Por Agustina Rojas
Rebajas salariales, pésimas condiciones de higiene, precarización laboral, despidos a trabajadores en períodos de prueba, licencias que no son respetadas y polifuncionalidad son algunas de las situaciones irregulares por las que reclaman los trabajadores de Combo de Lucha, una organización que reúne a los empleados de las empresas de comida rápida.
“Vimos la necesidad de organizarnos para luchar por nuestros derechos. Para que no haya descuentos salariales, para tener condiciones sanitarias y de higiene, para que se acabe la precarización laboral y para tener delegados electos por les trabajadores de cada local”, cuenta Victoria, vocera de la organización, quien prefiere omitir apellido por temor a represalias.
Desde el comienzo, el aislamiento social y obligatorio dejó aún más en evidencia las problemáticas que día a día viven los empleados de las empresas de comida rápida como Mc Donalds, Burger King, Starbucks, KFC, entre otras, conocidas a nivel internacional por ser compañías que dan oportunidades para que los jóvenes tengan su primer contacto con el mundo laboral. Sin embargo, las condiciones de empleo no son las mejores: los trabajadores denuncian salarios bajos y ambientes laborales hostiles.
Argentina es el país con mayor desempleo juvenil de la región. El desempleo afecta más a los jóvenes argentinos que a los adultos. Según datos del INDEC, casi dos de diez jóvenes están desempleados (19,3%), mientras que entre la población en general esta cifra es del 7,4%. Es decir: la tasa de desempleo en los jóvenes duplica a la de la población adulta en general y viene ampliándose desde 2004.
Por otra parte, el desempleo es más alto entre los jóvenes que más necesitan trabajar: los provenientes de hogares de menores ingresos. Mientras el 26% de los jóvenes del quintil más bajo de ingresos está desempleado, sólo el 9% de los jóvenes del quintil más alto está en esa situación. El género es otro predictor de vulnerabilidad laboral: el 25% de las mujeres jóvenes están desempleadas frente al 15,4% de los varones.
A este panorama se suma la informalidad. En la Argentina el 34% de los trabajadores está en situación de informalidad, pero si se consideran solamente los trabajadores jóvenes, ese porcentaje asciende al 60%, es decir que seis de cada diez jóvenes que trabajan lo hacen de forma precaria, según los últimos datos de la Organización Internacional del Trabajo. Entonces, más allá del desempleo, entre los jóvenes la informalidad es un factor determinante, que se traduce en que frecuentemente cobran por debajo del salario mínimo establecido y trabajan jornadas extendidas, en situaciones insalubres y sin protección social (sin vacaciones pagas, licencias por estudio, por maternidad o paternidad en caso de tener un hijo, ni aportes jubilatorios). Esto tiene consecuencias graves para su futuro. La informalidad del primer empleo es un factor importante ya que impacta negativamente sobre los ingresos venideros, sobre la probabilidad de tener un trabajo con proyección de crecimiento y de acceder a la jubilación.
Con trabajo pero sin derechos
“En la segunda quincena de marzo se nos redujeron las horas de trabajo y cuando cobramos esa quincena a principios de abril, nos encontramos con que no nos habían pagado el presentismo y nos habían reducido entre un 30 y 40% del salario“, cuenta Victoria sobre la situación en la empresa para la que trabaja. “A partir de esta situación, en todos los fast foods los empleados empezaron a manifestarse creando cuentas en Instagram y Twitter, denunciando y se armaron placas mostrando recibos de sueldos con todas estas irregularidades. Fue así que hubo una presión fuerte al Sindicato de Pasteleros y a las empresas porque había un descontento muy general y entonces lo que hicieron fue reliquidar esa quincena, es decir, nos pagaron el presentismo y nos corrigieron las horas”.
Sin embargo, más tarde los representantes sindicales, las empresas y el Ministerio de Trabajo se reunieron y firmaron un acuerdo por el que los salarios se reducían un 30% y, en cuanto al presentismo, sólo se haría efectivo un proporcional de lo que cada empleado trabajara. En esta resolución acordaron que si cada empleado trabajaba las horas correspondientes, se las pagarían al 100 % y las otras restantes al 70%. “Allí es dónde se puede ver explícitamente el recorte salarial ya que todos los fast foods disponen de unas horas mínimas de trabajo sí o sí por contrato y, en el caso de no trabajarlas, deben retribuirles esas horas de todos modos”, enfatiza Victoria.
“Después de la reducción del salario, nosotros empezamos a cobrar el programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), el subsidio hacia las empresas para pagar un 50% de los salarios. Es decir, como los empleados de fast foods tenemos un salario que en la mayoría de los casos ni siquiera llega al mínimo, vital y móvil, al recibir el ATP nos encontramos con que la ANSES no podía pagar menos que un SMVM entonces en muchos casos depositaron ese monto y te encontrabas con que después la empresa te descontaba todo el ATP, es decir, vos tenías quincenas en donde tu recibo de sueldo aparecía en cero y con un saldo en negativo”, explica la vocera. “Esto significa que la empresa nos generó una deuda con ellos, cuando son las empresas las que no están aportando el dinero para los salarios ni para nada prácticamente, solamente se están financiando con la plata de la Anses porque no es cierto que estén en crisis o por irse a la quiebra, están totalmente lejos de eso, aunque nos corran por ese lado”.
Desde Combo de Lucha, los trabajadores lanzaron una campaña en la que explican los cinco puntos más importantes de sus reclamos, entre ellos están que las empresas se hagan cargo de los salarios al 100% y que no se paguen con la caja de jubilaciones ni que las pague el Estado. También exigen un verdadero protocolo Covid ante casos positivos ya que con el establecido no se sienten protegidos. “En algunos fast foods hay protocolos y en otros no. En Starbucks, por ejemplo, no hay nada que separe al empleado del cliente, queda totalmente a conciencia del consumidor su cercanía hacia los trabajadores”, explica Victoria. “Si algún compañero da positivo, queda en aislamiento solamente ese individuo y las personas con las que estuvo en contacto las últimas 48 horas. El resto no, sigue yendo a trabajar normalmente. Tampoco se realizan testeos a los empleados que tuvieron contacto entre sí con el caso positivo. Por eso creemos que ante la presencia de un caso, se tiene que aislar a toda la tienda, desinfectar y hacerles testeos a todos sus empleados”. Otro problema son las licencias de aquellas personas que pertenecen a los grupos de riesgo o conviven con personas de riesgo. Muchos empleados tuvieron que optar por la licencia sin goce de sueldo y los que no pudieron hacerlo no consiguieron disponer de ese derecho.
Por último, cuestionan la modalidad multifunción por la que los trabajadores deben realizar tareas extras que no les corresponden o que no se encuentran en el contrato o convenio. La más usual es la tarea de reparto o delivery que los deja aún más expuestos, no sólo al virus sino también a accidentes en la vía pública, robos, etc. Para regularizar todos estos puntos exigen, además, la democratización del sindicato que, aseguran, permanece indiferente, ignora los llamados, las cartas y los pedidos de respuesta. “Desde Combo de Lucha empezamos a tener reuniones con distintos trabajadores de fast food, lanzamos la campaña y un documento con todas nuestras reivindicaciones, por todos los atropellos que venimos sufriendo por parte de la patronal. También los denunciamos en una carta que le enviamos al Ministerio. Es algo que siempre se supo, que siempre denunciamos, que en esta situación se hace más crítico aún pero que nunca nadie se quiso hacer cargo”.
Foto: Unsplash