F. Pagano, C. Vázquez, M. Pacheco, G. Chaet, A. Ramírez y S. Cóceres
Azucena Villaflor
“¡Vamos a la Plaza! ¿Qué hacemos aquí?”, les dijo una vez a un grupo de madres que buscaban a sus hijos desaparecidos . Según Aída Sarti, una de las presentes, esa fue la frase disparadora que terminó formando la Asociación Madres de Plaza de Mayo.
Oriunda de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, comenzó una búsqueda cuando su hijo Néstor fue secuestrado junto a su novia en 1976. Ese reclamo, que al poco tiempo se volvió organizado, terminó haciendo de Villaflor un víctima de un comando liderado por el entonces capitán Alfredo Astiz, quien se había infiltrado en sus reuniones y ordenó el secuestro y posterior desaparición de 12 familiares que se reunían en la iglesia de Santa Cruz, en el barrio porteño de Boedo. Villaflor y otras fundadoras de Madres de Plaza de Mayo fueron llevadas a la Escuela Mecanica de la Armada (ESMA) y luego se las arrojó vivas al Río de la Plata. En diciembre de 2005 fueron identificados sus cuerpos, que habían sido enterrados sin identificar cerca de Santa Teresita luego de haber sido encontrados en el mar.
María Ponce de Bianco
Militante del Partido Comunista, logró recuperar a su hija que se encontraba desaparecida pero más tarde ella misma fue secuestrada en 1977, cuando tenía 53 años, en el mismo operativo en el que desapareció su compañera de lucha, Azucena Villaflor.
Se estima que su fallecimiento ocurrió entre el 17 y 18 de diciembre de 1977, aunque sus restos fueron recuperados 28 años después.
Esther Ballestrino de Careaga
Una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo junto a su compañera de lucha incansable, Azucena Villaflor. Se caracterizó por brindar ayuda a sus compatriotas paraguayos durante la dictadura de Stroessner, colaboró con la Liga de los Derechos del Hombre y ayudó a familiares de desaparecidos y detenidos por el terrorismo de estado. Madre de tres hijas, fue secuestrada el 8 de diciembre de 1977 en el marco de los operativos que dirigió el ex capitán Astiz en la Iglesia Santa Cruz, junto a Azucena Villaflor y María Ponce.
Alicia “Licha” De La Cuadra
Falleció a los 92 años sin poder conocer a su nieta nacida en 1977, a quien su hija Elena había llamado Ana Libertad. La joven, identificada en 2014, decidió llevar el nombre que su madre le puso en cautiverio, en honor a su abuela y a todas las Madres y Abuelas que aún siguen luchando.
Licha había nacido en 1915 en Sauce, una pequeña localidad de Corrientes. Allí conoció a Roberto Luis De la Cuadra, con quien se casó y tuvo 5 hijos. En 1945, la familia entera se mudó a la ciudad de La Plata, donde años más tarde serían víctimas de la dictadura militar en 1976 secuestraron a Roberto, a su hijo José y a su hija Elena -quien en aquel momento estaba embarazada de Héctor Baratti, también secuestrado- y a otro yerno de Alicia, Gustavo Fraire. Junto con otras Madres, fue una de las precursoras del reclamo por la reaparición de sus familiares.
Angélica “Chela” Mignone
Falleció en 2008 a los 89 años. Fue una de las primeras en formar parte de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. También fue cofundadora del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) junto a su marido Emilio.
Su lucha comenzó en la madrugada del 14 de mayo de 1976 cuando una de sus hijas, Monica Mignone, fue detenida y secuestrada por un grupo de operaciones que irrumpió en su casa y se la llevó. Chela subió a un taxi para encontrar a los compañeros de su hija y avisarles que corrían peligro. Pero ya era tarde. Monica formaba parte del Movimiento Villero Peronista (MVP), junto con cuatro amigos. Todos desaparecieron esa noche.
Desde entonces, Chela y su marido comenzaron a buscarla por todos lados y su casa se convirtió en un centro de reunión para familiares de desaparecidos. Allí se organizó la asociación Madres de Plaza de Mayo y se reunió el dinero para publicar la primera solicitada en el diario La Nación en 1977.
Elena Gandolfo de Couso
La Abuela, como le decían sus allegados, falleció en 2013, después de estar internada por una fuerte neumonía, causada por las inundaciones que castigaron a la ciudad de La Plata en abril de ese año. La humedad en su casa, en la calle 15 entre 43 y 44, le provocó la enfermedad pulmonar, además de una crisis nerviosa.
Tenía 94 años y su hijo Ramón la acompañaba desde la desaparición de Juan Carlos, quien fue secuestrado por el terrorismo de Estado el 25 de enero de 1977, cuando estaba comprando un pasaje en la terminal de ómnibus de La Plata, ante la vista de todas las personas que se encontraban en el lugar.