fuerzas armadas azeríes con una tecnología más avanzada que el ejército de Artsaj. Con Armenia es todo lo contrario: es un vínculo muy fraterno.
–¿La enemistad y el miedo son compartidos con otras comunidades?
-Yo que tuve siempre contacto con miembros de la comunidad en la Argentina. Se sintió mucha preocupación, angustia y miedo por lo que pueda pasar. Muchos sienten a los habitantes de Nagorno Karabaj como parte del pueblo del que fueron parte sus antepasados y que es parte de Armenia, pero con la distinción que son un enclave en un país (Azerbaiyán) al que le molesta no controlar un territorio que reclaman como propio.
–¿Por qué los habitantes no migran a Armenia sabiendo que están en una zona reclamada por el gobierno azeri de Bakú?
-Los habitantes tienen un sentimiento de pertenencia a la zona que se remonta a antes de que Armenia y Azerbaiyán sean parte de la Unión Soviética. Una vez disuelta la URSS, se reactivaron las diferencias entre ambos pueblos, que culminaron con una región de constante tensión. Los habitantes de Artsaj saben que viven en un “volcán dormido” que puede derivar en un conflicto, pero tienen la idea de que tanto Armenia como gran parte de la comunidad internacional van a denunciar a Azerbaiyán si intenta invadir.
–¿Cómo repercutió lo sucedido en la frontera armenio-azerí de esta semana?
-Para las personas que hablé fue inesperado y les hizo “revivir” un miedo por una posible política expansionista de Azerbaiyán. Están expectantes de lo que hablen los gobiernos de Bakú y Ereván y que no vuelva a pasar.
Edición: Emiliano Attadia