Por Camila Mitre
A menudo se define a Kurdistán como la “nación sin país” más grande del mundo, porque como pueblo, los kurdos comparten una etnia pero tras décadas de conflictos geopolíticos en Medio Oriente, quedaron separados por las líneas de arena. Hoy, están repartidos entre Siria, Irán, Irak y Turquía, aunque también hay comunidades kurdas en Armenia y Azerbaiyán. A pesar de que la historia llevó a este fragmentado pueblo a tomar caminos diferentes en la lucha armada por su independencia, lo une una idea en común: el Confederalismo Democrático, basado en políticas marxistas-leninistas y con mayor desarrollo en la región turca de Bakur y en Rojava, Siria. Este sistema no se centra en la consolidación de un Estado nación moderno, como es concebido en Occidente, sino en la organización de asambleas de base que discutan desde su autodeterminación hasta su propia economía, con una perspectiva autosuficiente y sustentable.
Abdullah Öcalan es el presidente del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y el ideólogo del Confederalismo Democrático y su concepto principal, la jineología, basado en la idea de que el sistema patriarcal es una forma de dominación y opresión que debe ser desafiada y reemplazada por una nueva estructura social. La jinealogía propone una revalorización de las mujeres y de su papel en la sociedad, así como una reevaluación de las relaciones de género y la transformación de las estructuras políticas, económicas y culturales. Öcalan fue el responsable de estructurar el PKK en Turquía, Siria y el Líbano. Tras años de persecución y exilio en países como Rusia, Grecia e Italia, fue arrestado en 1999. Actualmente cumple una condena a cadena perpetua en Turquía por los delitos de “traición y separatismo”.
Las mujeres kurdas se hicieron famosas en los últimos años por protagonizar diferentes enfrentamientos armados. En Siria, donde conformaron las Unidades Femeninas de Protección, combatieron contra el ejército y la doctrina del presidente Bashar Al-Assad y el grupo terrorista ISIS. También participaron del conflicto con el Estado turco, que lleva 104 años. Sobre los kurdos, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, declaró a fines del año pasado: “Si Dios quiere, pronto los erradicaremos a todos con nuestros tanques, artillería y soldados”. Incluso su lucha se replicó en los lugares más inesperados, como cuando la revista de moda Marie Claire cubrió el asesinato en Teherán de la iraní kurda Mahsa Amini, luego de su arresto en manos de la “policía de la moralidad” en septiembre de 2022.
Durante la ofensiva de ISIS en Irak y Siria, los kurdos se organizaron y jugaron un papel clave en la resistencia y la lucha contra el avance del grupo yihadista. Las fuerzas kurdas, como las Unidades de Protección Popular (YPG) y las Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ), tuvieron éxito en la liberación de áreas ocupadas por ISIS en Siria, como Kobani, Raqqa y Sinjar. Además, en el norte y este de ese país, los kurdos y kurdas establecieron una administración autónoma conocida como la Región Autónoma del Kurdistán sirio o Rojava. Esta administración ha implementado políticas basadas en la democracia directa, la igualdad de género y la inclusión étnica y religiosa.
Virginia Benedetto es fotoperiodista, pasó tres años generando vínculos con el ejército kurdo para poder viajar y retratar su lucha. “El lugar de las mujeres en este ejército es el de cualquiera en una lucha armada. Pero, en este caso, la revolución es algo mucho más amplio, tiene que ver con una transformación de la sociedad en todos los sentidos, desde el lugar de las mujeres en esa sociedad, hasta el modo en el que se organizan en la economía, en la prensa”, explica. “El patriarcado es el primer modelo de opresión que conocemos sobre el que se fundan todos los demás. Entonces, con la liberación de la mujer van a llegar otros modos de liberación: la convivencia de las diferentes religiones y culturas; el cuidado de la naturaleza; la autoorganización de la sociedad en todos sus niveles”.
Benedetto explica que en Kurdistán, la autodefensa es una forma de autoorganización que atraviesa todos los niveles de la sociedad: “Excede a la cuestión de la lucha armada en sí. El Confederalismo Democrático propone una revolución. El rasgo distintivo de esta doctrina parte de que la revolución es la liberación de las mujeres en sí mismas. Esta revolución existe y no es únicamente una cuestión de las milicianas en las montañas, sino que ha tenido la capacidad de trasladarse al pueblo”.
La organización de las sociedades kurdas, sobre todo en Siria y Turquía, marca un precedente a nivel internacional, no solo por sus milicias. Allí, el pueblo kurdo es oprimido en su derecho a la autodeterminación nacional, que incluye la separación territorial. Además, existen graves vulneraciones a los derechos humanos. En Turquía, hay cerca de cuatro mil presos políticos kurdos, entre ellos, los principales dirigentes políticos del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), diputados electos democráticamente y hasta periodistas. Otra de las violaciones a sus derechos fundamentales es la prohibición de su idioma.
En el Confederalismo Democrático, los medios de comunicación también tienen una perspectiva feminista. Jinha, cuya traducción literal es agencia de comunicación de mujeres, fue el medio nacional de Diyarbakir, la capital no oficial del Kurdistán turco. Fue el primer periódico de esta índole de toda la región de Kurdistán, Anatolia y Mesopotamia. Funcionó desde 2011 hasta 2016, cuando fue clausurado por el gobierno turco. Conformado en su totalidad por mujeres, Jinha se propuso cambiar la perspectiva de un trabajo que, hasta entonces, en esa zona solo podían desarrollar hombres. “Somos herederas de luchas como las de Virginia Woolf, Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Gurbeteli Ersöz, Şilan Aras, Sakine Cansiz. Fundamos la agencia con esta perspectiva”, dijo Zehra Doĝan, integrante de Jinha en entrevista con el periodista Alejandro Haddad, especialista en la región, en 2013.
“Es evidente que, incluso logrando una independencia nacional, Kurdistán no podrá ser verdaderamente libre en medio de la hecatombe que existe en Medio Oriente, con potencias, con armas, con conflagraciones, como está ocurriendo allí cerca en Siria y también, en cierto modo, en Ucrania”, señala Luciano Arienti, analista internacional especializado en la región de Asia menor. “Es inviable que eso ocurra porque Medio Oriente es un diseño del imperialismo para desplazar a los pueblos de la región y repartirse las zonas de influencia. Entonces Kurdistán solo puede ser libre si se instala en el conjunto de la región un gobierno de los trabajadores”.