M. Isasti, L. Gutiérrez, M. Sabattini, M. Dobal, T. Bettoni
Era simplemente uno de los fotógrafos de una revista y se convirtió en un símbolo. La muerte de Cabezas hizo visible numerosos entramados de corrupción en el centro mismo del mundo político y empresarial argentino. La imagen de sus ojos fue el símbolo de la lucha a favor de la libertad de expresión y de la democracia en un contexto en el que las problemáticas sociales y económicas todavía tenían resabios de la dictadura.
A cuatro días de que asesinaran a Cabezas, se llevó a cabo la primera de las marchas en su memoria. Su compañero, Gabriel Michi, sostuvo que el gran apoyo de la sociedad en la movilización estaba influenciado por el rol que habían adoptado los medios de comunicación en una coyuntura política corrupta: “Era un momento de mucha desconfianza hacia el gobierno de Carlos Menem, había mucha corrupción y la prensa era como una especie de salvaguarda de los derechos humanos. La gente traía las denuncias a los medios antes que a la justicia. Era un matrimonio entre prensa y sociedad”.
Poco tiempo después del asesinato, Ernesto Sábato, escribió: “Su espíritu todo lo impregna, desde aquel misterioso lugar en que José Luis, en su notable vocación de fotógrafo casi oculto y silencioso detrás de su cámara, sin que apenas lo conozcamos nos dejó un modo auténtico de ver el mundo. Más ahora en esa particularidad de los seres transformados en símbolo, un país entero exige justicia a través de su inextinguible mirada”. En la hechura de su escritura mostró el proceso que se desató tiempo después de la muerte de José Luis Cabezas. En sus líneas deja en claro las dos narrativas que giran alrededor del fotógrafo que supo también retratar a las divas y figuras más importantes de nuestro país: el símbolo de la lucha, el que murió por su vocación y por la labor periodística. Por otra parte, el fotógrafo común y corriente, obrero de los distintos diarios y revistas.
No se olviden de Cabezas. (Gentileza: Pablo Aharonian)
Michi está convencido de que Cabezas no buscaba convertirse en héroe: “Vimos cómo la transcendencia del caso fue creciendo y en definitiva, hoy, 20 años después, él es un símbolo y en cierta medida, una especie de freno a otros hechos como éste que puedan llegar a ocurrir”.
Guillermo Viana, presidente de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA), en el momento del asesinato, aseveró que Cabezas no usaba la fotografía como herramienta periodística exclusivamente, sino que tenía un compromiso con lo estético. “No ‘militaba’ para el fotoperiodismo. Estaba mas entusiasmado con la estética, la iluminación, la posición, la cara del tipo, el enfoque diferente, era bárbaro cómo fotografiaba”.
Las sospechas, que luego fueron confirmadas, del accionar de sectores vinculados a la dictadura en el caso tuvieron una fuerte incidencia en que las marchas fuesen multitudinarias. Los custodios de Yabrán que asesinaron a Cabezas habían sido represores y habían llevado a cabo torturas y demás delitos de lesa humanidad en la ex ESMA durante la última dictadura cívico militar.
“Obviamente, siendo periodistas, sabíamos cómo utilizar la comunicación, cómo hacer para que el tema no desapareciera. Pero hubo coincidencia en todos los medios, los periodistas pusieron mucha fuerza, sus dueños lo entendieron como un peligro para ellos también. Aunque no estábamos en la misma vereda, no había divisiones internas entre nosotros. Con la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires. (UTPBA) y ARGRA, previo a cada 25, nos juntábamos para ver que hacíamos para que la marcha fuera novedosa y generase impacto. Las cruces en Plaza de Mayo, las velas, las imágenes, la suelta de globos negros; todos los meses inventábamos algo, tratando de que siguiese presente en los medios”, relató Michi.
Viana recuerda cómo fue creada la frase“No se olviden de Cabezas” y el icónico retrato que la acompañaba: “Como mecanismo para mantenerlo presente, desde la Asociación se decidió ampliar una foto carnet del periodista y exponerla en cada conferencia que brindáramos. Se empezó a repartir volantes con esa misma foto y, poco a poco, se fue convirtiendo en el símbolo oficial del reclamo”. La editorial Perfil, para la que trabajaba el periodista el fotógrafo cuando lo asesinaron, tomó la imagen y la redujo únicamente a la mirada, ilustración que hasta el día de hoy da la vuelta al mundo.
Fachada de la editorial Perfil.(Gentileza: cij.gov.ar)
Para todos, el de Cabezas fue el asesinato en democracia más resonante de la historia contemporánea argentina. La respuesta de la gente y la solidaridad con el caso fue un gran amparo para los periodistas que temían verse envueltos en situaciones símiles. El apoyo al periodismo dio cuenta de un fuerte compromiso social por la libertad de expresión y juró, en la mirada de Jose Luis Cabezas, que un hecho de éste tipo nunca más volvería a ocurrir.