Por Ivana Hauschildt

Los testimonios de la audiencia del 26 de julio de 1985 del juicio contra los integrantes de las tres juntas militares que gobernaron de facto el país entre 1976 y 1983 versaron sobre la complicidad de los dictadores argentinos con sus pares uruguayos en las tácticas empleadas en la represión ilegal, en el marco del Plan Cóndor, un sistema de coordinación represiva entre los países del Cono Sur conducidos por gobiernos de facto.

La primera en prestar declaración fue Matilde Rodríguez, viuda de Héctor José Gutiérrez Ruiz, último presidente de la Cámara de Diputados del Uruguay antes de que los militares tomaran el poder en ese país. La testigo relató que ella, su marido y otros dirigentes de la oposición del Partido Blanco llegaron a la Argentina buscando refugio de la persecución militar, pero que a poco de llegar su esposo fue secuestrado y luego asesinado.

Según Rodríguez, un grupo de hombres vestidos de civil, que manifestaron ser de la Policía Federal, capturaron a Gutiérrez Ruiz en su domicilio de la calle Posadas. El hecho, afirmó, ocurrió tan rápido que no dio tiempo a que sus amigos pudieran gestionar su liberación.

“Cuando se llevaban a mi marido surgió el nombre de (Zelmar) Michelini y alguien del grupo de secuestradores dijo: ‘Ese también, ese comunista nos interesa’, dijo Rodríguez, y aseguró que había intentado hacer la denuncia en la comisaría Nº 15, pero no se la habían aceptado. Cuatro días después del secuestro, el 18 de mayo de 1976, aparecieron en el interior de un auto los cuerpos del diputado Héctor José Guttiérez Ruiz, del senador Zelmar Michelini y de los dirigentes Rosario Carmen Barredo y William Whitelocke.

EL CASO DEL HOTEL LIBERTY

Declaró a continuación Beatriz Taub, quien con 18 años fue testigo del secuestro de sus padres y su hermano, ocurrido en el famoso Hotel Liberty, ubicado en plena avenida Corrientes de la ciudad de Buenos Aires y que pertenecía a su familia. Guillermo Luis Taub, su esposa Flora Gurevich y el hijo de ambos, Guillermo Taub, fueron capturados por hombres armados y, según detalló la testigo, ella pudo ver a su padre recién tiempo después de la captura, cuando un llamado telefónico anónimo la alertó de que estaba internado bajo otro nombre en el hospital municipal de Vicente López. “No era la misma persona que cuando lo detuvieron”, aseguró Taub. Y agregó que, debido a las torturas sufridas, su padre permaneció dos años y medio sin poder caminar, y padeció durante muchos años alteraciones mentales.