Por Maia Molina y Camila de León Belloc
A pesar de que hoy cualquier dato pareciera estar ahí, al alcance de todos, con tan sólo un click, la desinformación con respecto a la sexualidad sigue siendo una problemática que afecta a gran parte de las y los adolescentes.
Embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y situaciones de abuso son sólo algunas de las caras visibles de esta problemática. En un momento en que las redes sociales -principalmente TikTok e Instagram en esa franja de edad- ocupan un papel central, las nuevas generaciones quedan completamente expuestas y vulnerables a información falsa y sin fundamentos que circulan como si fueran verdades. Esa fue la puerta de entrada que la ginecóloga infanto-juvenil Vilma Rosciszewski (@ginecoyvos) encontró para acercar información rigurosa sobre sexualidad, con buena dosis de humor y también de claridad.
–¿Por qué decidiste especializarte en ginecología infanto-juvenil?
-Toda la vida quise ser médica. Cuando cursé la materia de Ginecología en la facultad me encantó, así que entré a la residencia de gineco. Además, me llevo bien con las adolescentes; es una etapa de la vida que me gusta mucho, me divierte y me sale bien. También disfruto el deconstruirme. En los últimos años ha habido un montón de cosas que nos hacen replantearnos; por eso, me gusta el desafío que traen a cada consulta las adolescentes.
–¿A qué edad sugerís que los padres le empiecen a hablar a sus hijos de temas sexuales en el ámbito familiar?
-Toda la vida: desde que nace y llega a la casa, en vez de decirle “pitulín”, le decís “pene”, por ejemplo. Ya desde ahí les estás hablando desde la enseñanza de la higiene y eso ya es hablar de sexualidad. Cuando preguntan cómo vienen los bebés al mundo, no le digas “de un repollo”. Para un adolescente no existe la gran charla, el “hoy vamos a hablar de cómo se coloca el preservativo”; ya llegaste tarde si empezaste ahí.
–De los temas que llevan tus pacientes al consultorio, ¿cuáles suelen estar marcados por la desinformación?
-La desinformación número uno está en el tema de los métodos anticonceptivos; por algo existen los embarazos inoportunos en la Argentina y en toda Latinoamérica. La segunda, es el cuidado del cuerpo y la menstruación: no saber cuándo se menstrua o qué es la menstruación y de dónde viene. La tercera, el no poder decir “no” en el momento de tener relaciones y el no poder decir “ponete el preservativo”. Esto va de la mano de la presencia de enfermedades de transmisión sexual en la adolescencia.
–¿Cómo te surgió la idea de hablar sobre educación sexual por las redes sociales?
-Creo que fue por buscar otro camino para informarlos. Además de especializarme en adolescentes, lo principal fue focalizar esa red en la que están y, en ese momento, eran Instagram y Tik Tok. Me gusta mucho esto de los mensajes cortos, en los que en un segundo podés aprender aunque sea algo, por ejemplo la diferencia entre vulva y vagina. Es muy interesante para que tengan una información correcta. Además, no toda la información está en los libros sino que, a veces, la experiencia también aporta.
–¿Qué pueden hacer las personas para saber si la información sobre sexualidad a la que acceden a través de internet es rigurosa?
-Si no vas a poder ir a un ginecólogo o ginecóloga, o a algún médico capacitado, una buena alternativa son las páginas de las sociedades médicas que tienen existencia real, concreta, en la realidad. En las webs de esas entidades, hay un conjunto de médicos atrás que se reúne para ver qué va y qué no, con fundamento.
–¿Cómo hacés para que tus videos, además de ser totalmente educativos, también tengan un poquito de humor?
-Hice teatro durante más de 20 años, entonces creo que ahora, en mis redes sociales, se fusionan la actriz y la médica. Me parece que el humor te enseña, sana, y es mucho más fácil enseñar desde el humor, decir un chiste y listo.
–¿Notás algún cambio en el conocimiento sobre la sexualidad en las nuevas generaciones?
-Sí, todo cambió un montón con las redes sociales y aún más después de la pandemia. Por ejemplo, hoy ya en su primera relación sexual te lo dicen, “me duele ¿qué pasa?”, o “me toqué y encontré esto”, “no entra”. Esas consultas son buenísimas y tienen que ver con que se bajó una barrera. En ese sentido, creo que fue un beneficio que trajeron las redes sociales.
