Por C. González, B. Kuhn, L. López Calvo y C. Sarria
Este año, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) trabajó en la segunda encuesta de la Argentina sobre Creencias y Actitudes religiosas en el país. Fortunato Mallimaci, doctor en Sociología recibido en París, ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y actual director del Ceil Conicet, es además el director de este proyecto, que implica 2.400 encuestas para analizar las creencias, identidades y prácticas de los argentinos.
En 2008 se lanzó la primera encuesta, a la que respondieron 2.403 personas de diferentes lugares del país. “Este año decidimos abocarnos a igual cantidad de casos y calculamos unos 1.500 pesos por persona, lo que implica que el presupuesto sea de 3 millones 600 mil pesos. Lo difícil de este proyecto es conseguir el presupuesto. A las instituciones religiosas no les conviene tener este tipo de datos, a las empresas no les interesan y por eso dependemos de los entes científicos y universitarios”, analiza Mallimaci. Por eso el proyecto fue presentado al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. “Hay que visitar a los encuestados, hacer un fuerte trabajo de relevamiento y también de capacitación entre quienes llevan a cabo el proyecto, lo que implica tiempo y dinero”, detalla el director.
La nueva encuesta involucra más tecnología que la anterior, aplicada tanto al trabajo de campo como al cálculo de los porcentajes que representan las preguntas. Además, incluye como novedad preguntas sobre la asunción del papa Francisco y cómo esta influyó en las comunidades.
El Registro Nacional de Cultos, que depende del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, es donde las organizaciones religiosas deben inscribirse según la Normativa Vigente. En 1979, y con la firma del dictador Jorge Rafael Videla y del ministro de Interior de facto, Albano Harguindeguy, se promulgó el decreto Ley 21.745, que establece la obligatoriedad para todos los cultos religiosos de inscribirse en un registro oficial con el objetivo de ser considerados legales.
“Estaban eliminando todo lo que era subversivo y necesitaban un registro, entonces lo crearon para todas las instituciones religiosas menos las católicas. El registro no tendría que existir, es una ley vieja”, opina Mallimaci. “Si puede decidir quién está habilitado y quién no, el Estado contradice el derecho a la libertad de culto. Hasta ahora ningún Gobierno se animó a sacarlo”. Las organizaciones evangelistas son mayoría en el registro y en la Argentina, ya que es mucho más fácil constituir un espacio evangélico que una iglesia católica. Aun así, las iglesias evangelistas se anotaron por orgullo y dieron legitimidad al registro.
“El evangelismo es la religión predilecta de América Latina por tener un espíritu progresista. Siempre se cree que las religiones son para las masas más pobres, pero Estados Unidos es el claro ejemplo de que no es así”, apunta Mallimaci. La idea de que la expansión pentecostal está favorecida por los contextos socioeconómicos que acarrean la marginalidad social y económica es acertada. En Latinoamérica, durante los últimos 40 años se vivió un proceso de cambio de religión generalizado. El crecimiento vertiginoso del sector evangélico en esta parte del mundo en 2014 alcanzó el 19 por ciento de la población frente a un 69 por ciento de católicos, en tanto que a principios del siglo XX, cuando el catolicismo en el continente representaba un 93 por ciento, el evangelismo apenas un alcanzaba un 3. “La gente abandona el catolicismo cuando se decepciona. Así, migra al evangelismo”, ratifica Mallimaci.
Según la última encuesta realizada por el CONICET, el evangelismo es la segunda religión en Argentina y en la Patagonia es donde mayor porcentaje de adeptos tiene luego del catolicismo. Una de las razones se debe a que durante la dictadura militar de Chile, en 1973, muchas personas escaparon y se instalaron en el sur de la Argentina. Cuando la gente llega, necesita encontrar un grupo social de pertenencia y por eso en muchos casos se vuelca al evangelismo.
En Argentina los procesos políticos van de la mano con los religiosos. “No es casualidad que, cuando hay una crisis, los creyentes tienden a alejarse de las organizaciones de culto. En América Latina las personas se sienten obligadas a consumir una religión, pero el mundo se ha transformado mucho. Hay una modificación en las creencias por la que las personas rearman el credo a su manera”, explica Mallimaci. “Un ejemplo es que, en la actualidad, la mayoría de los creyentes están de acuerdo con la despenalización del aborto porque conocen casos, saben cuál es el contexto y entonces les parece bien que las mujeres tengan ese derecho”.