Por Chiara Detinis Jablonka

El pasado 4 de septiembre la ciudadanía chilena se hizo escuchar nuevamente cuando rechazó severamente la Constitución redactada por la Convención Constituyente. ¿Cómo sigue el proceso hacia la redacción de una nueva Carta Magna?

En 2020, un abrumador 78 por ciento de la población votó a favor de modificar la actual Carta Magna, promulgada durante la dictadura de Augusto Pinochet. El rechazo a la propuesta de la Constituyente no elimina la voluntad de cambio de la sociedad chilena. Tras el reféndum, “el trabajo continúa con diálogo y articulación”, dijo el presidente Gabriel Boric, cuya intención es comenzar a la brevedad un nuevo proceso constituyente.

La nueva Carta Magna pretendía un acelerado avance hacia la conquista de demandas históricas, como por ejemplo una reorganización política con la intención de conformar un Estado Plurinacional, entendiendo que en Chile, al igual que en muchos países de la región, existe una diversidad de naciones que conviven en un mismo territorio. 

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Los cambios en materia de derechos civiles, como la inclusión del derecho a la educación y a la salud, o la nacionalización de los recursos naturales, actualmente privatizados, también suponían una respuesta política a las necesidades de la ciudadanía. 

Algo resulta claro: Boric debe lograr un consenso puertas adentro del multipartidismo chileno -especialmente con la coalición de centroderecha, que se identificó con el “Rechazo”- y en pos de eso es imperativo que reniegue algunas de sus causas. 

“Imagino que la sección de derechos sociales, que es la parte más novedosa para Chile, debería tratar de mantenerse así. Es el componente más progresista de la Constitución. El derecho al aborto va a ser sin duda un tema ríspido y probablemente esté en la mesa de negociación”, expresa el politólogo Facundo Cruz.

Y añade: “El punto más fuerte a discutir es la sección de sistema político, sobre todo la administración de Justicia, la descentralización hacia las regiones y el cambio del Senado por la Cámara de las Regiones”. Cruz resalta que “el gobierno va a correr el riesgo de verse debilitado si tiene que ceder, pero no le queda otra porque viene debilitado por el resultado”.

Otro aspecto a revisar es la desinformación que circuló en el electorado, que radicalizó el discurso, replicando escenarios -no solo de la región, sino del mundo- en los que han predominado aluviones masivos de fake-news. Al respecto, el sociólogo y analista político Félix Bonorino explica que “la clase dominante se vio alterada y amenazada con el triunfo de Boric. Sus medios, que funcionan como un monopolio y ariete, comenzaron a batallar erosionando al presidente”.

Para Bonorino, el objetivo de la elite es regresar en 2026, “con esta u otra Constitución”, lo que explica la campaña de desinformación del Rechazo.

Edición: Emiliano Attadía y Matías Arcapalo