–Mayormente son las mujeres las que compran las pastillas anticonceptivas, las que se ponen un DIU o chip anticonceptivo, ¿por qué crees que la responsabilidad suele recaer en ellas?
-Es el clásico machismo. Sin embargo, para varones hay muy poco en cuanto a métodos anticonceptivos. Está el preservativo, la ligadura y la vasectomía, que en realidad, es para las personas que no quieren paternar más, con lo cual quedan sólo los preservativos. Entonces, si hay una pareja que ya no quiere usar un preservativo, las opciones de métodos anticonceptivos que quedan son la mujer.
–¿Ves posible que pueda cambiar esta realidad?
-Creo que cada vez más hay conciencia de que la responsabilidad debería ser de ambos y va a cambiar cuando se aprueben y queden a disposición de la gente los anticonceptivos masculinos que están en estudio, algo que estimo sucederá pronto.
–¿Cómo se puede promover que los hombres también tomen conciencia de la importancia de su salud sexual?
-Es verdad que los varones no van a los doctores, no importa la edad. Supongo que tiene que ver con la promoción y que no saben dónde ir. Creo que tendría que haber una campaña publicitaria por parte del Estado. La única que hay es para el control de próstata para los hombres de más de 50 años. Así como existe el Octubre Rosa (para sensibilizar y concientizar sobre el cáncer de mama y la necesidad de controles periódicos), tendría que haber algún otro tipo de campaña dirigida a la salud sexual masculina.
–¿Qué le dirías a una adolescente que no se anima a ir a una consulta ginecológica porque tiene miedo?
-Hay muchos mitos y primeras malas experiencias en las consultas ginecológicas. Lo que les diría es que no tengan miedo porque, en la primera consulta, la ginecóloga no las examina, en general, justamente para despejar ese miedo, salvo que tengan algo. Mayormente, la primera charla es sobre el cuidado, la higiene, la menstruación, entre otros temas. Simple.
DEL CONSULTORIO A LAS REDES
Por Mora Marrero y Eugenia Simán
Además de ser ginecóloga infanto-juvenil, Vilma Rosciszewski logró formar una comunidad en sus redes sociales con más de un millón y medio de seguidores, lo que la convierte en una verdadera influencer en Educación Sexual Integral (ESI) para adolescentes. Nació en Misiones y se radicó en la ciudad de Buenos Aires para estudiar Medicina hace más de 25 años. Como hobby, participó de talleres de teatro y, además, se capacitó para el uso de las redes sociales. Fue esa mezcla, quizás, la que le permitió ir sumando seguidores en Tik Tok e Instagram.
Su trabajo en consultorio le permitió observar, también, que muchas adolescentes llegaban con preguntas sobre su cuerpo y sus emociones, pero sin un espacio de confianza -incluso en sus entornos- donde poder volcarlas.
El encierro al que llevó la pandemia de COVID-19 fue para Vilma un punto de inflexión. Recluida y sin poder desplegar sus actividades habituales, como dar charlas de ESI en escuelas, decidió experimentar con Tik Tok. Y se capacitó para hacerlo.
Otro gran aliado de su contenido es el humor: como hizo teatro durante varios años, Rosciszewski encuentra fácil la manera de hacer reír a la gente. A la hora de crear sus contenidos, el humor, las risas y los chistes sirven para llegar de una manera más fácil hacia los adolescentes.
¿ES(I) UNA REALIDAD?
Por Lucas de los Santos y Victoria Terrazas
La Ley 26.150 de ESI fue sancionada en 2006 por el Congreso Nacional. Desde ese momento, acceder a la formación en sexualidad integral se constituyó en derecho para todos y todas las estudiantes, en los diferentes niveles educativos.
Gracias a esta norma, en las escuelas se debe brindar a los más chicos información sobre su anatomía, sobre el cuidado de su propio cuerpo y el de los demás, e incluso sobre situaciones de abuso y violencia, que ayuden a la vez a identificar y abordar realidades concretas. Las instituciones deben hacer valer esta normativa y, junto con los padres, contribuir para una mejor salud sexual infantil y adolescente. Sin embargo, no sucede así en todos los colegios ni en todos los rincones del país.
