Por E. Álvarez, M. Lima Capitão, L. Andrada y M. Herrera
La historieta argentina logró trascender su público y dejar de ser de nicho porque hay quienes se atreven a fusionarla y complementarla con otras artes. Esto le permitió ampliar su mercado, explorar otros nichos y, por qué no, evolucionar. No sólo existen películas basadas en cómics nacionales, sino también un grupo que apuesta a la difusión del noveno arte en niños y jóvenes. Se trata de un colectivo de historietistas que generan producciones que incluyen y exceden las viñetas y los diálogos, y un show en el que un músico y un humorista gráfico mezclaban sus destrezas arriba del escenario.
Aunque no ocurrió de manera popular y masiva -como en el cine hollywoodense, que llevó a la pantalla grande más de 20 títulos de cómics de Marvel Studios en los últimos diez años,-, la Argentina también tiene varios largometrajes vinculados con historietas nacionales, como Gaturro, de Nik, y Boogie, el aceitoso, del inolvidable Roberto Fontanarrosa, ambas dirigidas por Gustavo Cova.
“Comparar el cine hollywoodense con el nuestro es comparar hormigas con elefantes“, afirma Cova, y, a modo de fundamento, explica que un film de Marvel tiene un presupuesto cien veces mayor al de una producción nacional. “Y no exagero“, aclara. Agrega que el público local no está masivamente familiarizado con los superhéroes argentinos, como Cazador y Caballero rojo, por lo cual terminarían siendo películas de nicho. “No hay que perder el sueño“, dice.
A Cova -quien, además de ser director de cine se autoproclama “fan de la historieta argentina, principalmente de las de Fontanarrosa”– se le presentó el desafío de no traicionar el espíritu original de Boogie, el aceitoso a la hora de acercarlo a la narrativa cinematográfica. Para eso recurrió a textos del Negro y dirigió la obra hacia ese rumbo. Hizo una historia fuerte, de humor ácido e irónico, que pudo estrenar en 2009. Con Gaturro, la producción fue “más complicada“. Explica que con India, la coproductora del largometraje de 2010, armaron un guión por encima del personaje para combinar los elementos del cómic y una narrativa “más comercial e internacional“.
A pesar de los desafíos que le presentaron ambos films, Cova asegura que los dos largometrajes “funcionaron muy bien” y remarca que Boogie, el aceitoso tuvo un camino internacional “muy interesante“. Fue aclamada en la edición 2009 del Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy, en Francia. Al año siguiente, ganó el premio del público al Mejor largometraje de animación en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, en España. En referencia a Gaturro, Cova cuenta que por su formato más convencional y comercial “fue bien recibida“.
Los que buscan que la historieta argentina tenga llegada a las escuelas y las casas de todos los ciudadanos son los integrantes de Banda dibujada, un movimiento cultural abocado a la difusión de literatura infantil y juvenil, como Mayor y menor, de Santiago Chanti González Riga, que aborda las relaciones entre hermanos. “Si querés que las revistas de cómics no se rompan y perduren en el tiempo, tenés que editarlas en formato libro“, aconseja César Da Col, dibujante e integrante de esta agrupación.
El objetivo de Banda dibujada es que los editores comiencen a encuadernar las obras, siguiendo el ejemplo de países como Francia y Bélgica, que lo vienen haciendo hace más de 80 años con historietas como Tintín, Astérix y Lucky Luke. “En Francia se publican cinco mil libros de cómics por año. Acá pasamos apenas los 100. Aunque mejoramos respecto de décadas anteriores, aún estamos muy lejos“, indica, y agrega que encuadernar historietas permite que ingresen al mercado de las librerías y se guarden en bibliotecas escolares, públicas y hogareñas. “Mafalda y El Eternauta se mantuvieron en el tiempo y pudieron ser reconocidas a nivel mundial porque fueron obras excelentes que también se pasaron a libro“, ejemplifica el dibujante.
Banda dibujada realiza talleres en los colegios que los convocan. Da Col explica que les hacen repasar a los chicos “eso que ya conocen“, que es el lenguaje de la historieta. “Todo es a pulmón, tanto los talleres, nuestra única rentabilidad, como los Premios Banda“, asegura. Estos premios se organizan una vez al año, generalmente en la primera semana de octubre, en la sede central de la Alianza Francesa de Buenos Aires, y consisten en reconocer a autores de cómics para niños y jóvenes, con el objetivo de “hacer un poco de ruido” y difundir nuevas obras. Anualmente, entregan un premio a la trayectoria de grandes historietistas, como por ejemplo Quino, el padre de Mafalda.
Los integrantes de Un Faulduo, autodefinidos como un “colectivo de investigación y experimentación alrededor del campo de la historieta”, editan una revista, publicaron el libro “La historieta en el (Faulduo) mundo moderno” y realizan exposiciones y cortos audiovisuales para difundir sus proyectos, originados en un cuestionamiento en común: por qué sólo considerar como cómic a dos viñetas y un diálogo. “Cuando pensamos en historietas, se nos cruzan el cine, el teatro y las artes plásticas. El resultado de eso va a ser más bien cortante porque ese cruce de artes va a generar que la viñeta se desestabilice y que la narración no sea tradicional“, desarrolla Nicolás Zukerfeld, de Un Faulduo. Nicolás Daniluk, uno de sus compañeros, detalla que la forma en la que hacen sus obras tiene que ver con su inquietud y su búsqueda de cuándo deja de ser una historieta para así saber hasta qué límite pueden expandirla.
“En nuestra revista puede haber una historieta de un tipo que se toma una Coca, se levanta y se va a su casa a dormir, en una secuencia más bien tradicional, y, en la próxima viñeta, se desarma ese relato“, comenta Zukerfeld. A Un Faulduo le interesa generar incomodidad al lector mientras lee un cómic lineal, “normal”, que de repente se “autodestruye“.
Al vincular la historieta con otras artes, imposible no la dupla que formaron Kevin Johansen y Liniers arriba de los escenarios durante 15 años. Kevin Johansen + The Nada (así se llamaba la banda del músico) tocaba en vivo mientras el historietista improvisaba ilustraciones. La última gira en la que se los pudo ver en acción se llamó (Bi)vo en México, en 2016, antes del lanzamiento del último disco de Johansen, Las Américas. Antes de este final, en 2014, Liniers se sumó a Eléctrica, una serie creada por Esteban Menis luego de trabajar más de diez años en publicidad, para parodiar al empresario argento. En esta producción, cuya primera temporada fue financiada por UN3 TV, el canal de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Jonathan Mayer (Menis) interpreta al dueño de Eléctrica, una productora que contrata a Liniers para un nuevo programa televisivo.
La experimentación suele tener un lugar relevante en UN3 TV. En su sección Música figura Canciones dibujadas, un proyecto audiovisual del humorista gráfico Juan Matías Tute Loiseau que consiste en diez canciones del historietista interpretadas por músicos como Ricardo Mollo, Lisandro Aristimuño y, justamente, Johansen, intervenidas por ilustradores y animadores en formato de cortos. En Animación se destaca Cortos de gigantes, que repasa la biografía de cinco directores de cine consagrados mundialmente a través de relatos breves realizados con técnicas de animación.
Las dos viñetas y el diálogo son una historieta, un arte que evoluciona y capta nuevos públicos gracias a la curiosidad y la originalidad de quienes lo combinan, lo mezclan, lo complementan, con otras artes, como el cine y la música.