Por Florencia Mercado

En el Club Atlético Boca Juniors, uno de los clubes con más socios de la Argentina, Sebastián Villa no es el único jugador que ha sido denunciado por violencia de género. Está claro que esta no es una problemática exclusiva del equipo xeneize, y que tampoco es la primera vez que la cultura machista y patriarcal trasciende lo deportivo en Boca.

En 2017, las socias e hinchas del club se reunieron para poder hacer frente a las dificultades que atravesaban. ”Por esta razón fue necesario armar, como terreno de disputa, Feminismo Xeneize”, cuenta su cofundadora, Florencia Gastaminza, porque las instituciones deportivas han sido siempre el gran refugio de las masculinidades hegemónicas que fortalecieron procesos de invisibilización y exclusión de las mujeres y las diversidades”. Este espacio, junto a “Género y Diversidad Xeneize de La Plata”, son las organizaciones feministas creadas por las socias e hinchas del Club Atlético Boca Juniors.

Agustina Morel, referenta de esta última organización, cuenta que en las primeras reuniones se dieron cuenta de que muchas habían sufrido violencias en los espacios que habitaban de Boca: las peñas, las filiales y la cancha. Entendieron que la violencia no debía ocurrir más y que estando todas juntas se podría visibilizar.

La organización que reunió a las hinchas platenses fue oficializada en 2017 como “Secretaría de la Mujer”. Mantuvo ese nombre hasta cambiarlo por “Género y Diversidad Xeneize” en 2019, luego de asistir al Encuentro Nacional de Mujeres. El nuevo nombre, explican, implica una perspectiva plurinacional y transfeminista. Además, en el mismo encuentro y en el año en que se celebrarían las elecciones del club, nació la otra agrupación, Feminismo Xeneize, que, cuenta Gastaminza, “nace para dar cuenta de que, gane quien gane, hay hinchas organizadas que tenemos muchas necesidades y demandas”. “Creemos -explica- que se debe contemplar las desventajas históricas de las mujeres y de las personas con otras identidades sexo-genéricas.” Este proceso les permitió encontrarse entre mujeres como compañeras y no como competencia. Al integrar distintos espacios, agrupaciones políticas, peñas y filiales del club, organizarse fue un desafío, cuenta Gastaminza. La pandemia fue un gran momento de consolidación del espacio y les permitió hacer uso de los entornos virtuales para que la agrupación fuera un espacio federal.

Una de las primeras acciones de Género y Diversidad Xeneize fue ir a la cancha a ver jugar a Las Gladiadoras, el equipo de fútbol femenino de Boca. Antes el público de estos partidos era, en gran medida, las familias de las jugadoras. Decidieron “ir a poner el cuerpo” a las tribunas porque mucha gente creía -y cree aún hoy- que ver a Boca es ver solo a los varones. Esta creencia machista es abordada por el club desde el Departamento de Género, en cuya página se trata de visibilizar a las jugadoras, las fechas históricas y los momentos importantes. Según Gastaminza, el Departamento marca la agenda en temáticas que antes no eran contempladas y diseña y planifica políticas de género. Sin embargo, para Morel, el equipo no tiene visibilización, ni las condiciones para que las mujeres puedan jugar a la pelota con las comodidades con que juegan los varones.

En los espacios feministas muchas mujeres pudieron reconocer que son víctimas de violencias y abusos. Las socias de Boca y de otros clubes sufrieron acoso sistemático por redes sociales, “piropos” y acoso callejero, manoseos, “besos robados” en los micros. Incluso tuvieron que tolerar el ofrecimiento de entradas a cambio de favores sexuales. Todas estas vivencias las llevaron a entender la necesidad reformar la organización. “Es bastante ‘heavy’, el fútbol sigue siendo un ambiente masculinizado y violento”, dice Morel. La activista es considerada una referente entre las hinchas, por lo que muchas se acercan a ella para contarle experiencias de abusos. “Nosotras todo el tiempo tenemos que manejarnos con cuidado, no dejar a compañeras solas. Una vez, tomando una birra en la puerta de una cancha, una chabona con la que estaba rancheando me cuenta que fue violada en un micro. Capaz no buscó poner en acción un protocolo, capaz solo con ponerlo en palabras y encontrar el lugar en donde poder decirlo y que te escuchen, ya es un montón”.

Desde que se creó Género e Identidad encontraron que al menos quince chicas fueron acosadas o abusadas en La Peña Los Xeneizes de La Plata. La agrupación, al no tener un equipo interdisciplinario para abordar las denuncias, aprendió a acompañar los casos y derivarlos a los espacios correspondientes. “Yo, de manera personal, nunca me preparé académicamente para poder atender cuestiones de género, y me parece muy importante decirlo. No es nuestro objetivo pero el tener que contenernos es algo que el feminismo nos enseñó a resolver. En el caso de que haya que accionar, sabemos cuál es el recorrido y siempre estamos ahí para acompañar”, explica Morel. A partir de la primera denuncia que hubo hacia el club, la agrupación exigió un protocolo para los casos de violencia de género que luego se aprobó en 2021, aunque no fue el que ellas propusieron.

La forma en que actúan los representantes del club, ante las distintas denuncias contra los jugadores de fútbol, no deja satisfecha a ninguna de las socias, afirma Agustina Morel. “En estos casos la gente sale a preguntar “¿dónde están las feministas?”, eso le dijeron a Adriana Bravo, la vicepresidenta”, contó la referenta de la agrupación. Morel explica que cuando salen a la luz estos problemas, las respuestas se las demandan a las mujeres sin considerar que son las que menos poder de decisión tienen en los órganos del club. Adriana Bravo es la única mujer en la Comisión Directiva, compuesta por 28 hombres. Para Gastaminza, “no hay que perder de vista que, para llegar al lugar de poder, tuvo que atravesar un montón de obstáculos que muchos otros no. Aquí se ubica el famoso techo de cristal”, un concepto definido como una barrera invisible que impide que las mujeres alcancen las mismas posiciones de poder que los hombres y que está relacionada directamente con las normas y los estereotipos que perpetúa el patriarcado. En este sentido, Gastaminza remarca que “toda gestión que desarrolle una mujer tiene que verse con gafas de género, porque no depende solo de la buena voluntad, sino de lo que una puede hacer”. Ella reconoce los baches que tienen las instituciones en la aplicación de los protocolos contra la violencia machista.

En el club también hacen falta jornadas de género para los y las alumnos/as de las escuelas y el personal del club, advierte Mariángeles Cossar, deportista desde hace más de quince años, que está en constante contacto con Adriana Bravo. Otras de las deudas con la equidad de género es la implementación de la Ley Micaela, que Bravo prometió que es uno de los proyectos próximos a gestionar. Es un momento importante de avance para Boca gracias a los colectivos feministas presentes, las hinchas pueden visibilizar sus reclamos ya que las ven y las escuchan pero aún falta mucho por recorrer. “La violencia machista no se termina, el patriarcado está presente, en el caso de Boca lo vemos en la cantidad de jugadores denunciados por abuso sexual”, dice Morel.“Estos reclamos están vigentes y los llevamos a la calle y a todos lados”.