“Muchas veces los docentes mismos tienen que pagar para capacitarse en educación sexual”, explica Rosciszewski, quien señala que, incluso, se dan muchas casos en los que los propios maestros y maestras “sienten vergüenza como para hablar de penes y vulvas”.
Para Rosciszewski, es importante que la educación sexual esté presente en las familias desde el minuto cero. “Los padres deben hablar de estos temas desde que sus hijos nacen. Porque de eso se trata cuando vos, en vez de llamar `pitulín` al pene, le decís pene. Desde ahí estás hablando, desde la enseñanza; hablar de la higiene ya es hablar de sexualidad. También hay miles de libros para chicos sobre ESI, para las distintas etapas, y siempre el libro es una buena puerta de ingreso para hablar del tema. De esa manera, también se enseña”.
La palabra de los profesionales muestra la experiencia necesaria para mejorar y apuntar a evolucionar como sociedad. Apostar a los más chicos es importante para un futuro más saludable, consciente y con respeto por la diversidad y elección de género, porque “hay generaciones que van a crecer con muchísima más libertad, y esa libertad vos la transmitís a tus hijes”, plantea Rosciszewski .
DESINFORMACIÓN, UN MAL DE REDES
Por Luz Moreno y Lucía Rodríguez
El 60% de los adolescentes argentinos tienen conocimientos sobre salud sexual que aprendieron fuera del colegio, según el informe Voces, perspectivas y recomendaciones para una educación sexual integral, efectiva y no adultocéntrica, elaborado en el marco del proyecto #EsConESI, que llevan adelante la asociación civil FUSA e Impacto Digital, con el impulso de la Iniciativa Spotlight, una alianza global de la Unión Europea y las Naciones Unidas para poner fin a todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas.
Quizás ese número explica el fenómeno de algunos médicos y médicas devenidos en influencers que usan las redes para visibilizarse y, a la vez, brindar información. Un estudio organizado por la Asociación Internacional de Evaluación Educativa reveló que un 74% de los jóvenes escolarizados de la Ciudad de Buenos Aires utiliza las redes sociales para buscar información.
Rosciszewsk es parte de este fenómeno. “Lo principal es focalizar en esa red en la que están las y los jóvenes para que tengan información correcta”, plantea. Es que la desinformación está a la orden del día en esos espacios y muchas veces no se puede discernir entre lo riguroso y las fake. De hecho, ese estudio internacional mostró que el 80% de los adolescentes siempre utiliza el primer enlace que les aparece en una búsqueda y no indagan en profundidad.
Según el mismo trabajo, sólo dos de cada diez adolescentes han recibido en el país clases de educación sexual en la escuela. Entonces, el 80% de ellos se nutre principalmente de lo que puede encontrar en las redes sociales para evacuar sus dudas o acceder a información. Esta realidad tiene una contracara, que expone la vulnerabilidad de las y los adolescentes en este terreno: embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual e, incluso, situaciones de abuso.
Estudios de la Organización Mundial de la Salud revelaron que en países en desarrollo, como la Argentina, una de cada cinco mujeres tiene un embarazo antes de los 18 y los expertos señalan la ausencia de políticas públicas de salud sexual como el causante principal.
Rosciszewski señala que los embarazos adolescentes siguen pasando: “Tengo muchos años ya de ir a escuelas y, de todas maneras, el embarazo inoportuno sigue existiendo en nuestro país”. Lo mismo ocurre con las enfermedades de transmisión sexual, con una tasa de incidencia mayor en mujeres que en varones.
A eso se suma la pornografía, devenida en fuente de información para los más chicos por su circulación online. Según la ONG Save The Children, siete de cada diez adolescentes consumen activamente pornografía y el primer acercamiento a este tipo de contenido se da alrededor de los 12 años. Así, esa información queda en el imaginario de esos chicos y chicas como la forma en la que debe darse un encuentro sexual. En este sentido, Rosciszewski advierte que esas imágenes perpetúan en los y las adolescentes conceptos erróneos como que “la relación sexual tiene que ser de una manera o que la vulva tiene que tener determinadas características, por poner tan sólo un par de ejemplos”.